/ domingo 22 de mayo de 2022

Ser costurera y poner su estilo la ha llevado al éxito, Alejandra cuenta su historia

La maestra de profesión cose bonitos vestidos y hace diversas hechuras para sus clientes

VERACRUZ, Ver.- Un negocio que creó hace 14 años para ayudar con los gastos de sus estudios en la licenciatura en Ciencias de la Educación se convirtió en el actual sustento para ella y su hija, que le permite ser su propia jefa para crear y diseñar modelos exclusivos, hechos con mucho amor.

Alejandra América Curier Sánchez es una joven madre de familia quien narra que solo viendo a su mamá aprendió a coser, nadie la enseñó pero de niña dedicó varias horas de su vida contemplando a su progenitora. La maestra de profesión cose bonitos vestidos y hace diversas hechuras para sus clientes.

Cuando llegó a Veracruz, procedente de Tuxtepec, Oaxaca, para estudiar la carrera de Licenciada en Educación optó por elaborar bolsas cosidas para ayudar con los gastos de su estancia en esta ciudad.

Prefiere conservar su taller en casa y seguir siendo su propia jefa y empleada, aunque a veces recibe la ayuda de su mamá | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

“Yo me vine a estudiar a Veracruz y mi mamá se quedó en Tuxtepec, eran muchos los gastos y empecé a trabajar en lo que se podía, pero luego no pagaban puntual y realmente los gastos eran muchos, así que se me ocurrió empezar a coser. A mí nadie me enseñó, yo aprendí viendo a mi mamá, la contemplé muchas horas, muchos días, sabía cómo moverle a la máquina, ya lo traía y empecé a hacer esas bolsas gigantes que les cabe de todo, así me iba ayudando con los gastos de comida y así”, explica.

La idea generó mucha demanda y a los 22 años su madre le regaló su primera máquina de coser, permitiendo expandir el negocio de costura que ahora lleva por nombre “Alebruja”.

En la actualidad el negocio de la costura es el ingreso fuerte de su familia, ya que aunque pudo concluir sus estudios no ha ejercido su carrera profesional porque se convirtió en madre de una pequeña que le demanda un tiempo que en un trabajo normal no podría cumplir.

“A veces si pienso en trabajar en mi profesión pero es más importante mi hija, ella requiere de mi atención y con este trabajo yo tengo mi taller en mi casa, es cuestión de organizarme para poder trabajar, por las mañanas atiendo a mi niña, la llevo a la escuela, arreglo la casa, hago la comida, recojo a mi hija y ando a las vueltas, después de las 6:00 de la tarde ya me pongo a hacer mi trabajo de acuerdo a lo que me estén solicitando, cuando son pedidos grandes mi mamá viene a ayudarme. De pedidos grandes ya hicimos una entrega de mil pads ecológicos que son toallitas desmaquillantes pero ecológicas”, explica.

Alejandra ha sido versátil y vanguardista pues mientras decenas de costureras se concentran en solo coser y remendar, ella crea innovaciones que han resultado exitosos porque, sobre todo, le pone mucho amor a sus trabajos.

“Me gusta mucho coser, de verdad le pongo mucho amor a mis creaciones porque sé que harán feliz a mucha gente, por ejemplo en el caso de los ositos de apego se arman de cosas de una persona que fallecieron y que sus familiares quieren seguir recordando porque también necesitan llorar y desahogar sus penas, me piden elaborar cobijas con camisetas de los abuelos, ropa de la abuela para poder tenerla presente, siempre le pongo mi toque personal y ese ha sido mi éxito”, afirma.

Durante la pandemia se dedicó a elaborar cubrebocas y gorros quirúrgicos, pero también diseña ropa, elabora cobijas, toallas para desmaquillar, diademas, coleteros, los llamados ositos y conejos de apego y actualmente “los abrazos” que son muñequitos con un diseño de almohada pero que le sobresalen unos tipos brazos para que los pequeños se sientan abrazados.

“La tela es un material mágico que te permite hacer de todo, bolsas, zapatos, cobijas, empaques para la comida, baberos, ropa para bebés, grandes, todo lo puedes transformar, esa camisa que te recuerda a papá lo puedes convertir en un oso, esa blusa de tu mamá se convierte en un vestido de tu hija, la tela es mágica puede durar muchos años”, asegura.

Alejandra América es una joven madre de familia quien narra que solo viendo a su mamá aprendió a coser | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Alejandra menciona que madres de familia y chicas jóvenes son de sus principales clientes, aunque también personas mayores la han buscado.

Por ahora prefiere conservar su taller en casa y seguir siendo su propia jefa y empleada, aunque a veces recibe la ayuda de su mamá, pero está abierta a compartir sus conocimientos para jóvenes que quieran emprender en este negocio.

Mientras decenas de costureras se concentran en solo coser y remendar, ella crea innovaciones que han resultado exitosas | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Las personas que deseen adquirir algunos de sus productos pueden pedir información en su página de Facebook Alebruja o en Instagram para conocer acerca de sus creaciones y solicitar su servicio.

Siempre le pongo mi toque personal, ese ha sido mi éxito

Nota publicada en Diario de Xalapa

VERACRUZ, Ver.- Un negocio que creó hace 14 años para ayudar con los gastos de sus estudios en la licenciatura en Ciencias de la Educación se convirtió en el actual sustento para ella y su hija, que le permite ser su propia jefa para crear y diseñar modelos exclusivos, hechos con mucho amor.

Alejandra América Curier Sánchez es una joven madre de familia quien narra que solo viendo a su mamá aprendió a coser, nadie la enseñó pero de niña dedicó varias horas de su vida contemplando a su progenitora. La maestra de profesión cose bonitos vestidos y hace diversas hechuras para sus clientes.

Cuando llegó a Veracruz, procedente de Tuxtepec, Oaxaca, para estudiar la carrera de Licenciada en Educación optó por elaborar bolsas cosidas para ayudar con los gastos de su estancia en esta ciudad.

Prefiere conservar su taller en casa y seguir siendo su propia jefa y empleada, aunque a veces recibe la ayuda de su mamá | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

“Yo me vine a estudiar a Veracruz y mi mamá se quedó en Tuxtepec, eran muchos los gastos y empecé a trabajar en lo que se podía, pero luego no pagaban puntual y realmente los gastos eran muchos, así que se me ocurrió empezar a coser. A mí nadie me enseñó, yo aprendí viendo a mi mamá, la contemplé muchas horas, muchos días, sabía cómo moverle a la máquina, ya lo traía y empecé a hacer esas bolsas gigantes que les cabe de todo, así me iba ayudando con los gastos de comida y así”, explica.

La idea generó mucha demanda y a los 22 años su madre le regaló su primera máquina de coser, permitiendo expandir el negocio de costura que ahora lleva por nombre “Alebruja”.

En la actualidad el negocio de la costura es el ingreso fuerte de su familia, ya que aunque pudo concluir sus estudios no ha ejercido su carrera profesional porque se convirtió en madre de una pequeña que le demanda un tiempo que en un trabajo normal no podría cumplir.

“A veces si pienso en trabajar en mi profesión pero es más importante mi hija, ella requiere de mi atención y con este trabajo yo tengo mi taller en mi casa, es cuestión de organizarme para poder trabajar, por las mañanas atiendo a mi niña, la llevo a la escuela, arreglo la casa, hago la comida, recojo a mi hija y ando a las vueltas, después de las 6:00 de la tarde ya me pongo a hacer mi trabajo de acuerdo a lo que me estén solicitando, cuando son pedidos grandes mi mamá viene a ayudarme. De pedidos grandes ya hicimos una entrega de mil pads ecológicos que son toallitas desmaquillantes pero ecológicas”, explica.

Alejandra ha sido versátil y vanguardista pues mientras decenas de costureras se concentran en solo coser y remendar, ella crea innovaciones que han resultado exitosos porque, sobre todo, le pone mucho amor a sus trabajos.

“Me gusta mucho coser, de verdad le pongo mucho amor a mis creaciones porque sé que harán feliz a mucha gente, por ejemplo en el caso de los ositos de apego se arman de cosas de una persona que fallecieron y que sus familiares quieren seguir recordando porque también necesitan llorar y desahogar sus penas, me piden elaborar cobijas con camisetas de los abuelos, ropa de la abuela para poder tenerla presente, siempre le pongo mi toque personal y ese ha sido mi éxito”, afirma.

Durante la pandemia se dedicó a elaborar cubrebocas y gorros quirúrgicos, pero también diseña ropa, elabora cobijas, toallas para desmaquillar, diademas, coleteros, los llamados ositos y conejos de apego y actualmente “los abrazos” que son muñequitos con un diseño de almohada pero que le sobresalen unos tipos brazos para que los pequeños se sientan abrazados.

“La tela es un material mágico que te permite hacer de todo, bolsas, zapatos, cobijas, empaques para la comida, baberos, ropa para bebés, grandes, todo lo puedes transformar, esa camisa que te recuerda a papá lo puedes convertir en un oso, esa blusa de tu mamá se convierte en un vestido de tu hija, la tela es mágica puede durar muchos años”, asegura.

Alejandra América es una joven madre de familia quien narra que solo viendo a su mamá aprendió a coser | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Alejandra menciona que madres de familia y chicas jóvenes son de sus principales clientes, aunque también personas mayores la han buscado.

Por ahora prefiere conservar su taller en casa y seguir siendo su propia jefa y empleada, aunque a veces recibe la ayuda de su mamá, pero está abierta a compartir sus conocimientos para jóvenes que quieran emprender en este negocio.

Mientras decenas de costureras se concentran en solo coser y remendar, ella crea innovaciones que han resultado exitosas | Foto: Raúl Solís | Diario de Xalapa

Las personas que deseen adquirir algunos de sus productos pueden pedir información en su página de Facebook Alebruja o en Instagram para conocer acerca de sus creaciones y solicitar su servicio.

Siempre le pongo mi toque personal, ese ha sido mi éxito

Nota publicada en Diario de Xalapa

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