Bélgica gana, gusta y atrae en el presente Mundial. Y aunque de inicio no acaparaba los reflectores como lo hicieron otras selecciones, hoy cuenta con grandes posibilidades de trascender, al haberse instalado en las semifinales, tras haber ganado todos sus partidos previos y dejar en el camino a Brasil, con una actuación convincente.
La generación de jugadores de los Red Devils sin duda es privilegiada. Sin embargo,detrás de todo ese talento hay un plan de trabajo minucioso, ambicioso y muy bien ejecutado, que se ha fraguado desde hace 20 años y que hoy rinde sus frutos más importantes, tal y como se presupuestó en el ya lejano 1998.
Michel Sablón, quien fuera el asistente técnico de su selección en los Mundiales de México 86, Italia 90 y Estados Unidos 94, se convirtió en la piedra angular de un proyecto llamado Foot Elite, el cual sentó su objetivo en la formación de futbolistas desde las divisiones inferiores para que, en un futuro, se convirtieran en la gran realidad que anhelaban.
Los primeros pasos que la Real Federación Belga de Futbol dio fue realizar una serie de visorias por medio de una empresa llamada Double Pass. Todo el protocolo en la propuesta de trabajo tenía una proyección de 20 años, es decir, para el 2018 Bélgica ya tenía que ser contendiente al título en un importante certamen.
Sablon, ya al timón de los trabajos belgas, se apoyó en cinco universidades de su país (Lovaina, Charleroi, Gante, Louvain la Neuve y Lieja) para que estas estudiaran cuál era la mejor forma de juego para una selección, además de monitorear cantidad y distancia de los pases, medición del ritmo cardiaco de los jugadores, entre otros factores. Todo esto, tras mil 500 horas de partidos llevados a cabo por el profesor Werner Helsen, llevó a determinar que el sistema de juego que Bélgica tenía que utilizar era un 4-3-3 y ya no 3-5-2, por lo que, a partir de ese instante, todas lasselecciones de las diferentes categorías juveniles de esa nación, se presentarían con ese dibujo táctico.
La cosa no quedó solamente en eso. A lo largo de todo Bélgica país con 12 millones de habitantes- se construyeron ocho centros formativos, que incluyeron planes integrales (deportivos y educativos) para chicos de 15 a 19 años de edad, en donde solamente los elegidos de los scouteos podrían estar.
En cuanto se puso en marcha el proyecto, Bélgica debió empezar a exportar jugadores a las principales ligas europeas. Nombres como los de Eden Hazard y Jan Vertonghen comenzaron a dar de que hablar al ser fichados, respectivamente, por Lille y Ajax a sus 14 y 16 años de edad. Pero no solamente ellos brillaban, ya que la prensa belga comenzaba a señalar nombres como el de Thibaut Cuortois, Dries Mertens, Kevin de Bruyne, Axel Witsel, Simon Mignolet, entre otros.
Marouane Fellaini y Nacer Chadli (Marruecos), Carrasco (hispano-portugués), entre otros. Durante los Juegos Olímpicos de Pekín 2008, toda esta camada en conjunto, y ya con participación en diferentes ligas europeas, consiguió el cuarto lugar en la competencia, y aunque se ausentaron de los Mundiales de 2006 y 2010, dieron el brinco hasta los cuartos de final de Brasil 2014 y hoy, con madurez futbolística, son semifinalistas de Rusia 2018 y con amplias posibilidades de pelear por un lugar en la final y así, tener su mejor actuación histórica en Copas del Mundo. El ambicioso proyecto de Bélgica no es más que la muestra de que el éxito en el futbol no es obra de la casualidad. Hay trabajo, planificación en inversión desde los niveles más bajos. Sin duda, un ejemplo para el balompié mundial., en todos los rincones