/ miércoles 23 de septiembre de 2020

La honestidad de Jaime Cárdenas no va con la 4T

El combate a la corrupción y la impunidad fueron de las demandas más sentidas de la población durante la pasada campaña política por la Presidencia de la República. No hubo ningún contendiente que estuviera en contra del combate a esos vicios ancestrales que identifican a los tres órdenes de gobierno, por donde han pasado autoridades emanadas de todos los partidos políticos mexicanos.

El pasado 22 de enero, comunicación social de la Secretaría de Hacienda dio a conocer el nombre autorizado por decreto para identificar a la dependencia que se encargaría de impulsar la transparencia mediante una política que además de formalizar la función pública, llevara un beneficio a las clases sociales necesitadas y de alta marginación. Para ello el nombre autorizado fue “Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado”.

El beneplácito por el objetivo y el nombre fue contundente y la designación del intelectual y prestigiado Jaime Cárdenas, al frente del instituto, dio el complemento para desterrar dudas y sospechas sobre cualquier manejo oscuro o irregular en la venta de bienes asegurados por el gobierno, provenientes de la comisión de ilícitos y adeudos maquinados sin solventar, que permitieron la apropiación de objetos, muebles e inmuebles confiscados que, previa valoración, se enajenarían mediante subastas públicas, de cuyos ingresos se destinaría la mayor parte a la construcción y equipamiento de obras de interés colectivo, social, de becas y beneficios específicos para comunidades marginadas.

Hoy vemos que la 4T vuelve a fallar y que no es ajena a la corrupción que juró destruir con la llegada de Morena al gobierno, pues hoy se ve que en todo acto de administración pública, militantes y simpatizantes del partido del Presidente están incurriendo en faltas a la moral pública, por el acopio descarado e ilegal de recursos público para provecho personal.

El organismo descentralizado, creado específicamente para “devolver al pueblo” lo robado, apesta a corrupción y su descrédito nacional lo ha vuelto inservible e inaceptable por la población. Seguramente para quienes era un honor estar con Obrador, solo queda el arrepentimiento de haber votado por él y la penitencia será el voto en contra de Morena para la elección intermedia del año próximo y la de 2024, cuando las aguas procelosas de la política nacional volverán a su cauce.

El combate a la corrupción y la impunidad fueron de las demandas más sentidas de la población durante la pasada campaña política por la Presidencia de la República. No hubo ningún contendiente que estuviera en contra del combate a esos vicios ancestrales que identifican a los tres órdenes de gobierno, por donde han pasado autoridades emanadas de todos los partidos políticos mexicanos.

El pasado 22 de enero, comunicación social de la Secretaría de Hacienda dio a conocer el nombre autorizado por decreto para identificar a la dependencia que se encargaría de impulsar la transparencia mediante una política que además de formalizar la función pública, llevara un beneficio a las clases sociales necesitadas y de alta marginación. Para ello el nombre autorizado fue “Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado”.

El beneplácito por el objetivo y el nombre fue contundente y la designación del intelectual y prestigiado Jaime Cárdenas, al frente del instituto, dio el complemento para desterrar dudas y sospechas sobre cualquier manejo oscuro o irregular en la venta de bienes asegurados por el gobierno, provenientes de la comisión de ilícitos y adeudos maquinados sin solventar, que permitieron la apropiación de objetos, muebles e inmuebles confiscados que, previa valoración, se enajenarían mediante subastas públicas, de cuyos ingresos se destinaría la mayor parte a la construcción y equipamiento de obras de interés colectivo, social, de becas y beneficios específicos para comunidades marginadas.

Hoy vemos que la 4T vuelve a fallar y que no es ajena a la corrupción que juró destruir con la llegada de Morena al gobierno, pues hoy se ve que en todo acto de administración pública, militantes y simpatizantes del partido del Presidente están incurriendo en faltas a la moral pública, por el acopio descarado e ilegal de recursos público para provecho personal.

El organismo descentralizado, creado específicamente para “devolver al pueblo” lo robado, apesta a corrupción y su descrédito nacional lo ha vuelto inservible e inaceptable por la población. Seguramente para quienes era un honor estar con Obrador, solo queda el arrepentimiento de haber votado por él y la penitencia será el voto en contra de Morena para la elección intermedia del año próximo y la de 2024, cuando las aguas procelosas de la política nacional volverán a su cauce.