/ lunes 29 de marzo de 2021

Del “Acuerdo por la Democracia” al golpismo cuatroteísta

La decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) de cancelar los registros de las candidaturas a gobernador de Félix Salgado Macedonio y de Raúl Morón -así como de otros 25 aspirantes a diputados federales-, obligó a Morena a revelar de manera anticipada la asonada que prepara para el próximo 6 de junio: las elecciones sólo serán válidas si ellos ganan; de lo contrario, habrá un golpe de Estado.

Hay dos elementos que determinan la naturaleza de un golpe de Estado: el desconocimiento de las instituciones y la revuelta para acceder al poder de manera violenta como una vía distinta a las urnas. Ambas condiciones se empiezan a configurar. La única diferencia del golpismo morenista es que la rebelión se ha urdido desde el mismísimo Palacio Nacional.

Luego de firmar un acuerdo de paz con los gobernadores del país –el Acuerdo Nacional por la Democracia-, el Presidente convocó a su partido a consejo de guerra dos días después, en la víspera de que el Consejo General del INE tomara la decisión de anular los registros como sanción a las evidentes violaciones establecidas en la ley electoral.

Tal vez no se lo han dicho al Presidente, pero el Artículo 229, párrafo 3, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, dice: "Si un precandidato incumple la obligación de entregar su informe de ingresos y gastos de precampaña dentro del plazo antes establecido y hubiese obtenido la mayoría de votos en la consulta interna o en la asamblea respectiva, no podrá ser registrado legalmente como candidato".

La observancia de la norma le valió al INE la feroz embestida presidencial, rompiendo el acuerdo con gobernadores, y enviando tras de él a la dirigencia nacional de Morena, el gobierno de la Ciudad de México, legisladores en el Congreso y por supuesto, los candidatos involucrados.

El presidente López Obrador dijo una vez más que existe una campaña en contra de su gobierno y de su presidencia para impedir que Morena gane la mayoría en la próxima Cámara de Diputados.

Esta vez tiene razón el Presidente. Sí hay una campaña para alcanzar una mayoría parlamentaria distinta a Morena; está regulada en la ley y son precisamente las campañas electorales, mismas que dan sentido al proceso electoral; son el medio de conocimiento y evaluación de los electores.

Tal vez no lo sepa, pero esa es la función de las campañas políticas y de los partidos de oposición: ser una alternativa política para el ciudadano. Tal vez no lo recuerde, pero esa fue su lucha por más de dos décadas: evitar que el partido en el poder tuviera mayoría en el Congreso.

El riesgo de perder esa mayoría parlamentaria que detenga el grave deterioro social que vive el país y el desmantelamiento institucional para favorecer la restauración del presidencialismo imperial es lo que ha llevado a Morena a fraguar un golpe de Estado, según han anunciado sus personajes más emblemáticos.

El Presidente acusó al INE de estar convertido en el “supremo poder conservador”, y afirmó que su decisión sobre candidatura de Félix Salgado es un atentado a la democracia. Ya vimos que no, sin embargo, morenistas al grito de guerra confirmaron que el propósito es violentar la elección y desconocer los resultados si no les favorecen.

El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, amenazó con que su partido enfrentará al INE en el Tribunal Electoral, en las Cámaras, las calles, los medios, las redes y las urnas. En su lógica golpista, acusan que la aplicación de la ley es “una traición a la democracia”, como si esta fuera su patrimonio y no resultado del libre albedrío de los mexicanos.

Por su parte, Claudia Sheinbaum –quien dos días antes había firmado el Acuerdo de no intervenir en el proceso electoral- no se contuvo y se sumó al linchamiento. “Creo que es una acción parcial que va en contra de los fundamentos de la Constitución del propio INE, de su imparcialidad, de su objetividad y de funcionar como un árbitro en las elecciones”.

Pero el mayor riesgo está en la advertencia del candidato morenista al gobierno de Guerrero, Félix Salgado, quien arropado por el Presidente y su partido arengó: “Se lo decimos de una vez, no va a haber elecciones en Guerrero y en el Congreso van a mandar a un gobernador interino y ese gobernador interino va a convocar a una nueva elección en un término de seis meses y de todos modos voy a ser el gobernador de Guerrero, ¿para qué le dan vueltas? Yo no voy para atrás, todo para adelante”.

A la violencia delincuencial ahora se sumará la revuelta social promovida por Morena. La conspiración fue descubierta por ellos mismos.

FB: HectorYunes

IG: hectoryuneslanda

TW: @HectorYunes

La decisión del Instituto Nacional Electoral (INE) de cancelar los registros de las candidaturas a gobernador de Félix Salgado Macedonio y de Raúl Morón -así como de otros 25 aspirantes a diputados federales-, obligó a Morena a revelar de manera anticipada la asonada que prepara para el próximo 6 de junio: las elecciones sólo serán válidas si ellos ganan; de lo contrario, habrá un golpe de Estado.

Hay dos elementos que determinan la naturaleza de un golpe de Estado: el desconocimiento de las instituciones y la revuelta para acceder al poder de manera violenta como una vía distinta a las urnas. Ambas condiciones se empiezan a configurar. La única diferencia del golpismo morenista es que la rebelión se ha urdido desde el mismísimo Palacio Nacional.

Luego de firmar un acuerdo de paz con los gobernadores del país –el Acuerdo Nacional por la Democracia-, el Presidente convocó a su partido a consejo de guerra dos días después, en la víspera de que el Consejo General del INE tomara la decisión de anular los registros como sanción a las evidentes violaciones establecidas en la ley electoral.

Tal vez no se lo han dicho al Presidente, pero el Artículo 229, párrafo 3, de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales, dice: "Si un precandidato incumple la obligación de entregar su informe de ingresos y gastos de precampaña dentro del plazo antes establecido y hubiese obtenido la mayoría de votos en la consulta interna o en la asamblea respectiva, no podrá ser registrado legalmente como candidato".

La observancia de la norma le valió al INE la feroz embestida presidencial, rompiendo el acuerdo con gobernadores, y enviando tras de él a la dirigencia nacional de Morena, el gobierno de la Ciudad de México, legisladores en el Congreso y por supuesto, los candidatos involucrados.

El presidente López Obrador dijo una vez más que existe una campaña en contra de su gobierno y de su presidencia para impedir que Morena gane la mayoría en la próxima Cámara de Diputados.

Esta vez tiene razón el Presidente. Sí hay una campaña para alcanzar una mayoría parlamentaria distinta a Morena; está regulada en la ley y son precisamente las campañas electorales, mismas que dan sentido al proceso electoral; son el medio de conocimiento y evaluación de los electores.

Tal vez no lo sepa, pero esa es la función de las campañas políticas y de los partidos de oposición: ser una alternativa política para el ciudadano. Tal vez no lo recuerde, pero esa fue su lucha por más de dos décadas: evitar que el partido en el poder tuviera mayoría en el Congreso.

El riesgo de perder esa mayoría parlamentaria que detenga el grave deterioro social que vive el país y el desmantelamiento institucional para favorecer la restauración del presidencialismo imperial es lo que ha llevado a Morena a fraguar un golpe de Estado, según han anunciado sus personajes más emblemáticos.

El Presidente acusó al INE de estar convertido en el “supremo poder conservador”, y afirmó que su decisión sobre candidatura de Félix Salgado es un atentado a la democracia. Ya vimos que no, sin embargo, morenistas al grito de guerra confirmaron que el propósito es violentar la elección y desconocer los resultados si no les favorecen.

El dirigente nacional de Morena, Mario Delgado, amenazó con que su partido enfrentará al INE en el Tribunal Electoral, en las Cámaras, las calles, los medios, las redes y las urnas. En su lógica golpista, acusan que la aplicación de la ley es “una traición a la democracia”, como si esta fuera su patrimonio y no resultado del libre albedrío de los mexicanos.

Por su parte, Claudia Sheinbaum –quien dos días antes había firmado el Acuerdo de no intervenir en el proceso electoral- no se contuvo y se sumó al linchamiento. “Creo que es una acción parcial que va en contra de los fundamentos de la Constitución del propio INE, de su imparcialidad, de su objetividad y de funcionar como un árbitro en las elecciones”.

Pero el mayor riesgo está en la advertencia del candidato morenista al gobierno de Guerrero, Félix Salgado, quien arropado por el Presidente y su partido arengó: “Se lo decimos de una vez, no va a haber elecciones en Guerrero y en el Congreso van a mandar a un gobernador interino y ese gobernador interino va a convocar a una nueva elección en un término de seis meses y de todos modos voy a ser el gobernador de Guerrero, ¿para qué le dan vueltas? Yo no voy para atrás, todo para adelante”.

A la violencia delincuencial ahora se sumará la revuelta social promovida por Morena. La conspiración fue descubierta por ellos mismos.

FB: HectorYunes

IG: hectoryuneslanda

TW: @HectorYunes