/ lunes 15 de agosto de 2022

Con-ciencia

La semana pasada la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Alvarez Buylla, funcionaria que ha recibido múltiples ataques a su trabajo, presentó un informe durante la conferencia presidencial sobre las condiciones de la dependencia durante las administraciones anteriores y el estado actual de la misma tras casi cuatro años de estar a cargo de ella. Alvarez Buylla, desde su llegada ha sido blanco de múltiples ataques a su desempeño.

La directora, quien es docente e investigadora, Premio Nacional Ciencias y Artes 2017, presentó datos duros que demuestran que enormes cantidades de recursos de la institución, destinados al desarrollo e investigación científica del país, terminaron en los bolsillos de empresas privadas entre los años 2001 y 2018.

Lo que se hizo en este país con el tema de ciencia y tecnología durante los gobiernos neoliberales, particularmente desde Vicente Fox hasta Enrique Peña Nieto, podemos definirla y sintetizarla en una sangría de recursos financieros públicos en beneficio de unos pocos.

Durante casi 18 años fueron principalmente empresas privadas transnacionales quienes recibieron la mayor parte de los recursos que esta entidad pública otorgó. La entidad, la cual por cierto depende directamente del Presidente en turno, entregó en esos años alrededor de 46 mil mdp para investigaciones privadas realizadas por empresas como Monsanto, Continental, VW, Bayer, BMW, Honeywell, Ford, IBM, Scheneider, LG, Motorola, Nissan y Whirlpool.

Alvarez Buylla afirmó que a pesar de todo el dinero entregado del 2001 al 2018, lejos de posicionarnos mejor en el ranking de eficiencia e innovación frente a otros países, retrocedimos 16 lugares entre el 2013 y 2018. Vale mencionar que en el 2017 y 2018 el presupuesto asignado a proyectos de investigación fue de $0.00.

Es irónico, si no es que insultante, que el recurso público fuera entregado a empresas su beneficio, es decir, generaron ganancias privadas con dinero público. Los neoliberales dieron al concepto de innovación un nuevo significado.

Así como entrega recursos para investigaciones, el Conacyt entrega becas a estudiantes de posgrado nacional e internacional y estímulos a los académicos. Fue casi un crimen entregar millones de pesos a privados cuando pudieron ser becados miles de estudiantes quienes, con seguridad, pudieron aportar mucho más al desarrollo e innovación del país, y cuyos resultados de investigaciones serían públicos.

Además de lo anterior, en esta administración también se descubrió que muchos de los recursos entregados se destinaron a la construcción de edificios. El dinero se fue a proyectos e infraestructura sin incidencia, a enormes y modernos edificios, verdaderos elefantes blancos que fueron gasto y no una inversión.

A partir de la actual administración se realizó una reestructuración y eficiencia administrativa; la consigna fue hacer mucho más con menos.

Se extinguieron los fideicomisos que transferían millones a las empresas; se recuperaron 14 mil mdp que se arrastraban sin utilizar desde administraciones pasadas, y se recuperaron 7 mil mdp de proyectos insolventes. Esto significó una devolución de cerca de 21 mil mdp a la tesorería para su mejor reasignación. A pesar del ahorro, la innovación no paró.

Ahora Conacyt apoya más de 500 proyectos de impacto social y ambiental con más de 1,000 mdp. Los proyectos están clasificados en 10 agendas estratégicas de investigación e incidencia con proyectos prioritarios aplicados al lago de Texcoco, al ordenamiento hídrico y ecológico, a las abejas, la basura, el agua, la producción agroecológica, la sustitución del glifosato, a la leucemia y enfermedades crónicas.

Además, más que nunca, se busca la soberanía tecnológica en áreas estratégicas y la recuperación de esa soberanía que teníamos en algunas áreas como la producción de vacunas, que desapareció durante el tiempo de los gobiernos neoliberales.

Lo más representativo de esta autosuficiencia tecnológica es la creación durante la pandemia de los ventiladores Ehécatl 4T y el Gätsi Dydetec, así como equipo médico de alto nivel. Fueron 1,130 ventiladores fabricados y distribuidos en 92 hospitales públicos de 24 estados, además de 200 unidades enviadas al extranjero, atendiendo un total de 16 mil pacientes de Covid.

Por último, y no por ello menos importante, tras la desmantelación que hicieron gobiernos anteriores de la industria que producía vacunas en el país, se cuenta de nuevo con un centro que produce vacunas para diversas enfermedades, entre ellas Covid, y actualiza las vacunas existentes.

La vacuna contra el Covid que se está fabricando actualmente lleva el nombre de Patria, y tras haber pasado varias fases, esta vacuna ha demostrado que es segura y genera protección en humanos por lo que está lista para ser aplicada como refuerzo. Se tuvo que construir de nuevo una industria desarticulada de la cual no había infraestructura ni acceso a insumos y muy poco personal calificado.

Finalmente, el Conacyt ha aumentado el apoyo a estudiantes elevando el número de becas de posgrado, con criterios más claros en su asignación, otorgando becas también para las ciencias sociales, simplificando los trámites y, lo más importante, elevando el porcentaje de becas para las escuelas públicas, evitando que las escuelas privadas se queden con la mayor parte de éstas como sucedía.

La funcionaria anunció que esta vez Conacyt privilegiará las becas enfocadas en la formación de especialistas en salud. Actualmente hay 428 médicos becados en Cuba, y se tiene la meta de que sean 1,000 becas para el 2023.

Con todo este ahorro y reestructuración, el país ha avanzado 10 lugares en resultados de innovación del 2018 al 2021.

Los resultados mostrados por la titular Alvarez Buylla dan una nueva lectura a los múltiples ataques a su trabajo y persona que ha recibido. No se puede negar que su actividad le haya ganado enemistades que constantemente pidieron su cabeza. Sin embargo, ha recibido el respaldo del Presidente.

No cabe duda que la funcionaria y docente, María Elena Alvarez Buylla, ha cumplido con la encomienda: hacer mucho más con menos.

La semana pasada la directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), María Elena Alvarez Buylla, funcionaria que ha recibido múltiples ataques a su trabajo, presentó un informe durante la conferencia presidencial sobre las condiciones de la dependencia durante las administraciones anteriores y el estado actual de la misma tras casi cuatro años de estar a cargo de ella. Alvarez Buylla, desde su llegada ha sido blanco de múltiples ataques a su desempeño.

La directora, quien es docente e investigadora, Premio Nacional Ciencias y Artes 2017, presentó datos duros que demuestran que enormes cantidades de recursos de la institución, destinados al desarrollo e investigación científica del país, terminaron en los bolsillos de empresas privadas entre los años 2001 y 2018.

Lo que se hizo en este país con el tema de ciencia y tecnología durante los gobiernos neoliberales, particularmente desde Vicente Fox hasta Enrique Peña Nieto, podemos definirla y sintetizarla en una sangría de recursos financieros públicos en beneficio de unos pocos.

Durante casi 18 años fueron principalmente empresas privadas transnacionales quienes recibieron la mayor parte de los recursos que esta entidad pública otorgó. La entidad, la cual por cierto depende directamente del Presidente en turno, entregó en esos años alrededor de 46 mil mdp para investigaciones privadas realizadas por empresas como Monsanto, Continental, VW, Bayer, BMW, Honeywell, Ford, IBM, Scheneider, LG, Motorola, Nissan y Whirlpool.

Alvarez Buylla afirmó que a pesar de todo el dinero entregado del 2001 al 2018, lejos de posicionarnos mejor en el ranking de eficiencia e innovación frente a otros países, retrocedimos 16 lugares entre el 2013 y 2018. Vale mencionar que en el 2017 y 2018 el presupuesto asignado a proyectos de investigación fue de $0.00.

Es irónico, si no es que insultante, que el recurso público fuera entregado a empresas su beneficio, es decir, generaron ganancias privadas con dinero público. Los neoliberales dieron al concepto de innovación un nuevo significado.

Así como entrega recursos para investigaciones, el Conacyt entrega becas a estudiantes de posgrado nacional e internacional y estímulos a los académicos. Fue casi un crimen entregar millones de pesos a privados cuando pudieron ser becados miles de estudiantes quienes, con seguridad, pudieron aportar mucho más al desarrollo e innovación del país, y cuyos resultados de investigaciones serían públicos.

Además de lo anterior, en esta administración también se descubrió que muchos de los recursos entregados se destinaron a la construcción de edificios. El dinero se fue a proyectos e infraestructura sin incidencia, a enormes y modernos edificios, verdaderos elefantes blancos que fueron gasto y no una inversión.

A partir de la actual administración se realizó una reestructuración y eficiencia administrativa; la consigna fue hacer mucho más con menos.

Se extinguieron los fideicomisos que transferían millones a las empresas; se recuperaron 14 mil mdp que se arrastraban sin utilizar desde administraciones pasadas, y se recuperaron 7 mil mdp de proyectos insolventes. Esto significó una devolución de cerca de 21 mil mdp a la tesorería para su mejor reasignación. A pesar del ahorro, la innovación no paró.

Ahora Conacyt apoya más de 500 proyectos de impacto social y ambiental con más de 1,000 mdp. Los proyectos están clasificados en 10 agendas estratégicas de investigación e incidencia con proyectos prioritarios aplicados al lago de Texcoco, al ordenamiento hídrico y ecológico, a las abejas, la basura, el agua, la producción agroecológica, la sustitución del glifosato, a la leucemia y enfermedades crónicas.

Además, más que nunca, se busca la soberanía tecnológica en áreas estratégicas y la recuperación de esa soberanía que teníamos en algunas áreas como la producción de vacunas, que desapareció durante el tiempo de los gobiernos neoliberales.

Lo más representativo de esta autosuficiencia tecnológica es la creación durante la pandemia de los ventiladores Ehécatl 4T y el Gätsi Dydetec, así como equipo médico de alto nivel. Fueron 1,130 ventiladores fabricados y distribuidos en 92 hospitales públicos de 24 estados, además de 200 unidades enviadas al extranjero, atendiendo un total de 16 mil pacientes de Covid.

Por último, y no por ello menos importante, tras la desmantelación que hicieron gobiernos anteriores de la industria que producía vacunas en el país, se cuenta de nuevo con un centro que produce vacunas para diversas enfermedades, entre ellas Covid, y actualiza las vacunas existentes.

La vacuna contra el Covid que se está fabricando actualmente lleva el nombre de Patria, y tras haber pasado varias fases, esta vacuna ha demostrado que es segura y genera protección en humanos por lo que está lista para ser aplicada como refuerzo. Se tuvo que construir de nuevo una industria desarticulada de la cual no había infraestructura ni acceso a insumos y muy poco personal calificado.

Finalmente, el Conacyt ha aumentado el apoyo a estudiantes elevando el número de becas de posgrado, con criterios más claros en su asignación, otorgando becas también para las ciencias sociales, simplificando los trámites y, lo más importante, elevando el porcentaje de becas para las escuelas públicas, evitando que las escuelas privadas se queden con la mayor parte de éstas como sucedía.

La funcionaria anunció que esta vez Conacyt privilegiará las becas enfocadas en la formación de especialistas en salud. Actualmente hay 428 médicos becados en Cuba, y se tiene la meta de que sean 1,000 becas para el 2023.

Con todo este ahorro y reestructuración, el país ha avanzado 10 lugares en resultados de innovación del 2018 al 2021.

Los resultados mostrados por la titular Alvarez Buylla dan una nueva lectura a los múltiples ataques a su trabajo y persona que ha recibido. No se puede negar que su actividad le haya ganado enemistades que constantemente pidieron su cabeza. Sin embargo, ha recibido el respaldo del Presidente.

No cabe duda que la funcionaria y docente, María Elena Alvarez Buylla, ha cumplido con la encomienda: hacer mucho más con menos.

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