/ lunes 1 de noviembre de 2021

De vuelta a la normalidad

Por donde se le quiera mirar, genera interés y una buena impresión que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez anticipe el impulso de la reactivación de la economía en el estado, tan necesaria en estos tiempos de recesión por la pérdida de miles de empleos, disminución de salarios y falta de ingresos para miles de personas.

El Ejecutivo recientemente hizo referencia al inminente regreso a varias actividades de impacto social generadoras de derrama económica, como el Carnaval de Veracruz, el Festival Afrocaribeño, los Conciertos de Salsa en Boca del Río, la Cumbre Tajín de Papantla, las Fiestas de La Candelaria en Tlacotalpan y muchas otras en la entidad. A ese anuncio, el empresariado veracruzano, y otros sectores de la sociedad, le han dado una buena bienvenida. Es necesaria esa vuelta a la normalidad, y tal decisión tendría soporte en haberse superado la situación de emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19, presente desde marzo del 2020 en el país, incluido Veracruz. Aún falta un tramo para concluir el Plan Nacional de Vacunación, pero el avance en la inmunización llega casi al 80% de toda la población, lo que ha aminorado sustancialmente el riesgo de contagios y muertes por dicho virus. En algunos países del mundo, Inglaterra, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, y en la misma Ciudad de México, Monterrey e inclusive en Veracruz, han comenzado la presentación de conciertos masivos, bajo protocolos de control que incluyen la presentación de certificados de vacunación o pruebas recientes antiCovid. Muchos, miles de personas, dependen de este tipo de actividades para mantener saneadas sus economías, desde las industrias hoteleras y restauranteras, comercio y transporte foráneo, como los pequeños negocios de venta de alimentos, artesanías, taxistas, boleros, vendedores ambulantes o lavacarros; hay empleo e ingresos para todos ellos, y no solamente a los que habitan en los lugares donde se realizan tales celebraciones, sino también de los municipios aledaños, para quienes es esencial esa reanudación de las festivales populares y otras actividades más de tipo artístico. Por lo pronto, hay coincidencia en el propósito. El último Carnaval conmemorativo de los 500 Años de Veracruz en 2019 dejó una derrama económica calculada en más de 250 millones de pesos, lo que puede dar una idea de la afectación al sector turístico porteño; pero igual se padeció en el resto del estado donde se tuvieron que suspender los actos masivos para evitar un mayor número de víctimas mortales por la pandemia. Aún falta formalizarlo en acuerdos, lo que no debería tardar mucho para favorecer la organización y diseñar la aplicación de protocolos sanitarios que tengan como fin garantizar la seguridad, y en especial la salud de los asistentes. Esa es responsabilidad de la autoridad en sus distintos niveles de gobierno, y de los organizadores, con colaboración de los prestadores de servicios y las personas asistentes; este último punto es relevante y ellos, que forman parte de la iniciativa privada, tendrían que considerar una mayor participación en la inversión que exigen estos eventos, pues las fiestas les beneficia y también deben aportar en ellas, no sólo permanecer como críticos y espectadores.

mail:

opedro2006@gmail.com

Por donde se le quiera mirar, genera interés y una buena impresión que el gobernador Cuitláhuac García Jiménez anticipe el impulso de la reactivación de la economía en el estado, tan necesaria en estos tiempos de recesión por la pérdida de miles de empleos, disminución de salarios y falta de ingresos para miles de personas.

El Ejecutivo recientemente hizo referencia al inminente regreso a varias actividades de impacto social generadoras de derrama económica, como el Carnaval de Veracruz, el Festival Afrocaribeño, los Conciertos de Salsa en Boca del Río, la Cumbre Tajín de Papantla, las Fiestas de La Candelaria en Tlacotalpan y muchas otras en la entidad. A ese anuncio, el empresariado veracruzano, y otros sectores de la sociedad, le han dado una buena bienvenida. Es necesaria esa vuelta a la normalidad, y tal decisión tendría soporte en haberse superado la situación de emergencia sanitaria por la pandemia del Covid-19, presente desde marzo del 2020 en el país, incluido Veracruz. Aún falta un tramo para concluir el Plan Nacional de Vacunación, pero el avance en la inmunización llega casi al 80% de toda la población, lo que ha aminorado sustancialmente el riesgo de contagios y muertes por dicho virus. En algunos países del mundo, Inglaterra, Francia, Estados Unidos de Norteamérica, y en la misma Ciudad de México, Monterrey e inclusive en Veracruz, han comenzado la presentación de conciertos masivos, bajo protocolos de control que incluyen la presentación de certificados de vacunación o pruebas recientes antiCovid. Muchos, miles de personas, dependen de este tipo de actividades para mantener saneadas sus economías, desde las industrias hoteleras y restauranteras, comercio y transporte foráneo, como los pequeños negocios de venta de alimentos, artesanías, taxistas, boleros, vendedores ambulantes o lavacarros; hay empleo e ingresos para todos ellos, y no solamente a los que habitan en los lugares donde se realizan tales celebraciones, sino también de los municipios aledaños, para quienes es esencial esa reanudación de las festivales populares y otras actividades más de tipo artístico. Por lo pronto, hay coincidencia en el propósito. El último Carnaval conmemorativo de los 500 Años de Veracruz en 2019 dejó una derrama económica calculada en más de 250 millones de pesos, lo que puede dar una idea de la afectación al sector turístico porteño; pero igual se padeció en el resto del estado donde se tuvieron que suspender los actos masivos para evitar un mayor número de víctimas mortales por la pandemia. Aún falta formalizarlo en acuerdos, lo que no debería tardar mucho para favorecer la organización y diseñar la aplicación de protocolos sanitarios que tengan como fin garantizar la seguridad, y en especial la salud de los asistentes. Esa es responsabilidad de la autoridad en sus distintos niveles de gobierno, y de los organizadores, con colaboración de los prestadores de servicios y las personas asistentes; este último punto es relevante y ellos, que forman parte de la iniciativa privada, tendrían que considerar una mayor participación en la inversión que exigen estos eventos, pues las fiestas les beneficia y también deben aportar en ellas, no sólo permanecer como críticos y espectadores.

mail:

opedro2006@gmail.com