/ lunes 26 de junio de 2017

Desde Huatusco

Domingo de poesía

El idioma es un medio de comunicación que se utiliza en todo el mundo, es el  amplio  lenguaje por el que se expresa el pensamiento. Ni el pintor, ni el músico, ni el escultor a través de su producción es capaz  de exponer los secretos profundos del sentimiento o los distintos estados en que se manifiesta el alma, mucho menos las formaciones subjetivas de la inteligencia. Cualquiera de las artes se vería limitada ante la fuerza de la palabra.

Únicamente la poesía es capaz de concentrar todas las virtudes del universo, porque  entiende  como un  todo  la esencia del amor y la belleza, con la intención de  utilizarla sabia y concienzudamente en frases que se incrustan en el corazón. No basta el conocimiento correcto de la lengua, es necesario que el artista de la palabra posea sensibilidad exquisita para distinguir el fondo de su naturaleza y disfrutar de la facultad de transportarla a la máxima expresión idiomática. 

Es correcto pensar que la poesía no solo  la encontramos escrita en un trozo de papel, lo podemos repetir las veces que sea necesario,  se queda  grabada en lo más profundo de  la persona que la escribe y de quién con atención la lee. En la historia de la humanidad se narran muchos hechos que aterrorizan  y dejan malos recuerdos, pero los poemas crean y forman angustias inenarrables. La utilización de un  lenguaje florido, permite que la sangre  fluya por todo el cuerpo, estrujando los sentidos hasta perderlos en el ocaso.

No vamos lejos para encontrar lo que queremos, elevamos una plegaria al cielo para disfrutar el talento  de la poetisa huatusqueña Enriqueta Sehara de Rueda. “CUANDO FUI JOSEFINA”.  Escucho todavía las campanitas/ que al dar las ocho siempre nos llamaban,/ esas campanas que al marcar la hora/ fueron voz de la madre superiora./// Formadas y formales a una seña/ marchando todas y cantando en coro/ sin tardanza a la clase, sin tardanza/ que viva, viva, nuestra enseñanza///

La clase de gramática empezaba/ y también comenzaba mi agonía/ enredaba adjetivos con los nombres/ con los verbos, adverbios y pronombres/ A su tiempo llegaba el catecismo/ el que con mucha prisa había aprendido/ del cielo, del infierno y de la gloria/ hacía las obras de misericordia/// ¿ Y de historia sagrada que sabía¿/ recordaba medrosa el gran diluvio/ y con duda y temor decía que Helí/ vino al mundo en el monte Sinaí///

Eran duras las ciencias naturales/ la química fue siempre mi tomento/ el corazón con miedo la sentía/ pues casi nunca…nunca la sabía/ La geografía si fue mi preferida/ sabía de algunos ríos que tiene España/ conocía los cabos y los mares/ y el Archipiélago de la Baleares./// De memoria aprendí yo muchos versos/ fue Peza mi poeta predilecto/ de sus cantos fui yo declamadora/ y de aquella edad, su admiradora///    

Recuerdo el regocijo y la alegría/ con que salíamos todos a jugar/ cantando el materilelirelón/ inolvidable juego de emoción/// Y cuando la mañana terminaba/ a formarse otra vez, se nos decía/ y entonando un adiós José bendito/ nuestra voz se perdía en el infinito///. En costura pasábamos la tarde/ una tarde dichosa…incomparable/ bordando con los hilos de colores/ curiosidades y otros mil primores///.

A las cuatro a rezar nuestro rosario/ plegarias y misterios confundidos/ con el canto a la vida, a la inocencia/ a la fe, al amor y a la creencia///. Las madrecitas nos hacían posadas/ y jamaica que tanto nos gustaban/ muchas comedias que eran alegría/ y un devoto y feliz mes de María///. Dos fiestas en dos fechas no olvidadas/ trece de junio, octubre veinticuatro/ de la Madre que fue todo ternura/ y de nuestro reverendo señor cura///.

Todas las compañeras que tomaron/ el pan espiritual de aquellas almas/ por la vida, hoy pasa gratamente/ viviendo aquel ayer…en el presente/ Anáez, Matilde, Julia, Micaela,/  Esperanza, Carmela, Luz, María…/ Dirán conmigo y con acento suave/ ¡ qué bello es enseñar al que no sabe///. Para todas las madres Josefinas/ he guardado un recuerdo sacrosanto/ Sor Antonia Mendoza y Sor Consuelo/ son ya, dos santas más, que tiene el cielo///”

Domingo de poesía

El idioma es un medio de comunicación que se utiliza en todo el mundo, es el  amplio  lenguaje por el que se expresa el pensamiento. Ni el pintor, ni el músico, ni el escultor a través de su producción es capaz  de exponer los secretos profundos del sentimiento o los distintos estados en que se manifiesta el alma, mucho menos las formaciones subjetivas de la inteligencia. Cualquiera de las artes se vería limitada ante la fuerza de la palabra.

Únicamente la poesía es capaz de concentrar todas las virtudes del universo, porque  entiende  como un  todo  la esencia del amor y la belleza, con la intención de  utilizarla sabia y concienzudamente en frases que se incrustan en el corazón. No basta el conocimiento correcto de la lengua, es necesario que el artista de la palabra posea sensibilidad exquisita para distinguir el fondo de su naturaleza y disfrutar de la facultad de transportarla a la máxima expresión idiomática. 

Es correcto pensar que la poesía no solo  la encontramos escrita en un trozo de papel, lo podemos repetir las veces que sea necesario,  se queda  grabada en lo más profundo de  la persona que la escribe y de quién con atención la lee. En la historia de la humanidad se narran muchos hechos que aterrorizan  y dejan malos recuerdos, pero los poemas crean y forman angustias inenarrables. La utilización de un  lenguaje florido, permite que la sangre  fluya por todo el cuerpo, estrujando los sentidos hasta perderlos en el ocaso.

No vamos lejos para encontrar lo que queremos, elevamos una plegaria al cielo para disfrutar el talento  de la poetisa huatusqueña Enriqueta Sehara de Rueda. “CUANDO FUI JOSEFINA”.  Escucho todavía las campanitas/ que al dar las ocho siempre nos llamaban,/ esas campanas que al marcar la hora/ fueron voz de la madre superiora./// Formadas y formales a una seña/ marchando todas y cantando en coro/ sin tardanza a la clase, sin tardanza/ que viva, viva, nuestra enseñanza///

La clase de gramática empezaba/ y también comenzaba mi agonía/ enredaba adjetivos con los nombres/ con los verbos, adverbios y pronombres/ A su tiempo llegaba el catecismo/ el que con mucha prisa había aprendido/ del cielo, del infierno y de la gloria/ hacía las obras de misericordia/// ¿ Y de historia sagrada que sabía¿/ recordaba medrosa el gran diluvio/ y con duda y temor decía que Helí/ vino al mundo en el monte Sinaí///

Eran duras las ciencias naturales/ la química fue siempre mi tomento/ el corazón con miedo la sentía/ pues casi nunca…nunca la sabía/ La geografía si fue mi preferida/ sabía de algunos ríos que tiene España/ conocía los cabos y los mares/ y el Archipiélago de la Baleares./// De memoria aprendí yo muchos versos/ fue Peza mi poeta predilecto/ de sus cantos fui yo declamadora/ y de aquella edad, su admiradora///    

Recuerdo el regocijo y la alegría/ con que salíamos todos a jugar/ cantando el materilelirelón/ inolvidable juego de emoción/// Y cuando la mañana terminaba/ a formarse otra vez, se nos decía/ y entonando un adiós José bendito/ nuestra voz se perdía en el infinito///. En costura pasábamos la tarde/ una tarde dichosa…incomparable/ bordando con los hilos de colores/ curiosidades y otros mil primores///.

A las cuatro a rezar nuestro rosario/ plegarias y misterios confundidos/ con el canto a la vida, a la inocencia/ a la fe, al amor y a la creencia///. Las madrecitas nos hacían posadas/ y jamaica que tanto nos gustaban/ muchas comedias que eran alegría/ y un devoto y feliz mes de María///. Dos fiestas en dos fechas no olvidadas/ trece de junio, octubre veinticuatro/ de la Madre que fue todo ternura/ y de nuestro reverendo señor cura///.

Todas las compañeras que tomaron/ el pan espiritual de aquellas almas/ por la vida, hoy pasa gratamente/ viviendo aquel ayer…en el presente/ Anáez, Matilde, Julia, Micaela,/  Esperanza, Carmela, Luz, María…/ Dirán conmigo y con acento suave/ ¡ qué bello es enseñar al que no sabe///. Para todas las madres Josefinas/ he guardado un recuerdo sacrosanto/ Sor Antonia Mendoza y Sor Consuelo/ son ya, dos santas más, que tiene el cielo///”

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