/ miércoles 28 de octubre de 2020

The Outlaw Ocean Music Project, banda sonora para los relatos del mar

Un periodista y músicos de diversas latitudes unen sus talentos para producir una banda sonora que alerta sobre la problemática que se vive en los mares

The Outlaw Ocean Music Project es un proyecto colaborativo, derivado del libro The Outlaw Ocean (2019) del periodista Ian Urbina, quien ha pasado los últimos años informando sobre la anarquía y los conflictos en los mares alrededor del mundo.

Aunque, irónicamente, la idea surgió lejos del mar, un día que Urbina -quien ya había puesto en marcha diversas iniciativas relacionadas con la concientización sobre los abusos ambientales, laborales y de derechos humanos que se producen en el mar- ideó un juego mientras viajaba en automóvil con su hijo y sus amigos, en las afueras de Washington, DC.

El juego, al que llamaron The Imagination Game, consistía en que Urbina tocaba los primeros 20 segundos de una canción instrumental y dramática, para que los niños describieran la escena de una película que creían que iría con lo que acababan de escuchar, y el niño que relatara la escena más vívida y convincente ganaba la ronda de dicha competencia.

Aunque Urbina no es músico, sino periodista, El Juego de la Imaginación fue para él un ejercicio de escritura y una idea que más adelante lo llevaría a realizar un experimento de ingeniería inversa y una forma de calistenia creativa que lo hizo pensar en el poder de la música para contar historias.

Fue así como, durante toda su estancia en el mar, Urbina construyó una biblioteca de audio de grabaciones de campo, la cual presentaba una variedad de sonidos texturizados, como podrían ser el fuego de una ametralladora en la costa de Somalia o un grupo de marineros cautivos cantando en el Mar de China Meridional.

La idea surgió lejos del mar, sino del Juego de la Imaginación. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

UNA COLABORACIÓN GLOBAL

Utilizando dicha colección de audios e inspirados en los informes de The Outlaw Ocean, más de 400 artistas originarios de más de 60 países han estado produciendo diversos álbumes en sus propios estilos musicales, que van desde lo electrónico hasta lo clásico, pasando por el ambiente y el hip-hop.

El resultado es un archivo de música sumamente cautivador, que sirve de banda sonora para los relatos de ese reino sin ley que pocos sabíamos que existía.

No es de extrañar que un proyecto musical naciera del libro mencionado, ya que Urbina usó la música de varias formas mientras informaba en el extranjero. Ciertas canciones eran su versión de Adderall, ayudándolo a concentrarse en condiciones de distracción y a menudo peligrosas. Otras ofrecieron un bálsamo increíble para los sucesos presenciados. Aunque quizás el uso más valioso que le dio fue cuando las canciones servían como dispositivos mnemónicos.

Más de 400 artistas han estado produciendo diversos álbumes en sus propios estilos musicales. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

Cuando Urbina escribe, suele escuchar música sin palabras. También lanza bandas sonoras a las cosas que ve. En un barco, Urbina vio a 40 niños y hombres camboyanos traficados trabajar brutalmente durante largos días, y recuerda esa noche, tratando de pulir sus notas y revisando una lista de reproducción de canciones instrumentales. “¿Fue esa una escena en la que los chicos comieron entre turnos más de The Leftovers o Ad Astra”, se preguntó? Capturar las escenas en música fue para él una ayuda para la memoria, ya que la música era más fácil de asociar con el estado de ánimo de cada momento.

Al final del día, trataba de revisar sus notas y escuchaba las canciones que había etiquetado en una página de garabatos en su cuaderno. Volvía a escuchar cada canción mientras escribía la historia, y encontró que la música decía más que sus palabras. Fue una especie de efecto pavloviano diseñado para la ocasión.

ARTISTAS MEXICANOS

Ocho músicos mexicanos, de diversos estilos y géneros musicales, también se han sumado a esta colaboración global enfocada en producir ritmos ricos y de paso promover la conciencia sobre los problemas que enfrenta el océano.

Dave Mak, De Osos y los dúos musicales Coma Pony, Fancy Folks y Night Runner son algunos de los artistas que produjeron interpretaciones musicales, siempre con el objetivo común de crear contenido que contara historias importantes. Coma Pony, compuesto por Marco y Chuy Quinonez, quienes aparecieron en el lanzamiento de octubre, dicen: “Este tipo de periodismo ya es tan impresionante sin música. La música solo agrega los toques finales para crear un impacto aún mayor. No puedo esperar a que más personas sepan lo que está sucediendo en el océano porque en este momento, siento que solo algunas personas lo saben".

De Osos, el proyecto en solitario de Arturo Luna, productor y multiinstrumentista de la Ciudad de México, quien formó parte de la primera ola de lanzamientos en enero de 2020, dijo: “Después de leer sobre el brutal desencanto de encontrarse a uno mismo atrapado en el mar, esperaba capturar este sentimiento de desilusión hacia el océano en mi música.

"El océano, en cierto modo, es un enemigo silencioso que ayuda a fomentar esta falta de respeto a los derechos humanos. La pista abarca la sensación de ser un individuo en medio de la inmensidad del océano, donde todo vale".

HISTORIAS SONORAS

Aunque los periodistas no usan la música suficientemente para acceder a las personas, los músicos son maestros en contar historias con sus canciones.

Pero al unir sus talentos -periodista y músicos- en torno a un tema urgente, dramático y global, el resultado es una música que está ligada a algo muy profundo: los problemas que se viven en ese mar que nos conecta a todos, lo que llevó al periodista Ian Urbina a pensar: ¿Por qué las películas deberían ser las únicas que tienen banda sonora? ¿Por qué un libro no puede tener su banda sonora?

Todos los músicos que están colaborando en The Outlaw Ocean Music Project también han dado un verdadero salto de fe al prestar sus capacidades creativas para ayudar a difundir este mensaje y de paso probar algo nuevo.

Cuando Urbina escribe, suele escuchar música sin palabras. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

Algunos decidieron hacerlo eligiendo un tema que inspirara sus grabaciones o contando una historia con principio, desarrollo y final, y otros simplemente se enfocaron en transmitir una emoción o un sentimiento sin necesariamente proyectarlo en las letras, pero todos lograron el equilibrio perfecto entre un océano vasto, abierto y "libre" y un espacio melancólico, peligroso y limitante.

Entre todos los artistas que participan en el proyecto se reúne una audiencia global de más de 90 millones, una cantidad de personas a la que no podría llegarse de una manera periodística tradicional.

Y es que al reclutar artistas de todo el mundo, el proyecto se nutre con una especie de diplomáticos culturales que están hablando, en su propio idioma musical, sobre las grandes preocupaciones que enfrenta este reino fuera de la costa y los millones de personas que trabajan o dependen de él, además de que los ingresos que genera el proyecto se destinan a la organización sin fines de lucro que financia los futuros informes de Urbina.

The Outlaw Ocean Music Project lanza nueva música cada dos meses, y su próximo lanzamiento será el 11 de diciembre.

Periodistas y músicos unen sus talentos en torno a un tema urgente, dramático y global. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project






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Aunque, irónicamente, la idea surgió lejos del mar, un día que Urbina -quien ya había puesto en marcha diversas iniciativas relacionadas con la concientización sobre los abusos ambientales, laborales y de derechos humanos que se producen en el mar- ideó un juego mientras viajaba en automóvil con su hijo y sus amigos, en las afueras de Washington, DC.

El juego, al que llamaron The Imagination Game, consistía en que Urbina tocaba los primeros 20 segundos de una canción instrumental y dramática, para que los niños describieran la escena de una película que creían que iría con lo que acababan de escuchar, y el niño que relatara la escena más vívida y convincente ganaba la ronda de dicha competencia.

Aunque Urbina no es músico, sino periodista, El Juego de la Imaginación fue para él un ejercicio de escritura y una idea que más adelante lo llevaría a realizar un experimento de ingeniería inversa y una forma de calistenia creativa que lo hizo pensar en el poder de la música para contar historias.

Fue así como, durante toda su estancia en el mar, Urbina construyó una biblioteca de audio de grabaciones de campo, la cual presentaba una variedad de sonidos texturizados, como podrían ser el fuego de una ametralladora en la costa de Somalia o un grupo de marineros cautivos cantando en el Mar de China Meridional.

La idea surgió lejos del mar, sino del Juego de la Imaginación. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

UNA COLABORACIÓN GLOBAL

Utilizando dicha colección de audios e inspirados en los informes de The Outlaw Ocean, más de 400 artistas originarios de más de 60 países han estado produciendo diversos álbumes en sus propios estilos musicales, que van desde lo electrónico hasta lo clásico, pasando por el ambiente y el hip-hop.

El resultado es un archivo de música sumamente cautivador, que sirve de banda sonora para los relatos de ese reino sin ley que pocos sabíamos que existía.

No es de extrañar que un proyecto musical naciera del libro mencionado, ya que Urbina usó la música de varias formas mientras informaba en el extranjero. Ciertas canciones eran su versión de Adderall, ayudándolo a concentrarse en condiciones de distracción y a menudo peligrosas. Otras ofrecieron un bálsamo increíble para los sucesos presenciados. Aunque quizás el uso más valioso que le dio fue cuando las canciones servían como dispositivos mnemónicos.

Más de 400 artistas han estado produciendo diversos álbumes en sus propios estilos musicales. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

Cuando Urbina escribe, suele escuchar música sin palabras. También lanza bandas sonoras a las cosas que ve. En un barco, Urbina vio a 40 niños y hombres camboyanos traficados trabajar brutalmente durante largos días, y recuerda esa noche, tratando de pulir sus notas y revisando una lista de reproducción de canciones instrumentales. “¿Fue esa una escena en la que los chicos comieron entre turnos más de The Leftovers o Ad Astra”, se preguntó? Capturar las escenas en música fue para él una ayuda para la memoria, ya que la música era más fácil de asociar con el estado de ánimo de cada momento.

Al final del día, trataba de revisar sus notas y escuchaba las canciones que había etiquetado en una página de garabatos en su cuaderno. Volvía a escuchar cada canción mientras escribía la historia, y encontró que la música decía más que sus palabras. Fue una especie de efecto pavloviano diseñado para la ocasión.

ARTISTAS MEXICANOS

Ocho músicos mexicanos, de diversos estilos y géneros musicales, también se han sumado a esta colaboración global enfocada en producir ritmos ricos y de paso promover la conciencia sobre los problemas que enfrenta el océano.

Dave Mak, De Osos y los dúos musicales Coma Pony, Fancy Folks y Night Runner son algunos de los artistas que produjeron interpretaciones musicales, siempre con el objetivo común de crear contenido que contara historias importantes. Coma Pony, compuesto por Marco y Chuy Quinonez, quienes aparecieron en el lanzamiento de octubre, dicen: “Este tipo de periodismo ya es tan impresionante sin música. La música solo agrega los toques finales para crear un impacto aún mayor. No puedo esperar a que más personas sepan lo que está sucediendo en el océano porque en este momento, siento que solo algunas personas lo saben".

De Osos, el proyecto en solitario de Arturo Luna, productor y multiinstrumentista de la Ciudad de México, quien formó parte de la primera ola de lanzamientos en enero de 2020, dijo: “Después de leer sobre el brutal desencanto de encontrarse a uno mismo atrapado en el mar, esperaba capturar este sentimiento de desilusión hacia el océano en mi música.

"El océano, en cierto modo, es un enemigo silencioso que ayuda a fomentar esta falta de respeto a los derechos humanos. La pista abarca la sensación de ser un individuo en medio de la inmensidad del océano, donde todo vale".

HISTORIAS SONORAS

Aunque los periodistas no usan la música suficientemente para acceder a las personas, los músicos son maestros en contar historias con sus canciones.

Pero al unir sus talentos -periodista y músicos- en torno a un tema urgente, dramático y global, el resultado es una música que está ligada a algo muy profundo: los problemas que se viven en ese mar que nos conecta a todos, lo que llevó al periodista Ian Urbina a pensar: ¿Por qué las películas deberían ser las únicas que tienen banda sonora? ¿Por qué un libro no puede tener su banda sonora?

Todos los músicos que están colaborando en The Outlaw Ocean Music Project también han dado un verdadero salto de fe al prestar sus capacidades creativas para ayudar a difundir este mensaje y de paso probar algo nuevo.

Cuando Urbina escribe, suele escuchar música sin palabras. Foto: Cortesía The Outlaw Ocean Music Project

Algunos decidieron hacerlo eligiendo un tema que inspirara sus grabaciones o contando una historia con principio, desarrollo y final, y otros simplemente se enfocaron en transmitir una emoción o un sentimiento sin necesariamente proyectarlo en las letras, pero todos lograron el equilibrio perfecto entre un océano vasto, abierto y "libre" y un espacio melancólico, peligroso y limitante.

Entre todos los artistas que participan en el proyecto se reúne una audiencia global de más de 90 millones, una cantidad de personas a la que no podría llegarse de una manera periodística tradicional.

Y es que al reclutar artistas de todo el mundo, el proyecto se nutre con una especie de diplomáticos culturales que están hablando, en su propio idioma musical, sobre las grandes preocupaciones que enfrenta este reino fuera de la costa y los millones de personas que trabajan o dependen de él, además de que los ingresos que genera el proyecto se destinan a la organización sin fines de lucro que financia los futuros informes de Urbina.

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