Para la familia Ordaz Romero la elaboración de semillas garapiñadas se convirtió en una manera de hacer amigos, ya que luego de 23 años de permanecer en el mismo espacio, sus clientes han pasado a ser amigos. Aunque las ventas han bajado entre 30 y 40% en los últimos meses, no ha cerrado, pues a la vez apoyan a otros vendedores a tener una opción de trabajo.
Guillermo Ordaz López recordó que el negocio inició cuando empezó a traer a Xalapa nuez garapiñada de la Ciudad de México que elaboraba Armando Silva, tío de su esposa Alicia Romero. Ahora en Xalapa la familia prepara diez semillas con ese proceso, las que se caracterizan por ser una golosina que nutre.
Al ser elaboradas artesanalmente no poseen conservadores ni químicos, esas cualidades les han llevado a darse a conocer en Canadá, Estados Unidos y Europa, a donde las llevan familiares de xalapeños que desean volver a probarlos o personas que llevan para compartir.
Otro de sus éxitos ha sido envasar en pequeñas porciones de 5, 10 y 15 pesos, conservando los precios que tienen por kilo y que además son más higiénicas, ya que no les entra el polvo ni otros gérmenes.
Durante el tiempo que ha durado la pandemia las materias primas como nuez o cacahuate que llegaban de Nicaragua y Texas se han escaseado, y a pesar de que en la región se produce el cacahuate, no hay la cantidad suficiente para transformarlo, por lo que ha tenido que comprar el de Oaxaca, que es más pequeño. Luego de introducir semillas garapiñadas como cacahuate, nuez, avellana, nuez de la India, de macadamia, ajonjolí y girasol, entre otras, también las introdujo al negocio tostadas o crudas y poco a poco fue agregando botanas como churritos de harina de maíz con ajonjolí y otras semillas. Asimismo, frutos secos y dulces de reconocidas fábricas que también son muy sabrosos y que gustan al cliente.
Ordaz López es contador público y al jubilarse vio en la elaboración de semillas garapiñadas una opción de negocio y de mantenerse activo, hoy luego de 23 años mantiene abierto el espacio, con todas las medidas de sanidad que dictan las autoridades, pues representan una opción de trabajo para algunos jóvenes que les compran para llevar las golosinas a las oficinas y así ganarse unos pesos.
Guillermo Ordaz dijo sentirse satisfecho porque el de los dulces artesanales es un negocio muy noble, que además le ha dejado muchos amigos, ya que a lo largo de los años la gente regresa a comprar y se ha convertido en amiga, por lo cual agradeció la preferencia que le han brindado.