Córdoba, Ver.- Luego de permanecer alejado de su carrito, la grasa de zapatos, los cepillos y sus amigos "aseadores" de calzado, o boleros como son popularmente conocidos, Isaac regresó al parque 21 de Mayo a dar lustre a los zapatos de las y los cordobeses pues luego de que tuvo que cambiar de oficio para llevar sustento a su casa desde hace 8 días ya está nuevamente en su sitio.
Isaac lleva más de 40 años dedicado a este trabajo y narró que no había tenido que guardar su material por tanto tiempo, pues estuvo 7 meses en casa y en ese tiempo aprendió a pintar, impermeabilizar e inclusive le tocó ser campesino, una labor que reconoció no es fácil de hacer.
Con la llegada de la pandemia de Coronavirus a la región, el cierre de espacios públicos empezó a afectar a diversos sectores, entre ellos a los boleros quienes tuvieron que salirse del Parque 21 de Mayo pues este fue cerrado al público en general.
Dijo que para él no fue sencillo el permanecer 7 meses sin laborar diariamente, pues aunque tenía empleos una o dos veces a la semana, nada más seguro que un ingreso diario.
Él fue apoyado por familiares, amigos e inclusive empresarios que no lo soltaron, ayudas económicas o despensas ingresaban a su casa y hoy agradece a cada una de esas personas que le brindaron la mano cuando más lo necesitó.
Contó que hace 16 años tuvo dengue hemorrágico lo que lo coloca como vulnerable ante el Covid-19, pero eso no impidió que pudiera buscar pequeños trabajos para tener un ingreso económico.
Para quienes viven en la ciudad de Córdoba, desde hace 3 meses a la fecha se podía notar a unos cuantos boleros en la parte trasera de la catedral de la Inmaculada Concepción, donde únicamente con sus cajones se ponían a dar grasa a quienes por allí pasaba, siendo que no es la misma comodidad pues los usuarios estaban parados pero eso no impidió ayudar a este sector.
Isaac tiene 3 hijas, dos en bachillerato y una en la universidad, y para él que las clases no fueran presenciales le resultó de mucha ayuda pues se ahorró unos cuantos pesos en pasajes y comidas, así como gastos diarios.
Aunque por el momento no es rentable, los ingresos económicos que entran a su bolsillo desde hace 8 días que volvió a colocarse en el parque, sabe que aún existe el miedo de la gente por el virus y la mayoría de sus clientes son personas adultos mayores con quienes comparte anécdotas y charlas diversas.
Una silla forrada con tela de flores blancas y fondo azul espera a ser ocupada por un cliente y pese a que las medias de sanidad son muy marcadas en sus usuarios, agradece lo hagan pues es una forma de cuidarse entre ellos mismos.
Unos lentes transparentes, un cubrebocas negro y una gorra, zapatos negros bien lustrados y un pequeño cajón con los materiales necesarios para atender a quienes llegan a su carrito, Isaac empieza su día con mucho entusiasmo pues sabe que esto es paulatino.