Quizá sea insoportable la levedad del ser, como lo dijo Kundera, pero lo cierto es que la oscuridad y volatilidad de algunas personas es causa permanente de conflictos en los entornos laborales, familiares y de convivencia. La oscuridad y volatilidad son áreas intrínsecas del ser humano, esencias interrelacionadas que revelan la naturaleza física y psicosocial de los individuos. Hay personas que no pueden autorregular sus emociones y ponen de cabeza cualquier ambiente en que se manifiestan o se desenvuelven.
La oscuridad tiene efectos específicos en la salud y bienestar de las personas que puede afectar el reloj biológico, el comportamiento, rendimiento y descanso. Dentro de la profundidad de las personas se esconden emociones, sentimientos y pensamientos complejos, a menudo negativos, como la ira, resentimiento, tristeza, miedo, celos, rencor. Ven todo a través de un cristal oscuro y no guardan la proporción debida de las cosas. Su realidad suele ser distinta y en ocasiones choca con la de los demás.
Carl Jung identificó esta parte oscura de las personas como un arquetipo que contiene los aspectos reprimidos y las negaciones de la personalidad. Enfrentarla implica reconocer y aceptar estos sentimientos y pensamientos oscuros para propiciar una conciliación interna que permita diferenciar las acciones dañinas que impulsa a cometer. Además, como manifestaciones de esta oscuridad están la crueldad, la violencia, la manipulación, la destrucción de lo que no comprenden, no les gusta, o sólo les causa placer revolver las cosas.
La volatilidad describe la fragilidad y la naturaleza cambiante de las personas en la vida moderna. Zygmunt Bauman, sociólogo y filósofo polaco-británico fallecido en 2017, utiliza este término para describir la inestabilidad de las relaciones humanas, el trabajo y la política en un mundo donde todo parece efímero y susceptible de cambio. Esta volatilidad genera una sensación de malestar y vulnerabilidad porque se enfrentan a un entorno incierto que desafía la estabilidad de sus vidas.
La modernidad líquida, como la llama Bauman, significa que los individuos deben comprender el momento que viven, las circunstancias, y adaptarse a la incertidumbre e inestabilidad que les rodea en un mundo que se transforma rápidamente. Esta lucha puede llevarles a una existencia más superficial y a la dificultad de establecer relaciones profundas y significativas. La presión de la inmediatez y la falta de certezas pueden hacer que las personas se sientan atrapadas en un círculo de supervivencia, mas que en el círculo de una verdadera existencia.
La volatilidad presenta un mundo incierto y ambiguo, donde no siempre hay respuestas claras y definitivas. Esto hace que las emociones, sentimientos, pensamientos, actitudes y comportamientos no sean estáticos, sino que fluctúan constantemente en respuesta a experiencias internas y externas. La adaptabilidad y la resiliencia son la mayor fortaleza que puede cultivar el ser humano ante las incertidumbres de la vida, porque desde ahí puede reinventarse y lograr su crecimiento para incorporarse al mundo.
Sé que todo esto se dice fácil, pero para muchos las vivencias en los entornos y espacios de trabajo, familiares y sociales son tormentos con los que no pueden lidiar. Se necesita mucha voluntad y determinación internas para estar conscientes sobre qué tanto es necesario cambiar nosotros mismos en lugar de quejarnos del ambiente en que convivimos. Qué tanto participamos o propiciamos nosotros mismos ese ambiente que detestamos. Qué motiva las propias actitudes antes de criticar a las de los demás.
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