/ martes 3 de agosto de 2021

La simulación hecha consulta

Nuevamente el presidente Andrés Manuel López Obrador distrae a los mexicanos con sus ya conocidos actos de simulación, como su reciente consulta popular, según él, para enjuiciar a los últimos cinco expresidentes de México.

El fundador del partido Morena, cual vendedor de espejitos, ofreció una falsa idea y expectativa a los mexicanos –que todavía creen en él–, como el de ser defensores de la democracia y que en sus manos “está” juzgar a los expresidentes.

Para empezar, la pregunta que el Instituto Nacional Electoral (INE) imprimió en más de 93 millones de papeletas, fue formulada por la Suprema Corte, y cito textual: "¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?".

Si usted lee con detenimiento dicha pregunta, en ninguna línea de esa narrativa menciona como tal las palabras “juzgar a expresidentes”. Considero que cualquier estudiante de la Facultad de Derecho, incluso el Presidente, con su promedio de 7.8 en Ciencias Políticas de la UNAM, notó desde el principio este dato tan impreciso. Y como lo han expresado muchos mexicanos, que la ley no se consulta, se aplica, y en este caso este acto de participación ciudadana no tiene un propósito real, es otro acto de campaña, otra simulación de López Obrador, que si en verdad quiere juzgar al pasado, hubiera usado esos más de 500 millones para abrir carpetas de investigación y denunciar a los expresidentes ante las autoridades correspondientes.

Su pregunta es un verdadero galimatías, porque tampoco se preguntó si se aplica la ley o no, y este proceso democrático que acaba de pasar, y que el partido en el poder calificó como un “éxito”, fue bajo una completa ambigüedad, cuya respuesta es más que obvia, y donde por cierto el Presidente no acudió a externar su sufragio.

Tal parece que AMLO quiere ser la versión tabasqueña del dictador Muamar Gadafi, conocido por crear leyes sobre la marcha, y empleando en su pueblo que –el líder es la ley y debe obedecerse–, en este caso aplica su ley según sus intereses y manipulando para que se cumplan sus caprichos.

López Obrador sabe perfectamente que ninguna consulta es vinculante a proceso, porque al emplearse como en este caso, violenta las leyes constitucionales y el debido proceso penal, dando como resultado amparos para los expresidentes.

Este sexenio está lleno de manipulación, actuación, simulaciones, mucha ficción; llena también de productores y escritores, como queriendo emular el régimen del dictador norcoreano Kim Jong-il, donde la versión mexicana llamada Andrés Manuel se apoya en sus mañaneras, monta sus circos y explota su histrión interno para crear la realidad alterna que quiere que vean los mexicanos.

Nuevamente el presidente Andrés Manuel López Obrador distrae a los mexicanos con sus ya conocidos actos de simulación, como su reciente consulta popular, según él, para enjuiciar a los últimos cinco expresidentes de México.

El fundador del partido Morena, cual vendedor de espejitos, ofreció una falsa idea y expectativa a los mexicanos –que todavía creen en él–, como el de ser defensores de la democracia y que en sus manos “está” juzgar a los expresidentes.

Para empezar, la pregunta que el Instituto Nacional Electoral (INE) imprimió en más de 93 millones de papeletas, fue formulada por la Suprema Corte, y cito textual: "¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos, encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?".

Si usted lee con detenimiento dicha pregunta, en ninguna línea de esa narrativa menciona como tal las palabras “juzgar a expresidentes”. Considero que cualquier estudiante de la Facultad de Derecho, incluso el Presidente, con su promedio de 7.8 en Ciencias Políticas de la UNAM, notó desde el principio este dato tan impreciso. Y como lo han expresado muchos mexicanos, que la ley no se consulta, se aplica, y en este caso este acto de participación ciudadana no tiene un propósito real, es otro acto de campaña, otra simulación de López Obrador, que si en verdad quiere juzgar al pasado, hubiera usado esos más de 500 millones para abrir carpetas de investigación y denunciar a los expresidentes ante las autoridades correspondientes.

Su pregunta es un verdadero galimatías, porque tampoco se preguntó si se aplica la ley o no, y este proceso democrático que acaba de pasar, y que el partido en el poder calificó como un “éxito”, fue bajo una completa ambigüedad, cuya respuesta es más que obvia, y donde por cierto el Presidente no acudió a externar su sufragio.

Tal parece que AMLO quiere ser la versión tabasqueña del dictador Muamar Gadafi, conocido por crear leyes sobre la marcha, y empleando en su pueblo que –el líder es la ley y debe obedecerse–, en este caso aplica su ley según sus intereses y manipulando para que se cumplan sus caprichos.

López Obrador sabe perfectamente que ninguna consulta es vinculante a proceso, porque al emplearse como en este caso, violenta las leyes constitucionales y el debido proceso penal, dando como resultado amparos para los expresidentes.

Este sexenio está lleno de manipulación, actuación, simulaciones, mucha ficción; llena también de productores y escritores, como queriendo emular el régimen del dictador norcoreano Kim Jong-il, donde la versión mexicana llamada Andrés Manuel se apoya en sus mañaneras, monta sus circos y explota su histrión interno para crear la realidad alterna que quiere que vean los mexicanos.