/ martes 7 de junio de 2022

La política del desprestigio de la 4T

Este sexenio se ha distinguido por su represión y autoritarismo, por la persecución y el engaño, y más cuando se trata de los “adversarios” del Presidente, de aquellos que culpa cuando le estorban en su camino, sobre todo cuando no se comulga con la ideología de quien hoy tiene las riendas del país.

Como cazador, se vale de todo para atrapar a su presa, aunque algunas veces solo sea una escena más del coyote y el correcaminos, el titular del Ejecutivo recurre al desprestigio para enlodar a sus víctimas y se frustra cuando cosecha las tempestades del viento que sembró.

Desde su palestra no se cansa de llamarlos deshonestos a unos; corruptos a otros y traidores a la patria, a la mayoría. No solo se ha ensañado con los gobernadores opositores, también con periodistas, padres de familia, organizaciones civiles y empresarios y a todos los acusa de ser parte de un "régimen de corrupción, privilegios, y de ser neoliberales o conservadores”. Tal es el caso contra el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, movió sus brazos ejecutores y todo su aparato de gobierno para perseguirlo, denostarlo y tratar de encerrarlo; meses después, el exdirector de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, aceptó en un mensaje dirigido al abogado del gobernador tamaulipeco, que él “solo hizo lo que le ordenó el gobierno”.

Desde el principio lo dijimos: todo ese circo armado desde Palacio Nacional fue una persecución política, llena de señalamientos infundados de un personaje que solo gobierna desde el desprestigio y de su escénica popularidad.

En tiempos de Morena su política ha sido el desprestigio, les cuesta mucho ganar sin pisotear a otras personas, quieren ganar a como dé lugar, incluso a costa de la seguridad de los mexicanos y dando cabida al crimen organizado.

Al Presidente solo le preocupa su “popularidad”, que es lo único que le queda, eso y el odio que le tiene a quien él llama sus “adversarios”; no le preocupa el país, no le preocupan los mexicanos. Al inquilino sexenal le ocupa torcer la ley, fabricar acusaciones, ha calibrado como adversarios a quienes les resulta más rentables para sus intereses políticos, los acosa y persigue, más aún si no logra hacer con la fuerza de su brazo político que “piensen como él”.

Desde sus mañaneras activa a sus huestes y seguidores para que sean sus soldados en cada una de sus batallas, con la dicotomía básica, esa que lo caracteriza desde su eterna campaña: nosotros contra ellos.

Pero solo critica a sus “enemigos”, a sus “adversarios”, y tal parece que en ese momento de sus críticas, olvida mágicamente las ligas, los sobres amarillos, las aportaciones “voluntarias” y esos videoescándalos de familia y amigos que lo rodean, que han demostrado la verdadera corrupción que hay en su gobierno y que gozan de completa impunidad.

Así es como el desprestigio se convirtió en la estrategia de este gobierno y buscan evadir sus fallidos planes con su ya gastada “popularidad”, esa misma popularidad que no ha servido para nada, no ha servido para tener un sistema de salud como Dinamarca, ni un nivel de vida escandinavo, ni la seguridad de Suiza, su alta popularidad es por otras razones, no por buen desempeño, y para muestra la mamá del “Chapo”.

(*) Coordinador de los senadores del PAN

Este sexenio se ha distinguido por su represión y autoritarismo, por la persecución y el engaño, y más cuando se trata de los “adversarios” del Presidente, de aquellos que culpa cuando le estorban en su camino, sobre todo cuando no se comulga con la ideología de quien hoy tiene las riendas del país.

Como cazador, se vale de todo para atrapar a su presa, aunque algunas veces solo sea una escena más del coyote y el correcaminos, el titular del Ejecutivo recurre al desprestigio para enlodar a sus víctimas y se frustra cuando cosecha las tempestades del viento que sembró.

Desde su palestra no se cansa de llamarlos deshonestos a unos; corruptos a otros y traidores a la patria, a la mayoría. No solo se ha ensañado con los gobernadores opositores, también con periodistas, padres de familia, organizaciones civiles y empresarios y a todos los acusa de ser parte de un "régimen de corrupción, privilegios, y de ser neoliberales o conservadores”. Tal es el caso contra el gobernador Francisco García Cabeza de Vaca, movió sus brazos ejecutores y todo su aparato de gobierno para perseguirlo, denostarlo y tratar de encerrarlo; meses después, el exdirector de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, aceptó en un mensaje dirigido al abogado del gobernador tamaulipeco, que él “solo hizo lo que le ordenó el gobierno”.

Desde el principio lo dijimos: todo ese circo armado desde Palacio Nacional fue una persecución política, llena de señalamientos infundados de un personaje que solo gobierna desde el desprestigio y de su escénica popularidad.

En tiempos de Morena su política ha sido el desprestigio, les cuesta mucho ganar sin pisotear a otras personas, quieren ganar a como dé lugar, incluso a costa de la seguridad de los mexicanos y dando cabida al crimen organizado.

Al Presidente solo le preocupa su “popularidad”, que es lo único que le queda, eso y el odio que le tiene a quien él llama sus “adversarios”; no le preocupa el país, no le preocupan los mexicanos. Al inquilino sexenal le ocupa torcer la ley, fabricar acusaciones, ha calibrado como adversarios a quienes les resulta más rentables para sus intereses políticos, los acosa y persigue, más aún si no logra hacer con la fuerza de su brazo político que “piensen como él”.

Desde sus mañaneras activa a sus huestes y seguidores para que sean sus soldados en cada una de sus batallas, con la dicotomía básica, esa que lo caracteriza desde su eterna campaña: nosotros contra ellos.

Pero solo critica a sus “enemigos”, a sus “adversarios”, y tal parece que en ese momento de sus críticas, olvida mágicamente las ligas, los sobres amarillos, las aportaciones “voluntarias” y esos videoescándalos de familia y amigos que lo rodean, que han demostrado la verdadera corrupción que hay en su gobierno y que gozan de completa impunidad.

Así es como el desprestigio se convirtió en la estrategia de este gobierno y buscan evadir sus fallidos planes con su ya gastada “popularidad”, esa misma popularidad que no ha servido para nada, no ha servido para tener un sistema de salud como Dinamarca, ni un nivel de vida escandinavo, ni la seguridad de Suiza, su alta popularidad es por otras razones, no por buen desempeño, y para muestra la mamá del “Chapo”.

(*) Coordinador de los senadores del PAN