/ sábado 9 de octubre de 2021

Ciencia: Helechos, los dañamos, pero nos dan más de lo esperado

Hay muchos mitos alrededor de las plantas epífitas, como que son planas parásitas de los árboles y les hacen daño

En la ciudad, inmersos en el día a día, solemos dejar de lado que somos invasores de un lugar donde los primeros xalapeños se encuentran en peligro constante: se trata de la flora y fauna que llegó mucho antes que nosotros y que gracias a ellos podemos existir.

César Carvajal Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana (UV), indica que son esos primeros xalapeños quienes nos proveen de servicios ambientales vitales, y que, pese a las condiciones de contaminación y depredación actuales, nos dan más de lo que se esperaría.

Como parte del proyecto de investigación multidisciplinario donde participan expertos de la UV y de El Colegio de Veracruz, denominado “Funcionalidad socioecológica de áreas verdes neotropicales en Xalapa”, Carvajal Hernández se encarga de analizar el papel de las plantas, en específico de las epífitas, como indicadores de que un medio ambiente está sano o deteriorado.

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La investigación se realiza en áreas específicas de la ciudad: la Usbi, el parque Natura, la Martinica, el parque Clavijero y El Haya, y el objetivo es determinar la estructura que tienen las áreas verdes y que son utilizadas por los animales que viven ahí.

¿Qué son las epífitas?

Carvajal Hernández nos explica que una planta epífita es aquella que vive sobre otras plantas, como los helechos, las orquídeas y las bromelias. Las cuales, indica, tenemos la fortuna de verlas en Xalapa.

“Estas plantas, al vivir en condiciones muy restringidas, porque en teoría no tienen los mismos recursos que las que vive en el suelo, donde hay más agua y nutrientes, se las tienen que ingeniar con los pocos recursos que le llegan para sobrevivir. Por eso cuando cambian las condiciones desaparecen”, explica.

 

 

El investigador nos dice que las plantas epífitas trabajan como reguladores de microclimas, retienen agua y sirven de recursos para otros organismos.

Agrega que si en un área verde “hay plantas epífitas eso puede indicar que microclimáticamente el lugar está bien, que está asegurando condiciones para que este tipo de especies lleguen”.

Abunda que en Xalapa tenemos el bosque mesófilo de montaña, que es un ecosistema muy diverso, “pero toda su riqueza está relacionada con condiciones muy específicas del medioambiente; y hemos visto que cuando el ambiente cambia, muchas de estas especies de epífitas, que son muy sensibles, también se mueren”.

“En el bosque mesófilo cuando hay una perturbación, la temperatura aumenta un grado centígrado y la humedad disminuye en un 30 0 40 por ciento, y la luz entra más directa, y estas condiciones hacen que se pierda del 60 al 70 por ciento de la riqueza de las especies de helechos, que muchas de estas son plantas epífitas y estos son los grupos que estamos usando de indicadores, partiendo de la premisa de que si tenemos un bosque en buenas condiciones, vamos a encontrar muchas de estas especies que son indicadoras, si no se encuentran quiere decir que nuestras áreas verdes están en un proceso de deterioro”, indica el investigador de la UV.

Servicios Ambientales

Carvajal Hernández señala que hay muchos mitos alrededor de las plantas epífitas, como que son planas parásitas de los árboles y les hacen daño, pero no, pues los árboles le sirven de sostén, sin modificarlos, enfermarlos o robarle nutrientes.

En un solo árbol se puede tener hasta 30 especies de plantas epífitas y hay otras plantas que están asociadas a ellas y también dependen una gran cantidad de insectos.

 

 

“Esperamos demostrar que las áreas verdes urbanas son refugio importante de biodiversidad, no sólo de animales, sino también de plantas. No sólo se trata de las epífitas, sino de la gran diversidad de árboles que tenemos, primarios y secundarios, y otros grandes que son remanentes de lo que antes había aquí”, explica.

Se trata, abunda el investigador, de que las áreas verdes sirvan de reservorio de la biodiversidad, y éstas a su vez estén cumpliendo funciones ecosistémicas muy importantes, como darle alimentos a la fauna, capturar carbono, capturar agua y regulación de microclima.

“A pesar de todos los problemas y presiones que los humanos estamos haciendo a las áreas verdes, éstas continúan, con su bondadosa resiliencia, luchando por sobrevivir y ejerciendo las funciones que harían en un bosque. Este ejército de biodiversidad que tenemos en las ciudades hace lo que puede con lo que tiene, y es lo que queremos ver en la investigación, qué tanto está aportando en servicios ambientales”, expresa.

El doctor indica que las epífitas enfrentan la depredación, porque hay personas que entran a las áreas verdes y se las lleva para venderlas como ornato, también las afecta el cambio climático, porque muchas de ellas son muy sensibles a los cambios de temperatura y por último la perturbación de su hábitat, normalmente por la deforestación o el cambio de uso de suelo.

El investigador llama a no temerle a la naturaleza, a no depredarla y a adquirir plantas y flores de viveros o UMAS y no de la calle, donde normalmente provienen del saqueo.

“Uno lo que espera es que la gente respete las áreas verdes, pero lo que vemos es que hay un temor hacia ellas, porque se piensa que es un nido de alimañas o animales nocivos, pero sin pensar en todos los servicios que nos aportan. Debemos tener respeto por la naturaleza y para ello hay que conocerla, saber qué hacen por nosotros, por todo el entorno”, concluye.

En la ciudad, inmersos en el día a día, solemos dejar de lado que somos invasores de un lugar donde los primeros xalapeños se encuentran en peligro constante: se trata de la flora y fauna que llegó mucho antes que nosotros y que gracias a ellos podemos existir.

César Carvajal Hernández, investigador del Instituto de Investigaciones Biológicas de la Universidad Veracruzana (UV), indica que son esos primeros xalapeños quienes nos proveen de servicios ambientales vitales, y que, pese a las condiciones de contaminación y depredación actuales, nos dan más de lo que se esperaría.

Como parte del proyecto de investigación multidisciplinario donde participan expertos de la UV y de El Colegio de Veracruz, denominado “Funcionalidad socioecológica de áreas verdes neotropicales en Xalapa”, Carvajal Hernández se encarga de analizar el papel de las plantas, en específico de las epífitas, como indicadores de que un medio ambiente está sano o deteriorado.

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La investigación se realiza en áreas específicas de la ciudad: la Usbi, el parque Natura, la Martinica, el parque Clavijero y El Haya, y el objetivo es determinar la estructura que tienen las áreas verdes y que son utilizadas por los animales que viven ahí.

¿Qué son las epífitas?

Carvajal Hernández nos explica que una planta epífita es aquella que vive sobre otras plantas, como los helechos, las orquídeas y las bromelias. Las cuales, indica, tenemos la fortuna de verlas en Xalapa.

“Estas plantas, al vivir en condiciones muy restringidas, porque en teoría no tienen los mismos recursos que las que vive en el suelo, donde hay más agua y nutrientes, se las tienen que ingeniar con los pocos recursos que le llegan para sobrevivir. Por eso cuando cambian las condiciones desaparecen”, explica.

 

 

El investigador nos dice que las plantas epífitas trabajan como reguladores de microclimas, retienen agua y sirven de recursos para otros organismos.

Agrega que si en un área verde “hay plantas epífitas eso puede indicar que microclimáticamente el lugar está bien, que está asegurando condiciones para que este tipo de especies lleguen”.

Abunda que en Xalapa tenemos el bosque mesófilo de montaña, que es un ecosistema muy diverso, “pero toda su riqueza está relacionada con condiciones muy específicas del medioambiente; y hemos visto que cuando el ambiente cambia, muchas de estas especies de epífitas, que son muy sensibles, también se mueren”.

“En el bosque mesófilo cuando hay una perturbación, la temperatura aumenta un grado centígrado y la humedad disminuye en un 30 0 40 por ciento, y la luz entra más directa, y estas condiciones hacen que se pierda del 60 al 70 por ciento de la riqueza de las especies de helechos, que muchas de estas son plantas epífitas y estos son los grupos que estamos usando de indicadores, partiendo de la premisa de que si tenemos un bosque en buenas condiciones, vamos a encontrar muchas de estas especies que son indicadoras, si no se encuentran quiere decir que nuestras áreas verdes están en un proceso de deterioro”, indica el investigador de la UV.

Servicios Ambientales

Carvajal Hernández señala que hay muchos mitos alrededor de las plantas epífitas, como que son planas parásitas de los árboles y les hacen daño, pero no, pues los árboles le sirven de sostén, sin modificarlos, enfermarlos o robarle nutrientes.

En un solo árbol se puede tener hasta 30 especies de plantas epífitas y hay otras plantas que están asociadas a ellas y también dependen una gran cantidad de insectos.

 

 

“Esperamos demostrar que las áreas verdes urbanas son refugio importante de biodiversidad, no sólo de animales, sino también de plantas. No sólo se trata de las epífitas, sino de la gran diversidad de árboles que tenemos, primarios y secundarios, y otros grandes que son remanentes de lo que antes había aquí”, explica.

Se trata, abunda el investigador, de que las áreas verdes sirvan de reservorio de la biodiversidad, y éstas a su vez estén cumpliendo funciones ecosistémicas muy importantes, como darle alimentos a la fauna, capturar carbono, capturar agua y regulación de microclima.

“A pesar de todos los problemas y presiones que los humanos estamos haciendo a las áreas verdes, éstas continúan, con su bondadosa resiliencia, luchando por sobrevivir y ejerciendo las funciones que harían en un bosque. Este ejército de biodiversidad que tenemos en las ciudades hace lo que puede con lo que tiene, y es lo que queremos ver en la investigación, qué tanto está aportando en servicios ambientales”, expresa.

El doctor indica que las epífitas enfrentan la depredación, porque hay personas que entran a las áreas verdes y se las lleva para venderlas como ornato, también las afecta el cambio climático, porque muchas de ellas son muy sensibles a los cambios de temperatura y por último la perturbación de su hábitat, normalmente por la deforestación o el cambio de uso de suelo.

El investigador llama a no temerle a la naturaleza, a no depredarla y a adquirir plantas y flores de viveros o UMAS y no de la calle, donde normalmente provienen del saqueo.

“Uno lo que espera es que la gente respete las áreas verdes, pero lo que vemos es que hay un temor hacia ellas, porque se piensa que es un nido de alimañas o animales nocivos, pero sin pensar en todos los servicios que nos aportan. Debemos tener respeto por la naturaleza y para ello hay que conocerla, saber qué hacen por nosotros, por todo el entorno”, concluye.

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