/ viernes 27 de mayo de 2022

La peor crisis de Veracruz

Es gravísima la situación de criminalidad que vive Veracruz; tan grave como la desaparición de una joven mujer en Cardel, sobre la cual el gobernador aseguró públicamente que en realidad estaba “resguardada” (término en referencia a estar detenida o bajo investigación, en este caso por la Fiscalía General de la República o del estado), y a quien, presumiblemente, correspondería el cadáver de una femenina hallado en Chachalacas, aunque no queda claro si la información está confirmada por el estudio de ADN que se le practicó y, de igual manera, si ese cuerpo coincide con sus señas particulares; y la escandalosa ejecución directa en Acayucan ayer, a plena luz del día y en medio de una reunión entre 200 mujeres enfermas de cáncer con el director del DIF, Clemente Nagasaki Condado Escamilla, víctima del atentado, ex subprocurador de Justicia en la Cuenca del Papaloapan y ex fiscal federal en Córdoba. ¿Qué pasa en Veracruz? Evidentemente la delincuencia rebasó a la autoridad, se empoderó y estos hechos vuelven a demostrar que la estrategia de abrazos naufraga con miles de muertos, sin que el estado mexicano tenga un rumbo claro de cómo frenar esta escalada de violencia. Son los dos últimos casos más sonados, no los únicos; no hay día en que no existan ejecuciones, secuestros y balaceras en la entidad, que erizan la piel. Veracruz se ha convertido en grandísimo cementerio, y todos los ciudadanos, sin excepción, están en riesgo de ser víctima de un delito, sin que las instituciones, y quienes las representan, ofrezcan garantías de salvaguardar la vida de las personas, a que están obligados como ordena la máxima ley del país a los gobiernos. ¿El cadáver encontrado en Chachalacas es de Viridiana Moreno? Sea quien fuere la víctima, es lamentable y triste, pero si correspondiera a la joven mujer desaparecida cuando acudió a un hotel de Cardel a una entrevista de trabajo, el propio mandatario estatal tendría que ser llamado a declarar sobre la información en relación a esos hechos, quién le informó lo que afirmó públicamente, bajo qué cargo o cargos estaba “resguardada” Viridiana, dónde y qué autoridad la mantenía bajo su responsabilidad, y qué pasó después, antes de que se descubrieran sus restos, casi irreconocibles, a decir de la familia. La población se ha levantado en protestas en esa ciudad cercana al puerto de Veracruz, y se han agregado grupos feministas que marcharon en la capital del estado; ayer, por ejemplo, hubo otra protesta en exigencia del esclarecimiento de este hecho, pintarrajearon el hotel donde habría desaparecido la víctima, y se cuestionó a la autoridad porqué hasta ese momento no se había cateado el lugar en busca de evidencias, como marcan los protocolos. Algo raro pasa, pues se trataría de una revisión obligatoria. Agregado a este complicado caso, el crimen del director del DIF en Acayucan profundizó la crisis de seguridad que se padece en la entidad. Más allá de las investigaciones o hasta probables detenciones, que en este tipo de acontecimientos suele ofrecer la autoridad de procuración de justicia, es que se actúe eficientemente con medidas para prevenir delitos, contener la violencia, abandonar lo que está demostrado que no funciona, sin mentiras ni excusas sobre la grave inseguridad u ofrecimientos de que, ahora sí, se van a castigar este tipo de crímenes. Mejor evitarlos. La sociedad se mantiene expectante, y no se le debería subestimar. Se hace necesario un golpe de timón que cambie el rumbo de la difícil situación veracruzana.

Es gravísima la situación de criminalidad que vive Veracruz; tan grave como la desaparición de una joven mujer en Cardel, sobre la cual el gobernador aseguró públicamente que en realidad estaba “resguardada” (término en referencia a estar detenida o bajo investigación, en este caso por la Fiscalía General de la República o del estado), y a quien, presumiblemente, correspondería el cadáver de una femenina hallado en Chachalacas, aunque no queda claro si la información está confirmada por el estudio de ADN que se le practicó y, de igual manera, si ese cuerpo coincide con sus señas particulares; y la escandalosa ejecución directa en Acayucan ayer, a plena luz del día y en medio de una reunión entre 200 mujeres enfermas de cáncer con el director del DIF, Clemente Nagasaki Condado Escamilla, víctima del atentado, ex subprocurador de Justicia en la Cuenca del Papaloapan y ex fiscal federal en Córdoba. ¿Qué pasa en Veracruz? Evidentemente la delincuencia rebasó a la autoridad, se empoderó y estos hechos vuelven a demostrar que la estrategia de abrazos naufraga con miles de muertos, sin que el estado mexicano tenga un rumbo claro de cómo frenar esta escalada de violencia. Son los dos últimos casos más sonados, no los únicos; no hay día en que no existan ejecuciones, secuestros y balaceras en la entidad, que erizan la piel. Veracruz se ha convertido en grandísimo cementerio, y todos los ciudadanos, sin excepción, están en riesgo de ser víctima de un delito, sin que las instituciones, y quienes las representan, ofrezcan garantías de salvaguardar la vida de las personas, a que están obligados como ordena la máxima ley del país a los gobiernos. ¿El cadáver encontrado en Chachalacas es de Viridiana Moreno? Sea quien fuere la víctima, es lamentable y triste, pero si correspondiera a la joven mujer desaparecida cuando acudió a un hotel de Cardel a una entrevista de trabajo, el propio mandatario estatal tendría que ser llamado a declarar sobre la información en relación a esos hechos, quién le informó lo que afirmó públicamente, bajo qué cargo o cargos estaba “resguardada” Viridiana, dónde y qué autoridad la mantenía bajo su responsabilidad, y qué pasó después, antes de que se descubrieran sus restos, casi irreconocibles, a decir de la familia. La población se ha levantado en protestas en esa ciudad cercana al puerto de Veracruz, y se han agregado grupos feministas que marcharon en la capital del estado; ayer, por ejemplo, hubo otra protesta en exigencia del esclarecimiento de este hecho, pintarrajearon el hotel donde habría desaparecido la víctima, y se cuestionó a la autoridad porqué hasta ese momento no se había cateado el lugar en busca de evidencias, como marcan los protocolos. Algo raro pasa, pues se trataría de una revisión obligatoria. Agregado a este complicado caso, el crimen del director del DIF en Acayucan profundizó la crisis de seguridad que se padece en la entidad. Más allá de las investigaciones o hasta probables detenciones, que en este tipo de acontecimientos suele ofrecer la autoridad de procuración de justicia, es que se actúe eficientemente con medidas para prevenir delitos, contener la violencia, abandonar lo que está demostrado que no funciona, sin mentiras ni excusas sobre la grave inseguridad u ofrecimientos de que, ahora sí, se van a castigar este tipo de crímenes. Mejor evitarlos. La sociedad se mantiene expectante, y no se le debería subestimar. Se hace necesario un golpe de timón que cambie el rumbo de la difícil situación veracruzana.