/ miércoles 26 de mayo de 2021

El pueblo no se corrompe, pero sí se le engaña

Tal como lo dispone la Constitución Política de México, la soberanía radica original y esencialmente en el pueblo, se instituye para su beneficio y se ejerce mediante la designación directa o indirecta de los hombres y mujeres, quienes están a cargo de los tres poderes de la Unión, a través de los cuales se hace posible gobernar al país y regular las relaciones de coordinación entre los particulares, de supra a subordinación entre los poderes públicos de los tres órganos de gobierno, cuya obligación en conjunto es garantizar la consecución del bien público temporal.

En forma similar a la maquinaria de un reloj, deben funcionar todas las partes del engranaje social y garantizar a la sociedad civil la satisfacción plena de sus necesidades de subsistencia y desarrollo de sus capacidades. Cuando todo marcha bien, un país se fortalece satisfaciendo las demandas de los gobernados, con pleno reconocimiento a los gobernantes.

Lo lamentable para los mexicanos del presente siglo es que tenemos que reconocer que “estábamos mejor cuando estábamos peor”. El gobierno de la 4T y su partido Morena, son señalados por el pueblo como los culpables de llevar a México a la bancarrota, a la división clasista e irreconciliable entre ricos y pobres, a la desesperación de las familias de los 250 mil muertos afectados por el Covid-19, por la ineficacia de todo el gobierno para combatir oportunamente la pandemia; y de no poner freno a los feminicidios, que según estadísticas de organismos especializados en la materia alcanza la escandalosa cifra de 10 mil mujeres asesinadas diariamente.

En la elección presidencial del año 2018, por el hartazgo del abuso autoritario del poder, los electores se volcaron a las urnas a emitir un voto de castigo, resultando electo el presidente AMLO, cuyo liderazgo y aspiración presidencial le permitieron hacer campaña en tres elecciones, hasta que resultó vencedor, y de entonces a la fecha las más de cien promesas que construyeron la esperanza de alcanzar los beneficios de una justicia distributiva, por incumplimientos nuevamente se ha perdido la fe en quienes hoy gobiernan.

El próximo 6 de junio el pueblo, con la rectitud que le caracteriza, expresará su aprobación o descalificación y rechazo al gobierno y a los candidatos de su partido (Morena), puesto que las deliberaciones entre el común de la gente nunca estarán sometidas a la corrupción, a la compra del voto o al yugo del poder temporal de los 4tes.

Tal como lo dispone la Constitución Política de México, la soberanía radica original y esencialmente en el pueblo, se instituye para su beneficio y se ejerce mediante la designación directa o indirecta de los hombres y mujeres, quienes están a cargo de los tres poderes de la Unión, a través de los cuales se hace posible gobernar al país y regular las relaciones de coordinación entre los particulares, de supra a subordinación entre los poderes públicos de los tres órganos de gobierno, cuya obligación en conjunto es garantizar la consecución del bien público temporal.

En forma similar a la maquinaria de un reloj, deben funcionar todas las partes del engranaje social y garantizar a la sociedad civil la satisfacción plena de sus necesidades de subsistencia y desarrollo de sus capacidades. Cuando todo marcha bien, un país se fortalece satisfaciendo las demandas de los gobernados, con pleno reconocimiento a los gobernantes.

Lo lamentable para los mexicanos del presente siglo es que tenemos que reconocer que “estábamos mejor cuando estábamos peor”. El gobierno de la 4T y su partido Morena, son señalados por el pueblo como los culpables de llevar a México a la bancarrota, a la división clasista e irreconciliable entre ricos y pobres, a la desesperación de las familias de los 250 mil muertos afectados por el Covid-19, por la ineficacia de todo el gobierno para combatir oportunamente la pandemia; y de no poner freno a los feminicidios, que según estadísticas de organismos especializados en la materia alcanza la escandalosa cifra de 10 mil mujeres asesinadas diariamente.

En la elección presidencial del año 2018, por el hartazgo del abuso autoritario del poder, los electores se volcaron a las urnas a emitir un voto de castigo, resultando electo el presidente AMLO, cuyo liderazgo y aspiración presidencial le permitieron hacer campaña en tres elecciones, hasta que resultó vencedor, y de entonces a la fecha las más de cien promesas que construyeron la esperanza de alcanzar los beneficios de una justicia distributiva, por incumplimientos nuevamente se ha perdido la fe en quienes hoy gobiernan.

El próximo 6 de junio el pueblo, con la rectitud que le caracteriza, expresará su aprobación o descalificación y rechazo al gobierno y a los candidatos de su partido (Morena), puesto que las deliberaciones entre el común de la gente nunca estarán sometidas a la corrupción, a la compra del voto o al yugo del poder temporal de los 4tes.