/ martes 17 de noviembre de 2020

El reto que sigue

Vendrán tres retos mayúsculos en el horizonte inmediato del país. Primero: un repunte feroz de contagios y muertes: por fatiga de pandemia, por la llegada del invierno; segundo, un shock adicional a la economía; y tercero, la posible llegada de la vacuna.

Parece que Pfizer estaría a punto de solicitar la aprobación de emergencia de una vacuna que ha probado un 90% de efectividad.

La empresa posee dos centros de producción: uno en Estados Unidos y otro en Bélgica.

De darse la autorización, quizá, la distribución podría empezar a fin de año.

Vendrán dos retos: la empresa deberá producir miles de millones de dosis. Un reto formidable. El otro reto es que, aún con disponibilidad suficiente, habrá que distribuirla y aplicarla.

Es un desafío mayúsculo.

México ha tenido un lamentable desempeño ante la pandemia. ¿Aprendimos después de un millón de infectados y cien mil muertos?

Temo que no.

El invierno será pavoroso. No se ve que ante el repunte -aquí no se puede hablar de rebrote- el gobierno esté dispuesto a decretar la obligatoriedad de usar cubrebocas, invertir en pruebas y en trazado de datos.

Ante la vacuna hay dos cuestiones preocupantes: se sabe que López-Gatell, uno de los peores funcionarios de la historia nacional, está retrasando los permisos para comprar la vacuna.

Segundo: su distribución es un proceso muy complejo. Se requieren cadenas frías de origen a punto. Los empaques traerán GPS con termómetros para asegurar su idoneidad en todo momento. Los centros de acopio y aplicación deberán tener controles estrictos. También bases de datos: cada vacuna debe aplicarse dos veces a los pacientes. Eso implica, primero, convencer a la gente que se aplique una primera dosis y, segundo, garantizar que 21 días después recibirán una segunda.

En un país con la vastedad, desigualdad y carencia de infraestructura de México es un reto que debería estar ya siendo atendido.

Las empresas que conocen del tema han roto relaciones con el gobierno.

Tendríamos que estar armando un sistema logístico público y privado para prepararnos cuando, acaso en el fin del primer trimestre, llegue la primera ola de vacunas.

Pero eso no está ocurriendo.

El Estado está absorto en nimiedades. La sociedad, desafiante.

De no actuar de inmediato, sumando a los tres niveles de gobierno, a los tres poderes del estado, a los sectores privado y social, viviremos una tragedia humana sin paralelo en un siglo.

La sociedad debe exigir a sus representantes la articulación de un plan integral, inmediato, serio, financiable, para evitar que la muerte siga apoderándose del país.

@fvazquezrig

Vendrán tres retos mayúsculos en el horizonte inmediato del país. Primero: un repunte feroz de contagios y muertes: por fatiga de pandemia, por la llegada del invierno; segundo, un shock adicional a la economía; y tercero, la posible llegada de la vacuna.

Parece que Pfizer estaría a punto de solicitar la aprobación de emergencia de una vacuna que ha probado un 90% de efectividad.

La empresa posee dos centros de producción: uno en Estados Unidos y otro en Bélgica.

De darse la autorización, quizá, la distribución podría empezar a fin de año.

Vendrán dos retos: la empresa deberá producir miles de millones de dosis. Un reto formidable. El otro reto es que, aún con disponibilidad suficiente, habrá que distribuirla y aplicarla.

Es un desafío mayúsculo.

México ha tenido un lamentable desempeño ante la pandemia. ¿Aprendimos después de un millón de infectados y cien mil muertos?

Temo que no.

El invierno será pavoroso. No se ve que ante el repunte -aquí no se puede hablar de rebrote- el gobierno esté dispuesto a decretar la obligatoriedad de usar cubrebocas, invertir en pruebas y en trazado de datos.

Ante la vacuna hay dos cuestiones preocupantes: se sabe que López-Gatell, uno de los peores funcionarios de la historia nacional, está retrasando los permisos para comprar la vacuna.

Segundo: su distribución es un proceso muy complejo. Se requieren cadenas frías de origen a punto. Los empaques traerán GPS con termómetros para asegurar su idoneidad en todo momento. Los centros de acopio y aplicación deberán tener controles estrictos. También bases de datos: cada vacuna debe aplicarse dos veces a los pacientes. Eso implica, primero, convencer a la gente que se aplique una primera dosis y, segundo, garantizar que 21 días después recibirán una segunda.

En un país con la vastedad, desigualdad y carencia de infraestructura de México es un reto que debería estar ya siendo atendido.

Las empresas que conocen del tema han roto relaciones con el gobierno.

Tendríamos que estar armando un sistema logístico público y privado para prepararnos cuando, acaso en el fin del primer trimestre, llegue la primera ola de vacunas.

Pero eso no está ocurriendo.

El Estado está absorto en nimiedades. La sociedad, desafiante.

De no actuar de inmediato, sumando a los tres niveles de gobierno, a los tres poderes del estado, a los sectores privado y social, viviremos una tragedia humana sin paralelo en un siglo.

La sociedad debe exigir a sus representantes la articulación de un plan integral, inmediato, serio, financiable, para evitar que la muerte siga apoderándose del país.

@fvazquezrig