/ viernes 23 de octubre de 2020

Coahuila e Hidalgo

Las elecciones de esas entidades federativas se volvieron noticia nacional por las lecturas que de sus resultados hicieron los partidos, analistas, medios y redes sociales. En un ambiente altamente polarizado, las explicaciones del caso también se fueron a los extremos, volviéndose hegemónica la que dio como perdedor a Morena. Para entender más de estos procesos electorales hay que tomar en cuenta algunos elementos. Es una elección local que, en general, depende de factores propios de cada lugar. Hay que observarlas por separado en tanto tienen rasgos claramente distintos y ubicar lo que son sus elementos comunes.

La elección de Coahuila fue de diputados, tal vez la menos atractiva para los electores y dependiente en mucho de los aparatos partidistas y gubernamentales; en el alto abstencionismo hay la expresión de subdesarrollo democrático y márgenes máximos para la movilización de clientelas. Es el PAN el gran derrotado si consideramos que ha disputado de cerca la gubernatura, encabeza municipios importantes y tenía algunas posiciones legislativas. Si tienen algún liderazgo nacional deberían estar preocupados para tomar medidas. El segundo perdedor es Morena: no porque le resten posiciones que no ha ganado en lo local pero sí porque es el partido del Presidente, ocupa relevantes espacios federales de representación y cuenta con la simpatía natural entre los beneficiados de los programas sociales. Ese partido se muestra frágil y poco competitivo en condiciones adversas.

La elección de Hidalgo fue municipal, tal vez la elección más cercana e interesante para la ciudadanía. Sirve para ubicar los niveles partidarios; aquí cuenta más el perfil de las candidaturas y en algo las propuestas. Nuevamente el perdedor principal es el PAN porque tenía bajo su gobierno municipios importantes. Siendo dos entidades federativas con resultados negativos al mismo tiempo, ya se puede hablar de crisis. Aquí también el segundo derrotado es Morena, pues cuenta con la cercanía de la CDMX y el Estado de México, donde goza de gran influencia. Sus resultados son menores. Disputa la capital, Pachuca, cuando debería haber ganado con clara ventaja. En ambos estados el vencedor es el PRI, demostrando existencia y recuperación para un alcance regional.

Estamos ante unas elecciones locales donde el único beneficiado por influencias nacionales podría ser Morena, pero no fue así. PRI, PAN y los demás partidos únicamente podían basarse en sus fuerzas locales. Es erróneo, a mi juicio, interpretar los resultados como una derrota para AMLO y una tendencia nacional hacia el 2021. En la próxima elección federal los resultados en ambas entidades pueden ser muy distintos. Espero quede clara la diferencia entre elecciones local y federal pero, sobre todo, las abismales diferencias que puede haber entre coyunturas sociales, económicas y políticas. No dejo de señalar que se esperaba mayor competencia de Morena, que sus resultados son bajos y queda en desventaja para el próximo año, al menos en Hidalgo y Coahuila.

Estamos ante escenarios donde las percepciones son poderosas y pueden volverse certidumbres o incertidumbres. El PRI puede pensar que esos resultados serán posibles en otros lugares, aunque no sea así reciben un tanque de oxígeno y la confianza para proseguir en sus labores. El PAN está en un gran dilema si continúa en sus espacios de confort, sin autocrítica y cambios a sus formas de hacer política. Morena cometerá un gravísimo error, autogol, si cree que fue derrotado por sí mismo y por una baja valoración de AMLO y su gobierno; de ser así, actuarán con desesperación y errores. Al parecer ya está en ese pasmo ocioso y autodestructivo. Los líderes locales de aquellas entidades se recriminan y acusan de traiciones, los líderes nacionales cantinflean y denuncian fraudes imaginarios. En el caso de Veracruz, ocurre lo previsible. El gobernador sale a desayunar al otro día de la elección, evidentemente influido por la resultados; el coordinador de sus diputados, que habla como dirigente partidario, se inscribe en la explicación dominante, la que les hace daño; como es la voz oficial es la línea que tomarán sus afiliados y dirigentes regionales. De perder en dos estados el propio Morena lo vuelve una derrota nacional y propicia que sus adversarios se lo remarquen y les hagan perder confianza.

Recadito: Va a pegar electoralmente en Xalapa la desaparición de varios fideicomisos.

Las elecciones de esas entidades federativas se volvieron noticia nacional por las lecturas que de sus resultados hicieron los partidos, analistas, medios y redes sociales. En un ambiente altamente polarizado, las explicaciones del caso también se fueron a los extremos, volviéndose hegemónica la que dio como perdedor a Morena. Para entender más de estos procesos electorales hay que tomar en cuenta algunos elementos. Es una elección local que, en general, depende de factores propios de cada lugar. Hay que observarlas por separado en tanto tienen rasgos claramente distintos y ubicar lo que son sus elementos comunes.

La elección de Coahuila fue de diputados, tal vez la menos atractiva para los electores y dependiente en mucho de los aparatos partidistas y gubernamentales; en el alto abstencionismo hay la expresión de subdesarrollo democrático y márgenes máximos para la movilización de clientelas. Es el PAN el gran derrotado si consideramos que ha disputado de cerca la gubernatura, encabeza municipios importantes y tenía algunas posiciones legislativas. Si tienen algún liderazgo nacional deberían estar preocupados para tomar medidas. El segundo perdedor es Morena: no porque le resten posiciones que no ha ganado en lo local pero sí porque es el partido del Presidente, ocupa relevantes espacios federales de representación y cuenta con la simpatía natural entre los beneficiados de los programas sociales. Ese partido se muestra frágil y poco competitivo en condiciones adversas.

La elección de Hidalgo fue municipal, tal vez la elección más cercana e interesante para la ciudadanía. Sirve para ubicar los niveles partidarios; aquí cuenta más el perfil de las candidaturas y en algo las propuestas. Nuevamente el perdedor principal es el PAN porque tenía bajo su gobierno municipios importantes. Siendo dos entidades federativas con resultados negativos al mismo tiempo, ya se puede hablar de crisis. Aquí también el segundo derrotado es Morena, pues cuenta con la cercanía de la CDMX y el Estado de México, donde goza de gran influencia. Sus resultados son menores. Disputa la capital, Pachuca, cuando debería haber ganado con clara ventaja. En ambos estados el vencedor es el PRI, demostrando existencia y recuperación para un alcance regional.

Estamos ante unas elecciones locales donde el único beneficiado por influencias nacionales podría ser Morena, pero no fue así. PRI, PAN y los demás partidos únicamente podían basarse en sus fuerzas locales. Es erróneo, a mi juicio, interpretar los resultados como una derrota para AMLO y una tendencia nacional hacia el 2021. En la próxima elección federal los resultados en ambas entidades pueden ser muy distintos. Espero quede clara la diferencia entre elecciones local y federal pero, sobre todo, las abismales diferencias que puede haber entre coyunturas sociales, económicas y políticas. No dejo de señalar que se esperaba mayor competencia de Morena, que sus resultados son bajos y queda en desventaja para el próximo año, al menos en Hidalgo y Coahuila.

Estamos ante escenarios donde las percepciones son poderosas y pueden volverse certidumbres o incertidumbres. El PRI puede pensar que esos resultados serán posibles en otros lugares, aunque no sea así reciben un tanque de oxígeno y la confianza para proseguir en sus labores. El PAN está en un gran dilema si continúa en sus espacios de confort, sin autocrítica y cambios a sus formas de hacer política. Morena cometerá un gravísimo error, autogol, si cree que fue derrotado por sí mismo y por una baja valoración de AMLO y su gobierno; de ser así, actuarán con desesperación y errores. Al parecer ya está en ese pasmo ocioso y autodestructivo. Los líderes locales de aquellas entidades se recriminan y acusan de traiciones, los líderes nacionales cantinflean y denuncian fraudes imaginarios. En el caso de Veracruz, ocurre lo previsible. El gobernador sale a desayunar al otro día de la elección, evidentemente influido por la resultados; el coordinador de sus diputados, que habla como dirigente partidario, se inscribe en la explicación dominante, la que les hace daño; como es la voz oficial es la línea que tomarán sus afiliados y dirigentes regionales. De perder en dos estados el propio Morena lo vuelve una derrota nacional y propicia que sus adversarios se lo remarquen y les hagan perder confianza.

Recadito: Va a pegar electoralmente en Xalapa la desaparición de varios fideicomisos.