/ viernes 27 de agosto de 2021

AMLO y su estilo personal de gobernar

La referencia obligada al politólogo Daniel Cosío Villegas, sobre el ejercicio de la política en México, sin más limitación que la conciencia de quien todo lo puede a la hora de la gran decisión, será el momento del “destape” del sucesor, y ese momento estelar está por concluir, a tres años del sexenio de AMLO, es lo que se conoce como el “estilo personal de gobernar”.

En el gobierno de la 4T, como en su tiempo ocurrió durante el largo periodo gubernamental del octogenario PRI, es el mandatario en turno quien va marcando la pauta, los tiempos y condiciones, para una transición democrática del máximo poder político, en donde han de participar preferentemente los invitados del “fiel de la balanza”. Sugiriendo las reglas, términos y condiciones de competir por la silla embrujada del Palacio Nacional. Solo que ahora, contrario a lo ocurrido en las elecciones presidenciales de los años 2000, 2006, 2012 y 2018, los boletos para participar en la elección del “gran tlatoani” no serán el único pase de acceso para ser la opción de los electores, sino que habrá que esperar el resultado de la consulta pública para la “revocación de mandato”, próxima a celebrarse, y las posibilidades reales de triunfo de la sexteta opositora que integran los destapados colaboradores del presidente López Obrador, y sólo entonces se conocerá el verdadero estilo personal de gobernar del fundador del partido Morena y presidente de la República.

Antes de los tiempos que marca el calendario inmodificable de las próximas elecciones presidenciales, los cambios y ajustes en el gabinete de AMLO sirven para que los acelerados recuerden quién manda por disposición constitucional y la “no sorpresiva” salida de la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, de la Secretaría de Gobernación, y la “sí sorpresiva”

llegada a Bucareli del gobernador con licencia de Tabasco, en nada influirán y menos cambiarán las reglas del juego o el estilo personal de gobernar del presidente López Obrador.

La referencia obligada al politólogo Daniel Cosío Villegas, sobre el ejercicio de la política en México, sin más limitación que la conciencia de quien todo lo puede a la hora de la gran decisión, será el momento del “destape” del sucesor, y ese momento estelar está por concluir, a tres años del sexenio de AMLO, es lo que se conoce como el “estilo personal de gobernar”.

En el gobierno de la 4T, como en su tiempo ocurrió durante el largo periodo gubernamental del octogenario PRI, es el mandatario en turno quien va marcando la pauta, los tiempos y condiciones, para una transición democrática del máximo poder político, en donde han de participar preferentemente los invitados del “fiel de la balanza”. Sugiriendo las reglas, términos y condiciones de competir por la silla embrujada del Palacio Nacional. Solo que ahora, contrario a lo ocurrido en las elecciones presidenciales de los años 2000, 2006, 2012 y 2018, los boletos para participar en la elección del “gran tlatoani” no serán el único pase de acceso para ser la opción de los electores, sino que habrá que esperar el resultado de la consulta pública para la “revocación de mandato”, próxima a celebrarse, y las posibilidades reales de triunfo de la sexteta opositora que integran los destapados colaboradores del presidente López Obrador, y sólo entonces se conocerá el verdadero estilo personal de gobernar del fundador del partido Morena y presidente de la República.

Antes de los tiempos que marca el calendario inmodificable de las próximas elecciones presidenciales, los cambios y ajustes en el gabinete de AMLO sirven para que los acelerados recuerden quién manda por disposición constitucional y la “no sorpresiva” salida de la ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero, de la Secretaría de Gobernación, y la “sí sorpresiva”

llegada a Bucareli del gobernador con licencia de Tabasco, en nada influirán y menos cambiarán las reglas del juego o el estilo personal de gobernar del presidente López Obrador.