Córdoba, Ver.- La llegada del ferrocarril a nuestro país, allá por 1837, marcó el rumbo del desarrollo económico, cultural y social de aquellas zonas por donde las vías férreas pasaban, esto no excluyó a Córdoba.
Aunque si bien es cierto que fue en 1837 cuando el presidente en turno, Trinidad Anastasio de Sales Ruiz Bustamante y Oseguera, otorgó la primera concesión para el ferrocarril, no fue sino hasta 1870 que las vías férreas llegaron a esta tierra que tenía 49 años de haber sido escenario de la firma de los Tratados de Córdoba.
Carlos Vergara Sánchez, cronista e investigador cordobés, comenta que fue en la década de 1870 cuando en Córdoba comenzaron a asentarse las primeras estaciones del ferrocarril y Córdoba no estuvo exenta, aquí llegó El Mexicano, el primer tren que recorrió nuestro país.
A finales del Siglo XIX se instaló el ferrocarril del Istmo y, hacia 1884, se integró el Ferrocarril Urbano de Córdoba, mismo que transitaba desde el barrio de las estaciones hasta San José en una ruta de 12 kilómetros que pasaba por el parque 21 de Mayo y hasta la zona de San José.
Hacia 1902 se integró el famoso “El Huatusquito”, lineas que permitieron que, en el último cuarto del Siglo XIX, comenzara a detonarse el desarrollo económico de esta región del estado que, para ese entonces, era de las mas importantes del país.
Detalla que a la par de la llegada del ferrocarril, por la década de 1870 - 1880 se comenzó el desarrollo de la zona, pues comenzaron a surgir las primeras casas rústicas, con techo de paja, en esa zona, así como restaurantes y casas de descanso.
“Aparejado con la estación del tren la zona se convierte en un polo de desarrollo y empieza a atraer los primeros comerciantes de servicios aledaños a lo que es una estación del ferrocarril y empieza a llegar las primeras viviendas a esa zona”, comenta.
Y agrega: “empiezan a darse las primeras posadas, los primeros lugares para comer, lugares para descanso de los viajeros, se empieza a construir toda una infraestructura, ya con el paso de los años se hacen las construcciones mas grandes”.
No fue sino hasta los inicios de 1900 cuando empezaron a construirse los grandes hoteles que hoy yacen en el abandono y otros que con el paso de los años fueron desapareciendo o transformándose para cubrir las necesidades de los habitantes.
Fue también en las primeras décadas del Siglo XX cuando los comercios comenzaron a crecer, convirtiendo el barrio de las estaciones en un punto de intercambio comercial, cultural y social que vivió su época dorada hacia 1920 - 1930.
“La época dorada de esta zona fue entre 1900 y 1930, es decir, la primera parte cuando todavía está la época porfiriana donde la paz y el comercio permiten que se hagan las primeras grandes construcciones y posteriormente se empiezan a construir otros edificios aún después de la revolución”, comenta.
Y destaca que también en ese periodo se empiezan a construir casas campestres de determinados integrantes de la sociedad de aquel entonces que buscaban tener viviendas cerca de la estación del ferrocarril.
Aunque si bien es cierto que el ferrocarril de pasajeros continuo generando desarrollo, la llegada de los automóviles a gasolina comenzaron a limitar el uso del tren como uno de los principales medios de transporte, fue cuando empezó su decadencia.
Aún así, no fue sino hasta finales del Siglo XX y principios del Siglo XXI, cuando el ferrocarril comenzó su decadencia y por ende su desuso que concluyó cuando se suspendió el tren de pasajeros y quedó solo el servicio de carga.
Por su parte, el arquitecto Miguel Ángel Cano Leyva, también investigador de la historia de nuestra ciudad, comenta que a pesar de que el barrio de las estaciones jugó un papel importante en el desarrollo económico de Córdoba hoy es zona que a pesar del abandono se resiste a desparecer.
Te puede interesar: Museo Regional de Palmillas tendrá asesores para adentrar al turismo a la cultura: INAH
Edificios como el Hotel Imperial, la tabacalera El Buen Tono y algunas construcciones de principios del Siglo XIX, que fueron testigos de la evolución de esta zona yacen en el abandono, atrás quedaron sus años de esplendor.
Hoy, solo son fieles testigos mudos de aquellos años de bonanza y crecimiento de nuestra ciudad y cuya belleza arquitectónica no está siendo aprovechada, pues, dice, que si se les diera el mantenimiento adecuado bien pudieran ser un atractivo turístico más para nuestra ciudad.