/ martes 27 de noviembre de 2018

EL CIERRE DEL DIARIO EL SOL (ORIZABA-CORDOBA)

COLUMNA ACERTIJOS Miércoles 28 de noviembre de 2018


Cuando un diario cierra y deja su última edición en los lectores, algo muere en cada uno de nosotros. Esos amaneceres donde se olía la tinta y el papel. Esas noticias, buenas o malas, que ya se esperaban por las mañanas tranquilas. Los diarios hoy en día viven una avalancha de modernidad.


El Internet y las redes sociales se convirtieron en competencias brutas y mordaces. En el mundo han cerrado periódicos prestigiados que, del papel, mutan al ciberespacio. Hay muchos ejemplos. Los periódicos ante el abismo. Tomo fuente de Internet: “El 26 de marzo de 2016 el diario británico The independent cumplía 40 años de aventura cerrando su edición impresa. El titular de portada era tan luctuoso como exacto: «¡Paren máquinas!». Un grito que antes evocaba exclusivas voraces de última hora y que ahora delata el fin de la expedición.


The Independent había alcanzado tiradas de 400.000 ejemplares al día en la década de los 90, pero cuando la crisis económica estiró su zarpa (en 2008) y hasta el día en que abatieron las mariposas de la rotativa llevaba perdidos al 85% de sus lectores en papel. Son cifras desapasionadas. Es exactamente lo que sucede.


El Informe Anual de la Profesión Periodística centrado en 2015 y elaborado por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) cifra en 375 los medios de comunicación que han cerrado en España desde que se instaló la crisis. Más de 12.000 periodistas perdieron el trabajo. En EEUU la cifra abulta algo más, aunque no es tan devastadora.


La compañía de medición Nielsen Scarborough detectó una caída del 21% de los ingresos por publicidad en el tercer trimestre de 2016 en tres cabeceras principales: The Wall Street Journal, un 21%; en The Times, un 18%; y en The New York Times, un 18,5%. En esa histeria se acomoda la realidad del periódico impreso.

La convulsión negativa obliga desde hace años a plantear estrategias a las empresas de comunicación. Nunca antes una desconfianza de este empaque había sido tan contagiosa ni tan titular a cinco en el sector. Está en toda su potencia la desconfianza sobre el oficio. El papel, ahora sí, nos hace más caducifolios”.


LA ULTIMA EDICIÓN

En su última edición impresa en Córdoba y Orizaba, El Sol anunció que deja lo impreso y se va al Internet y a sus estaciones de radio. Propiedad de la Organización Editorial Mexicana de Mario Vázquez Raña (QEPD), con 43 años de circular y con 70 periódicos y 24 radiodifusoras, 1 canal de televisión y 43 sitios de Internet, uno de ellos bajó sus puertas.


Quien esto escribe ha colaborado allí desde hace algunos años, tantos que ya ni me acuerdo, desde que Pepe Valencia me invitó una mañana a mostrar mi columna, que ya se escribía en Notiver y Crónica de Tierra Blanca, pasando luego por el gran amigo, Alfredo Ríos Hernández, que hacían magia en las direcciones para sobrevivir, cuando se sabía que los lectores habían disminuido, que los contratos de gobierno se acababan, una buena fuente de supervivencia, que los anuncios comerciales se esfumaban y que la circulación no daba para sostener a los empleados de taller y oficina y reporteros.


Uno mismo, que fue destetado leyendo Excélsior, el Periódico de la vida nacional, y viendo Telesistema Mexicano y leyendo en la semana la revista Siempre, del gran José Pagés Llergo, lamenta mucho cualquier cierre de un periódico, las campanas doblan en la prensa por aquellos que se han ido y por otros que seguro se irán, cuando ya las nóminas no puedan sostenerse. Lamentable por los trabajadores, que se han hecho reporteros al pie de las batallas y que hoy no tendrán donde plasmar su oficio. Es otro mundo para el periodismo.


Aunque Bill Gates falló porque hace una década decía que vivirían solo 10 años los periódicos, y muchos aún están dándose de topes en la pared, porque el papel es caro, ha subido como nunca y los costos altos y la circulación baja, para aquellos que siempre han vivido de la circulación.


Los celulares, Google, las Tablet, Twiter, Facebook, Instagram, las computadoras, todo lo que se espía en las redes sociales de información es competencia gratis y hace ver viejos a los periódicos, aunque de muchos sus contenidos son de primera.


Yo soy amante a la antigua, que todavía suelo mandar flores, y aquí en mi aldea compro cuatro periódicos, tres locales: Sol, Mundo, Buen Tono y El País, en los impresos, y la revista semanal Proceso, por Internet espío a los columnistas españoles y mexicanos que me interesan.


El Sol cumplió 4 décadas de informar y estar en la mesa de los cafés o en el hogar, a las horas de mañana. El último ejemplar del día martes 27 de noviembre de 2018, con su número de edición 16,362, da cuenta de su cierre y será guardado seguro por mí y por los coleccionistas que les interesan tener cosas que fenecen.


Donde se cierra un ciclo y otro se abre, aunque no en el mismo lugar ni con la misma gente, por parafrasear al ínclito Juan Gabriel. Hasta siempre, gran diario Sol. Fue un placer haberte leído por esas cuatro décadas. Y animo a los trabajadores, Dios aprieta pero no ahorca, encontrarán seguro una manera de vivir con honestidad y responsabilidad.


www.gilbertohaazdiez.com



Cuando un diario cierra y deja su última edición en los lectores, algo muere en cada uno de nosotros. Esos amaneceres donde se olía la tinta y el papel. Esas noticias, buenas o malas, que ya se esperaban por las mañanas tranquilas. Los diarios hoy en día viven una avalancha de modernidad.


El Internet y las redes sociales se convirtieron en competencias brutas y mordaces. En el mundo han cerrado periódicos prestigiados que, del papel, mutan al ciberespacio. Hay muchos ejemplos. Los periódicos ante el abismo. Tomo fuente de Internet: “El 26 de marzo de 2016 el diario británico The independent cumplía 40 años de aventura cerrando su edición impresa. El titular de portada era tan luctuoso como exacto: «¡Paren máquinas!». Un grito que antes evocaba exclusivas voraces de última hora y que ahora delata el fin de la expedición.


The Independent había alcanzado tiradas de 400.000 ejemplares al día en la década de los 90, pero cuando la crisis económica estiró su zarpa (en 2008) y hasta el día en que abatieron las mariposas de la rotativa llevaba perdidos al 85% de sus lectores en papel. Son cifras desapasionadas. Es exactamente lo que sucede.


El Informe Anual de la Profesión Periodística centrado en 2015 y elaborado por la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) cifra en 375 los medios de comunicación que han cerrado en España desde que se instaló la crisis. Más de 12.000 periodistas perdieron el trabajo. En EEUU la cifra abulta algo más, aunque no es tan devastadora.


La compañía de medición Nielsen Scarborough detectó una caída del 21% de los ingresos por publicidad en el tercer trimestre de 2016 en tres cabeceras principales: The Wall Street Journal, un 21%; en The Times, un 18%; y en The New York Times, un 18,5%. En esa histeria se acomoda la realidad del periódico impreso.

La convulsión negativa obliga desde hace años a plantear estrategias a las empresas de comunicación. Nunca antes una desconfianza de este empaque había sido tan contagiosa ni tan titular a cinco en el sector. Está en toda su potencia la desconfianza sobre el oficio. El papel, ahora sí, nos hace más caducifolios”.


LA ULTIMA EDICIÓN

En su última edición impresa en Córdoba y Orizaba, El Sol anunció que deja lo impreso y se va al Internet y a sus estaciones de radio. Propiedad de la Organización Editorial Mexicana de Mario Vázquez Raña (QEPD), con 43 años de circular y con 70 periódicos y 24 radiodifusoras, 1 canal de televisión y 43 sitios de Internet, uno de ellos bajó sus puertas.


Quien esto escribe ha colaborado allí desde hace algunos años, tantos que ya ni me acuerdo, desde que Pepe Valencia me invitó una mañana a mostrar mi columna, que ya se escribía en Notiver y Crónica de Tierra Blanca, pasando luego por el gran amigo, Alfredo Ríos Hernández, que hacían magia en las direcciones para sobrevivir, cuando se sabía que los lectores habían disminuido, que los contratos de gobierno se acababan, una buena fuente de supervivencia, que los anuncios comerciales se esfumaban y que la circulación no daba para sostener a los empleados de taller y oficina y reporteros.


Uno mismo, que fue destetado leyendo Excélsior, el Periódico de la vida nacional, y viendo Telesistema Mexicano y leyendo en la semana la revista Siempre, del gran José Pagés Llergo, lamenta mucho cualquier cierre de un periódico, las campanas doblan en la prensa por aquellos que se han ido y por otros que seguro se irán, cuando ya las nóminas no puedan sostenerse. Lamentable por los trabajadores, que se han hecho reporteros al pie de las batallas y que hoy no tendrán donde plasmar su oficio. Es otro mundo para el periodismo.


Aunque Bill Gates falló porque hace una década decía que vivirían solo 10 años los periódicos, y muchos aún están dándose de topes en la pared, porque el papel es caro, ha subido como nunca y los costos altos y la circulación baja, para aquellos que siempre han vivido de la circulación.


Los celulares, Google, las Tablet, Twiter, Facebook, Instagram, las computadoras, todo lo que se espía en las redes sociales de información es competencia gratis y hace ver viejos a los periódicos, aunque de muchos sus contenidos son de primera.


Yo soy amante a la antigua, que todavía suelo mandar flores, y aquí en mi aldea compro cuatro periódicos, tres locales: Sol, Mundo, Buen Tono y El País, en los impresos, y la revista semanal Proceso, por Internet espío a los columnistas españoles y mexicanos que me interesan.


El Sol cumplió 4 décadas de informar y estar en la mesa de los cafés o en el hogar, a las horas de mañana. El último ejemplar del día martes 27 de noviembre de 2018, con su número de edición 16,362, da cuenta de su cierre y será guardado seguro por mí y por los coleccionistas que les interesan tener cosas que fenecen.


Donde se cierra un ciclo y otro se abre, aunque no en el mismo lugar ni con la misma gente, por parafrasear al ínclito Juan Gabriel. Hasta siempre, gran diario Sol. Fue un placer haberte leído por esas cuatro décadas. Y animo a los trabajadores, Dios aprieta pero no ahorca, encontrarán seguro una manera de vivir con honestidad y responsabilidad.


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