/ sábado 2 de abril de 2022

En educación el mañana comenzó ayer

Delfina Gómez Álvarez, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), informó que actualmente los estudiantes de todo el país ya pueden regresar a las clases presenciales, toda vez que los semáforos epidemiológicos se encuentran en color verde y las estadísticas de la pandemia han disminuido.

Ante este anuncio uno se pregunta: ¿Qué hacer sobre el presente y futuro de la educación de niños, niñas y jóvenes del país? En el regreso a clases presenciales se pueden advertir cinco grandes retos: el acondicionamiento físico de las escuelas, la organización de la dinámica escolar, el sostenimiento económico de los planteles, la atención emocional de los estudiantes y la nivelación académica, comenta Rogelio Javier Alonso Ruiz.

Independientemente de los problemas señalados que no son pocos, el regreso a clases debe ir acompañado de planes que faciliten la adaptación de la comunidad estudiantil al nuevo contexto y, para guiar este proceso, UNICEF, UNESCO y el Banco Mundial ofrecen el documento Misión: Recuperar la educación, donde se destaca que todos los niños, niñas y adolescentes, incluso aquellos que dejaron la escuela durante la pandemia, vuelvan a la escuela y reciban los servicios adaptados necesarios para satisfacer sus necesidades en materia de aprendizaje, salud y bienestar psicológico y social. También los estudiantes deben recibir apoyo para recuperar el aprendizaje perdido y todo el personal docente estar preparado y apoyado, para remediar la pérdida de aprendizaje entre su alumnado e incorporar las tecnologías digitales a su docencia.

Los retos para los maestros ahora son mayores. Retomar las clases presenciales ha puesto de manifiesto lo mejor de los métodos de enseñanza tradicionales, el desarrollo de la capacidad de adaptación para encontrar una nueva forma de convivir y socializar de los maestros, alumnos y padres de familia dentro de las restricciones dadas y tener una respuesta ejemplar ante el reto que les brinda el futuro próximo para aportar valor a un ambiente de aprendizaje que se supone hiperconectado (correo electrónico, redes sociales, mensajería, teléfono e internet). En consecuencia, es necesaria la generación de condiciones pedagógicas idóneas para reactivar de la mejor manera los procesos de aprendizaje. Por supuesto con el apoyo gubernamental que ello implica.

“Los maestros sobre todo en educación básica cuentan con una gran experiencia: dominio y sensibilidad para sacar lo mejor de cada alumno dentro de las aulas, siempre han sido el principal actor de este proceso y es fundamental para ellos no abandonar el gobierno de la clase para lograr el aprendizaje esperado. A ellos corresponde reactivar de la mejor manera los procesos de aprendizaje. El mayor reto que tienen en estos momentos es brindar las herramientas socioemocionales necesarias para la reincorporación al modo presencial, saber canalizar los miedos, ansiedad, inseguridad. La empatía, adaptación y flexibilidad serán fundamentales para que tanto alumnos, maestros y padres de familia puedan aprovechar de la mejor forma esta nueva educación”, apunta Alonso Ruiz

Se puede estar de acuerdo que “la mayor ventaja de las clases presenciales es aquella donde los niños pueden decir directamente sus dudas al profesor y pueden entender mejor las clases: la posibilidad de socializar. El juntarse con más personas en un espacio físico donde se establecen contactos que pueden ser de ayuda de cara al mercado laboral en el futuro. Está presente la disciplina como virtud. El tener que cumplir con unos horarios prefijados inculca disciplina para evitar toques de atención por parte del profesorado”.

Pero también hay que superar otras desventajas para tener una educación de calidad: el mantenimiento de la infraestructura, instalaciones, servicios o suministros. Tomar en cuenta que en una educación escolarizada los horarios son más rígidos.

Aquellas personas que quieran compatibilizar sus estudios con un trabajo lo tienen más complicado. Los contenidos tardan en actualizarse. Los docentes tienden a apoyarse en materiales analógicos, cuya actualización es compleja, a la hora de impartir sus clases. Asimismo el tiempo que se pierde en transporte es considerable, sobre todo si un profesor tiene muchos alumnos y cada uno está en un punto distinto de la ciudad. Es claro que se viven nuevas experiencias que brindan una oportunidad para aprender y valorar.

En lo organizativo, la integración de la comunidad educativa será fundamental para el diseño y ejecución de las medidas de convivencia al interior de las escuelas. La implementación de éstas implicará no sólo su conocimiento, sino un trabajo articulado sobre todo del equipo escolar. El reto por superar es importante, tal como lo demuestra el hecho de que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Evaluación educativa, en 31% de planteles de educación primaria, su personal no comparte las prioridades escolares, mientras que sólo en 18.2% se comparten la mayoría o todas; asimismo, se reconoce que “los maestros se enfrentan a una participación limitada de las familias”. Será fundamental superar una cultura escolar fincada en buena parte en el individualismo. Conformar una verdadera comunidad educativa será la clave para enfrentar de manera segura el reto de operar en medio de una pandemia.

Aún se está a tiempo para desarrollar las llamadas “habilidades del futuro” que permitan rescatar una visión educativa actual, vanguardista y generar un propósito claro. Solo así se podrá decidir qué hacer con todo esto que ha cambiado con la pandemia. Hoy como sociedad se tiene un gran reto, que es valorar de manera más humana el trabajo de los demás, sobre todo del magisterio, y juntos construir un nuevo modelo educativo acorde a las exigencias del mundo actual.

Delfina Gómez Álvarez, titular de la Secretaría de Educación Pública (SEP), informó que actualmente los estudiantes de todo el país ya pueden regresar a las clases presenciales, toda vez que los semáforos epidemiológicos se encuentran en color verde y las estadísticas de la pandemia han disminuido.

Ante este anuncio uno se pregunta: ¿Qué hacer sobre el presente y futuro de la educación de niños, niñas y jóvenes del país? En el regreso a clases presenciales se pueden advertir cinco grandes retos: el acondicionamiento físico de las escuelas, la organización de la dinámica escolar, el sostenimiento económico de los planteles, la atención emocional de los estudiantes y la nivelación académica, comenta Rogelio Javier Alonso Ruiz.

Independientemente de los problemas señalados que no son pocos, el regreso a clases debe ir acompañado de planes que faciliten la adaptación de la comunidad estudiantil al nuevo contexto y, para guiar este proceso, UNICEF, UNESCO y el Banco Mundial ofrecen el documento Misión: Recuperar la educación, donde se destaca que todos los niños, niñas y adolescentes, incluso aquellos que dejaron la escuela durante la pandemia, vuelvan a la escuela y reciban los servicios adaptados necesarios para satisfacer sus necesidades en materia de aprendizaje, salud y bienestar psicológico y social. También los estudiantes deben recibir apoyo para recuperar el aprendizaje perdido y todo el personal docente estar preparado y apoyado, para remediar la pérdida de aprendizaje entre su alumnado e incorporar las tecnologías digitales a su docencia.

Los retos para los maestros ahora son mayores. Retomar las clases presenciales ha puesto de manifiesto lo mejor de los métodos de enseñanza tradicionales, el desarrollo de la capacidad de adaptación para encontrar una nueva forma de convivir y socializar de los maestros, alumnos y padres de familia dentro de las restricciones dadas y tener una respuesta ejemplar ante el reto que les brinda el futuro próximo para aportar valor a un ambiente de aprendizaje que se supone hiperconectado (correo electrónico, redes sociales, mensajería, teléfono e internet). En consecuencia, es necesaria la generación de condiciones pedagógicas idóneas para reactivar de la mejor manera los procesos de aprendizaje. Por supuesto con el apoyo gubernamental que ello implica.

“Los maestros sobre todo en educación básica cuentan con una gran experiencia: dominio y sensibilidad para sacar lo mejor de cada alumno dentro de las aulas, siempre han sido el principal actor de este proceso y es fundamental para ellos no abandonar el gobierno de la clase para lograr el aprendizaje esperado. A ellos corresponde reactivar de la mejor manera los procesos de aprendizaje. El mayor reto que tienen en estos momentos es brindar las herramientas socioemocionales necesarias para la reincorporación al modo presencial, saber canalizar los miedos, ansiedad, inseguridad. La empatía, adaptación y flexibilidad serán fundamentales para que tanto alumnos, maestros y padres de familia puedan aprovechar de la mejor forma esta nueva educación”, apunta Alonso Ruiz

Se puede estar de acuerdo que “la mayor ventaja de las clases presenciales es aquella donde los niños pueden decir directamente sus dudas al profesor y pueden entender mejor las clases: la posibilidad de socializar. El juntarse con más personas en un espacio físico donde se establecen contactos que pueden ser de ayuda de cara al mercado laboral en el futuro. Está presente la disciplina como virtud. El tener que cumplir con unos horarios prefijados inculca disciplina para evitar toques de atención por parte del profesorado”.

Pero también hay que superar otras desventajas para tener una educación de calidad: el mantenimiento de la infraestructura, instalaciones, servicios o suministros. Tomar en cuenta que en una educación escolarizada los horarios son más rígidos.

Aquellas personas que quieran compatibilizar sus estudios con un trabajo lo tienen más complicado. Los contenidos tardan en actualizarse. Los docentes tienden a apoyarse en materiales analógicos, cuya actualización es compleja, a la hora de impartir sus clases. Asimismo el tiempo que se pierde en transporte es considerable, sobre todo si un profesor tiene muchos alumnos y cada uno está en un punto distinto de la ciudad. Es claro que se viven nuevas experiencias que brindan una oportunidad para aprender y valorar.

En lo organizativo, la integración de la comunidad educativa será fundamental para el diseño y ejecución de las medidas de convivencia al interior de las escuelas. La implementación de éstas implicará no sólo su conocimiento, sino un trabajo articulado sobre todo del equipo escolar. El reto por superar es importante, tal como lo demuestra el hecho de que, de acuerdo con el Instituto Nacional de Evaluación educativa, en 31% de planteles de educación primaria, su personal no comparte las prioridades escolares, mientras que sólo en 18.2% se comparten la mayoría o todas; asimismo, se reconoce que “los maestros se enfrentan a una participación limitada de las familias”. Será fundamental superar una cultura escolar fincada en buena parte en el individualismo. Conformar una verdadera comunidad educativa será la clave para enfrentar de manera segura el reto de operar en medio de una pandemia.

Aún se está a tiempo para desarrollar las llamadas “habilidades del futuro” que permitan rescatar una visión educativa actual, vanguardista y generar un propósito claro. Solo así se podrá decidir qué hacer con todo esto que ha cambiado con la pandemia. Hoy como sociedad se tiene un gran reto, que es valorar de manera más humana el trabajo de los demás, sobre todo del magisterio, y juntos construir un nuevo modelo educativo acorde a las exigencias del mundo actual.