/ sábado 7 de mayo de 2022

Día de las Madres

Este martes próximo celebraremos el Día de las Madres, una celebración que se traduce en una verdadera fiesta nacional. Y no es para menos, pues en una sociedad con la configuración como la nuestra, donde el imaginario alrededor del varón se muestra un tanto estoico, rayando en la frivolidad (lo cual también debe superarse pues tenemos sobrados testimonios de padres geniales, ejemplares, brillantes), se otorga un valor predominante a la celebración de la mamá.

Esta celebración no solo trasciende por el hecho de nuestra composición social, sino por el verdadero cariño hacia nuestra madre, en nuestros ambientes hay mujeres dignas de reconocimiento por su entrega permanente, callada y honesta.

La figura de la mamá es una estampa rica en aplicaciones y a la que diferentes ciencias le han dedicado su estudio. Para la psicología, la relación de los hijos con su madre es importante, pues en algunos casos es ella quien los anima en su desarrollo y, en otros –según la psicología– es ella quien mutila a los hijos. Algunos han dicho que en filosofía se nos propone una historia de las ideas un tanto machista, por eso, en lo general, cuando se habla de los grandes pensadores, generalmente se alude a varones. Aunque, si nos disponemos a escuchar el canto de las sirenas, descubriremos el gran número de filósofas, pues también se cuentan muchas mujeres que han sabido encarnar esta tarea. Incluso algunas tendencias teológicas han gustado de afirmar que hay algunos gestos de Dios en los que éste más bien pareciera encarnar sentimientos maternos, de gran ternura, cobijo y cuidado. Ser madres es encarnar una actitud existencial, un estilo de vida.

Lo que sí es cierto es que la madre es una figura importantísima: todos la recordamos enseñándonos a dar nuestros primeros pasos, deteniendo la bicicleta para que pudiéramos aprender a tener equilibrio. La vemos llevando a los hijos a la escuela, interesada en las reuniones con los maestros sobre el desarrollo académico de sus hijos. Al tiempo que a ella es quien vemos cercana a los hijos, interesada por ellos y por las pequeñeces de la vida de los hijos. La madre es como una gran inclusión en nuestras vidas, porque toda nuestra obra está marcada por ellas, desde los inicios, y hasta el final.

Una madre es la mujer que dota de una manera fuerte pero tierna las experiencias de la vida, cercana, callada, empeñosa, honesta, decidida. En nuestra sociedad las madres son un signo profético y esperanzador.

Este martes próximo celebraremos el Día de las Madres, una celebración que se traduce en una verdadera fiesta nacional. Y no es para menos, pues en una sociedad con la configuración como la nuestra, donde el imaginario alrededor del varón se muestra un tanto estoico, rayando en la frivolidad (lo cual también debe superarse pues tenemos sobrados testimonios de padres geniales, ejemplares, brillantes), se otorga un valor predominante a la celebración de la mamá.

Esta celebración no solo trasciende por el hecho de nuestra composición social, sino por el verdadero cariño hacia nuestra madre, en nuestros ambientes hay mujeres dignas de reconocimiento por su entrega permanente, callada y honesta.

La figura de la mamá es una estampa rica en aplicaciones y a la que diferentes ciencias le han dedicado su estudio. Para la psicología, la relación de los hijos con su madre es importante, pues en algunos casos es ella quien los anima en su desarrollo y, en otros –según la psicología– es ella quien mutila a los hijos. Algunos han dicho que en filosofía se nos propone una historia de las ideas un tanto machista, por eso, en lo general, cuando se habla de los grandes pensadores, generalmente se alude a varones. Aunque, si nos disponemos a escuchar el canto de las sirenas, descubriremos el gran número de filósofas, pues también se cuentan muchas mujeres que han sabido encarnar esta tarea. Incluso algunas tendencias teológicas han gustado de afirmar que hay algunos gestos de Dios en los que éste más bien pareciera encarnar sentimientos maternos, de gran ternura, cobijo y cuidado. Ser madres es encarnar una actitud existencial, un estilo de vida.

Lo que sí es cierto es que la madre es una figura importantísima: todos la recordamos enseñándonos a dar nuestros primeros pasos, deteniendo la bicicleta para que pudiéramos aprender a tener equilibrio. La vemos llevando a los hijos a la escuela, interesada en las reuniones con los maestros sobre el desarrollo académico de sus hijos. Al tiempo que a ella es quien vemos cercana a los hijos, interesada por ellos y por las pequeñeces de la vida de los hijos. La madre es como una gran inclusión en nuestras vidas, porque toda nuestra obra está marcada por ellas, desde los inicios, y hasta el final.

Una madre es la mujer que dota de una manera fuerte pero tierna las experiencias de la vida, cercana, callada, empeñosa, honesta, decidida. En nuestra sociedad las madres son un signo profético y esperanzador.