/ martes 14 de mayo de 2019

¿Qué nos pasa?

Me gustaría escribir solamente cosas buenas de lo que ocurre en la administración pública federal con el ya no tan nuevo gobierno, pero no tengo mucho material para ello.

Como dijera el ilustre comediante Héctor Suarez, “¿qué nos pasa?”.

Por un lado, la presentación de un Plan Nacional de Desarrollo (PND) muy escueto, de solamente 63 páginas, al que no puede catalogarse como un documento técnico de políticas públicas, sino más bien parece un manifiesto propagandístico, que contiene repetitivamente los mismos conceptos que el Presidente utilizó desde antes de su campaña electoral y a la fecha continúa usándolos.

La transformación histórica que tanto se ha mencionado, según el propio documento, proyecta añoranza de un tiempo que ya fue, es decir para el actual gobierno “todo tiempo pasado fue mejor”, obviamente no el pasado reciente. Carece de una proyección optimista, de esperanza hacia el futuro.

La congruencia no es el fuerte de este documento, pues en sus páginas se habla de “prohibir las adjudicaciones directas”, mientras que en el día a día uno de los temas más criticados ha sido precisamente la asignación de contratos por esta vía administrativa. De hecho, la Coparmex ha señalado que más del 70% de los contratos asignados en 2019 han sido por adjudicación directa.

Llama la atención que el PND señala que “se mantendrá una estricta vigilancia de los conflictos de interés de los servidores públicos” y por otra parte se haya aprobado como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la esposa de José María Rioboó, uno de los contratistas preferidos del gobierno federal.

Tampoco señala el PND propuesta alguna en materia turística, a no ser que todas las canicas en este rubro se hayan colocado en la construcción del tren Maya, lo que en su caso, constituiría una apuesta pobre.

Si nos vamos a los compromisos señalados en el Epílogo 2024 del documento, la cosa se complica aún más, pues será muy difícil que al término del sexenio se haya cumplido, con una meta de crecimiento del 6%, con un promedio sexenal del 4% ó que la pobreza extrema habrá sido erradicada, por mencionar solamente dos conceptos.

Para complementar lo anterior salta a la palestra el señor Taibo, director del Fondo de Cultura Económica, quien, sin reconocer los esfuerzos de mucha gente organizadora de las ferias internacionales del libro, promoviendo la lectura, motivando sobre todo a los niños y jóvenes para adquirir este valioso hábito en un país como el nuestro, en el cual participan escritores internacionales, les haya llamado “absolutos ineptos” a quienes trabajaron en las ferias hasta su llegada. Además de impreciso, ofensivo el señor, pero bueno es algo normal en él.

Como apuntaría un reconocido periodista nacional: “¿Cómo le hacemos para que a nuestros héroes se les noten las costuras? Conviértelos en servidores públicos”, diría la historia.

El señor Taibo podría dar fe de ello.

Me gustaría escribir solamente cosas buenas de lo que ocurre en la administración pública federal con el ya no tan nuevo gobierno, pero no tengo mucho material para ello.

Como dijera el ilustre comediante Héctor Suarez, “¿qué nos pasa?”.

Por un lado, la presentación de un Plan Nacional de Desarrollo (PND) muy escueto, de solamente 63 páginas, al que no puede catalogarse como un documento técnico de políticas públicas, sino más bien parece un manifiesto propagandístico, que contiene repetitivamente los mismos conceptos que el Presidente utilizó desde antes de su campaña electoral y a la fecha continúa usándolos.

La transformación histórica que tanto se ha mencionado, según el propio documento, proyecta añoranza de un tiempo que ya fue, es decir para el actual gobierno “todo tiempo pasado fue mejor”, obviamente no el pasado reciente. Carece de una proyección optimista, de esperanza hacia el futuro.

La congruencia no es el fuerte de este documento, pues en sus páginas se habla de “prohibir las adjudicaciones directas”, mientras que en el día a día uno de los temas más criticados ha sido precisamente la asignación de contratos por esta vía administrativa. De hecho, la Coparmex ha señalado que más del 70% de los contratos asignados en 2019 han sido por adjudicación directa.

Llama la atención que el PND señala que “se mantendrá una estricta vigilancia de los conflictos de interés de los servidores públicos” y por otra parte se haya aprobado como ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación a la esposa de José María Rioboó, uno de los contratistas preferidos del gobierno federal.

Tampoco señala el PND propuesta alguna en materia turística, a no ser que todas las canicas en este rubro se hayan colocado en la construcción del tren Maya, lo que en su caso, constituiría una apuesta pobre.

Si nos vamos a los compromisos señalados en el Epílogo 2024 del documento, la cosa se complica aún más, pues será muy difícil que al término del sexenio se haya cumplido, con una meta de crecimiento del 6%, con un promedio sexenal del 4% ó que la pobreza extrema habrá sido erradicada, por mencionar solamente dos conceptos.

Para complementar lo anterior salta a la palestra el señor Taibo, director del Fondo de Cultura Económica, quien, sin reconocer los esfuerzos de mucha gente organizadora de las ferias internacionales del libro, promoviendo la lectura, motivando sobre todo a los niños y jóvenes para adquirir este valioso hábito en un país como el nuestro, en el cual participan escritores internacionales, les haya llamado “absolutos ineptos” a quienes trabajaron en las ferias hasta su llegada. Además de impreciso, ofensivo el señor, pero bueno es algo normal en él.

Como apuntaría un reconocido periodista nacional: “¿Cómo le hacemos para que a nuestros héroes se les noten las costuras? Conviértelos en servidores públicos”, diría la historia.

El señor Taibo podría dar fe de ello.