/ domingo 19 de diciembre de 2021

Relato: a sus 30 años tiene miedo, se le sube el muerto

En esta entrega Miguel Valera nos cuenta sobre Eunice, una chica de 30 años que vive con su madre y sus dos hijos en Xalapa

Aunque en su casa escucha ruidos extraños, golpes en las paredes, puertas que se cerraban y pasos en la cocina o en el pasillo que lleva a las recámaras, a Eunice, una chica de 30 años que vive con su madre y sus dos hijos en Xalapa, nada le ha impresionado más que sentir que “se le sube el muerto”.

Eunice ha leído del fenómeno fisiológico al dormir, denominado “parálisis del sueño”, que la gente comúnmente llama que “se te sube el muerto”, en donde te descubres consciente, pero sin poder moverte ni despertar. A pesar de saber eso, lo que ha sentido en al menos tres ocasiones, le ha parecido aterrador.

 

 

La primera vez sentí que alguien me acariciaba el cabello. La segunda vez sentí el frío del cuerpo de otra persona, del lado izquierdo de mi cuerpo. Sientes el peso que te oprime. Ese día estuvo raro. Estaba dormida y a un lado mi hijo. Las paredes de la recámara tienen una pintura brillante en donde se ve el reflejo y dormida, vi cómo mi madre estaba viendo su teléfono”.

“Estaba dormida, veía a mi madre que estaba con su teléfono. Y de pronto sentí que me tocaban la cara y el cabello. Le gritaba a mi madre, pero no me salía la voz. Yo misma era testigo de todo lo que me estaba pasando y no podía hacer nada, no podía reaccionar”, cuenta.

II

Ese día, añade su madre, Eu se levantó, se sentó en la orilla de la cama y se puso a llorar. Lloró, lloró y lloró por un largo rato. “Yo no la podía consolar. Le preguntaba que qué le pasaba, la tocaba, la abrazaba, pero ella no reaccionaba. Estaba dormida y lloraba desconsoladamente. Con la misma se calmó, se acostó y al otro día no recordaba nada”, refiere su madre.

Psicólogos, psiquiatras, médicos y especialistas del sueño coinciden en que este fenómeno del “muerto que se te sube” es normal y que a todas las personas les pasa al menos una vez en la vida. Sin embargo, para Eunice, esta chica de 30 años, con dos hijos, que perdió hace algunos años al padre de sus pequeños, es algo aterrador.

—¿Crees que haya sido el papá de tus hijos que vino a verte o que está aquí en la casa?, le pregunto. No lo sé, me contesta. No lo sé, enfatiza, tranquila, calmada, mirando hacia adentro, hacia atrás, hacia el pasado. “Mi mamá dice que sí, que puede ser él, porque se acercaba la fecha de su cumpleaños, pero yo no lo sé”, comenta.

III

Pero fue una presencia muy clara, muy consciente”, refiere e insiste, a pesar de conocer de “la parálisis del sueño” y a pesar de que ha consultado estas experiencias con médicos y psicólogos.

“Yo estaba consciente de que estaba dormida y de pronto estuve consciente de que veía las cosas a mi alrededor y de que en realidad estaba dormida pero no podía despertar. Sentí la opresión de otro cuerpo a mi lado, pero frío. Me di la vuelta y sentí cómo me soplaron en los ojos aire frío. Yo no creo que sea un estado del sueño, porque, aunque no te puedes mover, sientes el peso de alguien más”, indica.

Además, veía todo lo que pasaba y en efecto, al otro día, su madre le corroboró que ella estuvo viendo su teléfono hasta muy tarde, incluso después de que se sentó en la cama y empezó a llorar. “De verdad que no recuerdo absolutamente nada. Ella dice que me levanté, que lloré. No recuerdo nada de eso. Lo que sí tengo claro es que sentí la presencia de alguien, sentí su cuerpo frío junto al mío y sentí al aire frío en mis ojos. Eso sí lo tengo muy claro, muy real”.

IV

A Juan Domínguez le ha pasado lo mismo. Él dice que no es un muerto lo que se le ha subido, sino un animal. No sabe distinguir si es un perro o algún otro tipo de animal, pero igual se ha quedado dormido y de pronto siente las patas de la bestia por sus pies. Eso lo despierta, pero no puede despertar. Grita, llamando a su esposa, pero no le contesta. Manotea, para alejar al animal de sus pies, pero sus brazos no responden y él, consciente, desde el subconsciente, es testigo de toda la escena.

Juan, también oriundo de Xalapa, se angustió mucho cuando le pasó esto por primera vez. Cuando tuvo su segundo episodio de “parálisis del sueño” acudió con una amiga que interpreta sueños y le dijo que alguien le quería hacer daño. Otro amigo le recomendó ver a un psicólogo y fue, pero éste le explicó lo que por la ciencia se sabe de esto.

Me dijo que esto sucede cuando uno está sometido a un fuerte estrés. Ocurre cuando uno está a punto de dormirse o a punto de despertar. El cerebro está consciente, pero la persona no tiene capacidad para moverse, para mover sus brazos, sus piernas y el mismo cuerpo”, señala.

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“Lo que me dijo el psicólogo me tranquilizó, porque la verdad yo no tengo enemigos. Sé que siempre hay personas que nos tienen envidia, que se molestan por verlo a uno bien, etcétera, pero nunca me meto en problemas con la gente ni he hecho nada que pudiera causar un daño a alguien, así que fui descartando eso de que alguien quisiera hacerme daño”, comenta.

Con todo y estas explicaciones, sus episodios de parálisis de sueño lo han mantenido inquieto. “Ya estoy preparado por si llega a pasarme otra vez, pero la verdad se siente muy feo, muy angustiante. Estas dormido y sientes que estás despierto y tienes de pronto encima de ti a un animal. Es algo que no le deseo a nadie”.

Aunque en su casa escucha ruidos extraños, golpes en las paredes, puertas que se cerraban y pasos en la cocina o en el pasillo que lleva a las recámaras, a Eunice, una chica de 30 años que vive con su madre y sus dos hijos en Xalapa, nada le ha impresionado más que sentir que “se le sube el muerto”.

Eunice ha leído del fenómeno fisiológico al dormir, denominado “parálisis del sueño”, que la gente comúnmente llama que “se te sube el muerto”, en donde te descubres consciente, pero sin poder moverte ni despertar. A pesar de saber eso, lo que ha sentido en al menos tres ocasiones, le ha parecido aterrador.

 

 

La primera vez sentí que alguien me acariciaba el cabello. La segunda vez sentí el frío del cuerpo de otra persona, del lado izquierdo de mi cuerpo. Sientes el peso que te oprime. Ese día estuvo raro. Estaba dormida y a un lado mi hijo. Las paredes de la recámara tienen una pintura brillante en donde se ve el reflejo y dormida, vi cómo mi madre estaba viendo su teléfono”.

“Estaba dormida, veía a mi madre que estaba con su teléfono. Y de pronto sentí que me tocaban la cara y el cabello. Le gritaba a mi madre, pero no me salía la voz. Yo misma era testigo de todo lo que me estaba pasando y no podía hacer nada, no podía reaccionar”, cuenta.

II

Ese día, añade su madre, Eu se levantó, se sentó en la orilla de la cama y se puso a llorar. Lloró, lloró y lloró por un largo rato. “Yo no la podía consolar. Le preguntaba que qué le pasaba, la tocaba, la abrazaba, pero ella no reaccionaba. Estaba dormida y lloraba desconsoladamente. Con la misma se calmó, se acostó y al otro día no recordaba nada”, refiere su madre.

Psicólogos, psiquiatras, médicos y especialistas del sueño coinciden en que este fenómeno del “muerto que se te sube” es normal y que a todas las personas les pasa al menos una vez en la vida. Sin embargo, para Eunice, esta chica de 30 años, con dos hijos, que perdió hace algunos años al padre de sus pequeños, es algo aterrador.

—¿Crees que haya sido el papá de tus hijos que vino a verte o que está aquí en la casa?, le pregunto. No lo sé, me contesta. No lo sé, enfatiza, tranquila, calmada, mirando hacia adentro, hacia atrás, hacia el pasado. “Mi mamá dice que sí, que puede ser él, porque se acercaba la fecha de su cumpleaños, pero yo no lo sé”, comenta.

III

Pero fue una presencia muy clara, muy consciente”, refiere e insiste, a pesar de conocer de “la parálisis del sueño” y a pesar de que ha consultado estas experiencias con médicos y psicólogos.

“Yo estaba consciente de que estaba dormida y de pronto estuve consciente de que veía las cosas a mi alrededor y de que en realidad estaba dormida pero no podía despertar. Sentí la opresión de otro cuerpo a mi lado, pero frío. Me di la vuelta y sentí cómo me soplaron en los ojos aire frío. Yo no creo que sea un estado del sueño, porque, aunque no te puedes mover, sientes el peso de alguien más”, indica.

Además, veía todo lo que pasaba y en efecto, al otro día, su madre le corroboró que ella estuvo viendo su teléfono hasta muy tarde, incluso después de que se sentó en la cama y empezó a llorar. “De verdad que no recuerdo absolutamente nada. Ella dice que me levanté, que lloré. No recuerdo nada de eso. Lo que sí tengo claro es que sentí la presencia de alguien, sentí su cuerpo frío junto al mío y sentí al aire frío en mis ojos. Eso sí lo tengo muy claro, muy real”.

IV

A Juan Domínguez le ha pasado lo mismo. Él dice que no es un muerto lo que se le ha subido, sino un animal. No sabe distinguir si es un perro o algún otro tipo de animal, pero igual se ha quedado dormido y de pronto siente las patas de la bestia por sus pies. Eso lo despierta, pero no puede despertar. Grita, llamando a su esposa, pero no le contesta. Manotea, para alejar al animal de sus pies, pero sus brazos no responden y él, consciente, desde el subconsciente, es testigo de toda la escena.

Juan, también oriundo de Xalapa, se angustió mucho cuando le pasó esto por primera vez. Cuando tuvo su segundo episodio de “parálisis del sueño” acudió con una amiga que interpreta sueños y le dijo que alguien le quería hacer daño. Otro amigo le recomendó ver a un psicólogo y fue, pero éste le explicó lo que por la ciencia se sabe de esto.

Me dijo que esto sucede cuando uno está sometido a un fuerte estrés. Ocurre cuando uno está a punto de dormirse o a punto de despertar. El cerebro está consciente, pero la persona no tiene capacidad para moverse, para mover sus brazos, sus piernas y el mismo cuerpo”, señala.

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“Lo que me dijo el psicólogo me tranquilizó, porque la verdad yo no tengo enemigos. Sé que siempre hay personas que nos tienen envidia, que se molestan por verlo a uno bien, etcétera, pero nunca me meto en problemas con la gente ni he hecho nada que pudiera causar un daño a alguien, así que fui descartando eso de que alguien quisiera hacerme daño”, comenta.

Con todo y estas explicaciones, sus episodios de parálisis de sueño lo han mantenido inquieto. “Ya estoy preparado por si llega a pasarme otra vez, pero la verdad se siente muy feo, muy angustiante. Estas dormido y sientes que estás despierto y tienes de pronto encima de ti a un animal. Es algo que no le deseo a nadie”.

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