/ domingo 13 de septiembre de 2020

Si puede, ayude

Un mayor número de personas han comenzado a salir a las calles a pedir ayuda, aún con riesgos de ser contagiados por Covid-19.

Unos piden una moneda, comida, ropa o zapatos, pero es mayor el número de aquellos que venden casa por casa o en las calles utensilios de barro para la cocina, mesas, sillas y artículos hechos en madera, frutas, verduras, dulces; los hay también los que se han aventurado a ofrecer música con tambora o marimba; algunos más ofrecen servicios de jardinería, reparación de calzado o de mantenimiento en general. Todos, sin excepción, necesitan un ingreso para vivir, cosa que se ha complicado en la actual época de cuarentena, que ya se extendió por más de medio año y no hay fecha segura para cuándo termine esta mortal pandemia.

Debe recordarse lo que tuvieron que hacer en días recientes 20 familias de campesinos de Tatatila que llegaron a Xalapa para vender los higos que cultivan y cuya producción se echó a perder un 70% debido a que los “coyotes” les querían pagar a 4 pesos el kilo pretextando que no había mercado, lo que para los productores ni siquiera cubría gastos del corte, aunque el higo se vendía entre 40 a 70 pesos el kilogramo en los expendios; la generosidad de los xalapeños fue estupenda y lograron comercializar en sólo tres horas dos toneladas de este sabroso fruto a 10 pesos el kilo.

Esa empatía, y ser caritativos no tiene nada que ver con ser limosneros, entendiéndose por igual a la persona que entrega o recibe una limosna, si bien hay quienes solicitan ayuda por no encontrar otra forma de obtener algo de dinero para alimentarse y alimentar a sus familias, no tienen estudios, se encuentran incapacitados o no sienten la seguridad de realizar una actividad lícita para lograr un ingreso. Algunos más se dedican a limpiar parabrisas o hacen maromas en las calles en espera de una moneda.

Son tiempos difíciles para la inmensa mayoría de las personas, pero hay que imaginar lo que padecen en las zonas rurales, en los pueblos, donde habitan pobladores en la mayor pobreza, quienes en su inmensa mayoría lamentablemente no reciben ayuda de sus gobiernos municipales, al menos con una despensa semanal, quincenal o mensual.

Debemos ser generosos y ayudar en la medida de las posibilidades de cada quien, no solamente con una moneda a quien la necesita, pero principalmente consumiendo los productos que ofrecen esas personas que salen a las calles a venderlos y caminan kilómetros y kilómetros a pleno sol o con lluvia sólo para llevar algo de comer a sus casas. Ayudemos. Siempre se puede, aunque sea poco, sin afectar su economía. Es una propuesta respetuosa de tender la mano a quienes ahora más lo necesitan, que son muchos, y en esa medida contribuir a una causa noble y humanitaria.

Debe reconocerse que infinidad de personas ya están haciéndolo, y gracias a ellos muchos tienen algo para llevarse a la boca.

Ojalá se extienda esa generosidad y sea una enseñanza que deje esta adversidad en todo el mundo.

mail: opedro2006@gmail.com



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Un mayor número de personas han comenzado a salir a las calles a pedir ayuda, aún con riesgos de ser contagiados por Covid-19.

Unos piden una moneda, comida, ropa o zapatos, pero es mayor el número de aquellos que venden casa por casa o en las calles utensilios de barro para la cocina, mesas, sillas y artículos hechos en madera, frutas, verduras, dulces; los hay también los que se han aventurado a ofrecer música con tambora o marimba; algunos más ofrecen servicios de jardinería, reparación de calzado o de mantenimiento en general. Todos, sin excepción, necesitan un ingreso para vivir, cosa que se ha complicado en la actual época de cuarentena, que ya se extendió por más de medio año y no hay fecha segura para cuándo termine esta mortal pandemia.

Debe recordarse lo que tuvieron que hacer en días recientes 20 familias de campesinos de Tatatila que llegaron a Xalapa para vender los higos que cultivan y cuya producción se echó a perder un 70% debido a que los “coyotes” les querían pagar a 4 pesos el kilo pretextando que no había mercado, lo que para los productores ni siquiera cubría gastos del corte, aunque el higo se vendía entre 40 a 70 pesos el kilogramo en los expendios; la generosidad de los xalapeños fue estupenda y lograron comercializar en sólo tres horas dos toneladas de este sabroso fruto a 10 pesos el kilo.

Esa empatía, y ser caritativos no tiene nada que ver con ser limosneros, entendiéndose por igual a la persona que entrega o recibe una limosna, si bien hay quienes solicitan ayuda por no encontrar otra forma de obtener algo de dinero para alimentarse y alimentar a sus familias, no tienen estudios, se encuentran incapacitados o no sienten la seguridad de realizar una actividad lícita para lograr un ingreso. Algunos más se dedican a limpiar parabrisas o hacen maromas en las calles en espera de una moneda.

Son tiempos difíciles para la inmensa mayoría de las personas, pero hay que imaginar lo que padecen en las zonas rurales, en los pueblos, donde habitan pobladores en la mayor pobreza, quienes en su inmensa mayoría lamentablemente no reciben ayuda de sus gobiernos municipales, al menos con una despensa semanal, quincenal o mensual.

Debemos ser generosos y ayudar en la medida de las posibilidades de cada quien, no solamente con una moneda a quien la necesita, pero principalmente consumiendo los productos que ofrecen esas personas que salen a las calles a venderlos y caminan kilómetros y kilómetros a pleno sol o con lluvia sólo para llevar algo de comer a sus casas. Ayudemos. Siempre se puede, aunque sea poco, sin afectar su economía. Es una propuesta respetuosa de tender la mano a quienes ahora más lo necesitan, que son muchos, y en esa medida contribuir a una causa noble y humanitaria.

Debe reconocerse que infinidad de personas ya están haciéndolo, y gracias a ellos muchos tienen algo para llevarse a la boca.

Ojalá se extienda esa generosidad y sea una enseñanza que deje esta adversidad en todo el mundo.

mail: opedro2006@gmail.com



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