/ lunes 2 de mayo de 2022

Las elucubraciones de Donald Trump

¿Qué sería de México si Andrés Manuel López Obrador no fuera un patriota? ¿Qué sería de México si el primero de diciembre de 2018 el nuevo Presidente no hubiera decretado la muerte del neoliberalismo y, en consecuencia, el nacimiento de una nación independiente, soberana y alejada del capitalismo?

De no haber sido AMLO presidente de México y hubiera ganado el peón del imperialismo norteamericano Ricardo Anaya, o el lacayo del Consenso de Washington José Antonio Meade, seguramente habrían sido mandaderos del presidente Donald Trump y lo habrían obedecido en todo.

Pero no, afortunadamente Dios se apiadó de nosotros y López Obrador triunfa con más de 30 millones de votos, y desde que jura como titular del Poder Ejecutivo, le manda a decir al entonces inquilino de la Casa Blanca que a partir de ese día México es independiente y soberano, y que su presidencia no será nunca ninguneada, menospreciada, sobornada y mucho menos pisoteada por el imperio yanqui, como antes lo hacían con los presidentes surgidos del PRI y del PAN, que solo cumplían las órdenes que mandaba el residente en turno de la White House of Washington.

Nada que ponme 28 mil marines de la guardia nacional en los 3 mil 200 kilómetros de la frontera sur de mi territorio y unos miles más en la tuya, allá en el Suchiate y el Usumacinta, para evitar que los hombres, mujeres y niños que huyen de la violencia, de la pobreza y el hambre de Centroamérica crucen a México, para luego llegar a la frontera con los Estados Unidos e intenten ilegalmente adentrarse para conquistar el sueño norteamericano.

¡Váyanse al carajo!, les habría dicho AMLO, si directamente Trump le hubiera ordenado semejante sandez, o a través de su Secretario de Estado o su embajador en México, poniéndose para tal acción la banda presidencial en el pecho, inclusive, para hacerlo aun con mayor dignidad y entereza.

Y ni qué decir, mucho menos, si el presidente norteamericano le hubiera solicitado a don Andrés Manuel que le diera una ayudadita en su campaña de reelección, a sabiendas que el presidente norteamericano es un mentiroso contumaz, grosero, belicista, antifeminista, que odia a los medios de comunicación impresos y electrónicos (salvo la cadena de radio y televisión FOX), en consecuencia enemigo declarado de periodistas, a quien manda a sacar de sus mañaneras, perdón, de sus conferencias de prensa, a empeñones, como lo hicieron con nuestro paisano Jorge Ramos Ávalos.

No, eso solo hubiera sucedido con Anaya o con Meade, porque ellos, al igual que Trump, les gusta incitar a sus huestes a tomar las calles, a mandar al diablo a las instituciones, a apoderarse y destruir la sede del Poder Legislativo (la toma violenta del Capitolio el 6 de enero), hablar cuando pierden las elecciones de que hubo fraude electoral y en consecuencia, desconocer los resultados y su derrota.

Esos dos sí se parecen a Trump, son idénticos. AMLO no, por eso nunca le dio un apoyo en su intento por reelegirse ni a control remoto (o sea, desde acá), y mucho menos ir allá, al pleno corazón del poder gringo, al mismísimo símbolo del imperio: la Casa Blanca, para respaldarlo porque son amiguos, porque se caen bien, y más porque Andrés Manuel sabe que Trump es capitalista y él socialista (sic).

Lo que pasa es que Trump, ahora que tuvo que abandonar >a la buena< la Casa Blanca, y se regresó a sus palacetes en Miami, se ha puesto a leer muchos libros del director del Fondo de Cultura Económica, Paco Nacho Taibo, y alucina la comida regional mexicana, se le antojan mucho las dobladas de queso y le ha dado por recomendarlas en público, pero nada que ver éstas con escenarios imaginados por el expresidente estadounidense, que solo bullen en su cabeza y que nunca sucedieron, no así si en Los Pinos hubiera estado Anaya o Meade. Eso sí sería otro cantar.

Afortunadamente nuestro mandatario mandó al carajo al neoliberalismo desde el primer día de su mandato, por decreto desapareció al capitalismo y sus leyes económicas. En cada vacuna que nos pusieron contra el coronavirus iba una porcioncita de patriotismo, a grado tal que ahora están de moda los fusilamientos por traición a la patria y como tal identifican, plenamente, a los promotores de ese nefasto modelo económico y por ello nunca, jamás, le habría dado un apoyo a Trump, o servido de alfombra a ese empresario-constructor. Por ello Donald Trump no consiguió la reelección.

mail:

plazacaracol@hotmail.com

twitter:

HELÍHERRERA.es

plazacaracol@hotmail.com

Twitter: HELÍHERRERA.es

¿Qué sería de México si Andrés Manuel López Obrador no fuera un patriota? ¿Qué sería de México si el primero de diciembre de 2018 el nuevo Presidente no hubiera decretado la muerte del neoliberalismo y, en consecuencia, el nacimiento de una nación independiente, soberana y alejada del capitalismo?

De no haber sido AMLO presidente de México y hubiera ganado el peón del imperialismo norteamericano Ricardo Anaya, o el lacayo del Consenso de Washington José Antonio Meade, seguramente habrían sido mandaderos del presidente Donald Trump y lo habrían obedecido en todo.

Pero no, afortunadamente Dios se apiadó de nosotros y López Obrador triunfa con más de 30 millones de votos, y desde que jura como titular del Poder Ejecutivo, le manda a decir al entonces inquilino de la Casa Blanca que a partir de ese día México es independiente y soberano, y que su presidencia no será nunca ninguneada, menospreciada, sobornada y mucho menos pisoteada por el imperio yanqui, como antes lo hacían con los presidentes surgidos del PRI y del PAN, que solo cumplían las órdenes que mandaba el residente en turno de la White House of Washington.

Nada que ponme 28 mil marines de la guardia nacional en los 3 mil 200 kilómetros de la frontera sur de mi territorio y unos miles más en la tuya, allá en el Suchiate y el Usumacinta, para evitar que los hombres, mujeres y niños que huyen de la violencia, de la pobreza y el hambre de Centroamérica crucen a México, para luego llegar a la frontera con los Estados Unidos e intenten ilegalmente adentrarse para conquistar el sueño norteamericano.

¡Váyanse al carajo!, les habría dicho AMLO, si directamente Trump le hubiera ordenado semejante sandez, o a través de su Secretario de Estado o su embajador en México, poniéndose para tal acción la banda presidencial en el pecho, inclusive, para hacerlo aun con mayor dignidad y entereza.

Y ni qué decir, mucho menos, si el presidente norteamericano le hubiera solicitado a don Andrés Manuel que le diera una ayudadita en su campaña de reelección, a sabiendas que el presidente norteamericano es un mentiroso contumaz, grosero, belicista, antifeminista, que odia a los medios de comunicación impresos y electrónicos (salvo la cadena de radio y televisión FOX), en consecuencia enemigo declarado de periodistas, a quien manda a sacar de sus mañaneras, perdón, de sus conferencias de prensa, a empeñones, como lo hicieron con nuestro paisano Jorge Ramos Ávalos.

No, eso solo hubiera sucedido con Anaya o con Meade, porque ellos, al igual que Trump, les gusta incitar a sus huestes a tomar las calles, a mandar al diablo a las instituciones, a apoderarse y destruir la sede del Poder Legislativo (la toma violenta del Capitolio el 6 de enero), hablar cuando pierden las elecciones de que hubo fraude electoral y en consecuencia, desconocer los resultados y su derrota.

Esos dos sí se parecen a Trump, son idénticos. AMLO no, por eso nunca le dio un apoyo en su intento por reelegirse ni a control remoto (o sea, desde acá), y mucho menos ir allá, al pleno corazón del poder gringo, al mismísimo símbolo del imperio: la Casa Blanca, para respaldarlo porque son amiguos, porque se caen bien, y más porque Andrés Manuel sabe que Trump es capitalista y él socialista (sic).

Lo que pasa es que Trump, ahora que tuvo que abandonar >a la buena< la Casa Blanca, y se regresó a sus palacetes en Miami, se ha puesto a leer muchos libros del director del Fondo de Cultura Económica, Paco Nacho Taibo, y alucina la comida regional mexicana, se le antojan mucho las dobladas de queso y le ha dado por recomendarlas en público, pero nada que ver éstas con escenarios imaginados por el expresidente estadounidense, que solo bullen en su cabeza y que nunca sucedieron, no así si en Los Pinos hubiera estado Anaya o Meade. Eso sí sería otro cantar.

Afortunadamente nuestro mandatario mandó al carajo al neoliberalismo desde el primer día de su mandato, por decreto desapareció al capitalismo y sus leyes económicas. En cada vacuna que nos pusieron contra el coronavirus iba una porcioncita de patriotismo, a grado tal que ahora están de moda los fusilamientos por traición a la patria y como tal identifican, plenamente, a los promotores de ese nefasto modelo económico y por ello nunca, jamás, le habría dado un apoyo a Trump, o servido de alfombra a ese empresario-constructor. Por ello Donald Trump no consiguió la reelección.

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