/ sábado 10 de febrero de 2018

En diez años han muerto de forma violenta 76 colombianos en territorio mexicano

En los últimos cuatro años, han muerto de forma misteriosa tres colombianas en la Ciudad de México

El cuatro de septiembre del año pasado,Georgina Martínez Amaya publicó en Facebook una solicitud de ayuda mientras policías de la Ciudad de México clausuraban Pollos Mario, un restaurante colombiano de su propiedad ubicado en la calle de Medellín, en la colonia Roma.

“Llegaron a verificar mi negocio como si fuéramos unos delincuentes”, cuenta Georgina mientras recuerda que esa tarde, más de cien elementos de seguridad con armas largas y cortas, ingresaron sin previo aviso al restaurante colombiano y como si se tratara de atrapar al más peligroso criminal, pidieron visas a los comensales, les impidieron salir del lugar y se llevaron esposados a dos adolescentes.

De acuerdo con las autoridades mexicanas, el restaurante no tenía permiso de uso de suelo para vender comida y alcohol. Georgina reconoció el error pero se sigue cuestionando por qué los policías encañonaron a sus empleadas en la cocina, por qué amenazaron a una mesera con llevársela si utilizaba el teléfono celular o por qué le negaron guardar el material perecedero del restaurante aludiendo que era cocaína sin comprobar que se trataba de la masa con la que diario prepara buñuelos, pandebono y pan aliñado.

Esa misma tarde, además de Pollos Mario, cerraron dos restaurantes colombianos más en la misma cuadra; Ciénaga y Dulce Jesús Mío, ante la mirada curiosa de cientos de transeúntes que se preguntaban entre codazos si en alguno de los locales estaba escondido algún narcotraficante peligroso.

 

ESTEREOTIPOS MORTALES

No es la primera vez que las autoridades mexicanas criminalizan o se basan en estereotipos para referirse a las investigaciones que involucran a colombianos radicados en México.

En los últimos cuatro años, han muerto de forma misteriosa tres colombianas en la Ciudad de México. En todos los casos, las autoridades mexicanas han creado un perfil falso de las mujeres haciéndole creer a la opinión pública que son víctimas de su propia belleza, prostitutas, mal relacionadas o copartícipes de bandas criminales dedicadas al narcotráfico.

Diana Alejandra Pulido Duque, murió en 2012. Cantante colombiana, esbelta y rubia. Encontró la muerte en una de las zonas más exclusivas de la ciudad tras "caer" desde su departamento en un séptimo piso. Hasta el momento, la pregunta sigue abierta. ¿cayó o la aventaron?

Pero lo que sí se ventiló en la prensa mexicana, es que Alejandra estaba mal relacionada, que días previos a su muerte se había practicado un aborto y que quizás hacía parte de una red de ladrones colombianos. La familia denuncia como autor de las hipótesis perversas a Marco Reyes, exfiscal de Homicidios de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, que lejos de dar certeza jurídica e investigativa, parece hacer lo mismo que con los miles de casos de mujeres desaparecidas en la ciudad: aseverar que se fueron con el novio para jamás volver.

Mile Virginia Martín, asesinada en 2014. Fuegolpeada y violada varias veces, recibió un disparo en la cabeza. Su cuerpo fue encontrado amortajado, desnudo y con la ropa interior en la boca. La fiscalía capitalina construyó un perfil falso de una colombiana torturada al interior de un apartamento en la colonia Narvarte de la Ciudad de México. La investigación sigue inconclusa, se desconoce el móvil de los hechos pero las autoridades repitieron una y otra vez que era colombiana y modelo, insinuaron que era prostituta y aseguraron que había ido a recoger un paquete ilícito al aeropuerto de la Ciudad de México aunque las cámaras del aeródromo revelaron que jamás estuvo allí.

Stéphanie Magón Ramírez, muerta en 2016. Oriunda de Cali, su cuerpo fue hallado en una calle de la colonia Nápoles de la Ciudad de México con el cráneo fracturado al igual que su mandíbula en agosto de ese año. Edgar Elías Azar, expresidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, dijo que este caso podría tratarse de un feminicidio por la forma brutal como fue hallada a más de 300 metros de su edificio. Sin embargo, tres días más tarde, Azar se retractó y dio una nueva versión en donde la colombiana habría muerto tras aventarse desde la azotea después de una noche de copas.

Stéphanie tenía 23 años, estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Autónoma de Occidente de la ciudad de Cali. Buena estudiante y pendiente de su hijo de cuatro años. Al término de su carrera, se abrió la posibilidad de una buena oferta de empleo en la Ciudad de México donde la comunicóloga podría incursionar al mundo del modelaje. Meses más tarde, halló la muerte en una forma poco clara para familiares y autoridades mexicanas quienes ya dieron el caso por terminado.

Para ItalyCiani, abogada penalista mexicana, este caso está lleno de interrogantes y contradicciones.

“El manejo del caso ha sido desaseado y con un afán muy particular de construir una historia que además revictimiza a Stephanie, pues no dejan de hacer énfasis en que había acudido a un bar, estaba ebria, se quitaba la ropa y al momento del levantamiento del cuerpo se encontraba desnuda. El examen toxicológico no arrojó evidencia de droga alguna en su cuerpo, sin embargo, han ordenado un nuevo análisis en busca de drogas sintéticas. ¿Es relevante en realidad? Claro, porque de no ser así, el suicidio no tendría sentido”, publicó la abogada en una columna de opinión.

Según la revista Proceso, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México dice que los casos de Stephanie, Mile Virginia y Alejandra tienen varias líneas de similitud: "estuvieron involucradas en fiestas o reuniones sociales previas a su asesinato, tenían signos de tortura y golpes mortales, laboraban como edecanes, modelos o cantantes contratadas por agencias y promotores en México, no pasaban de los 32 años de edad, su fallecimiento se relacionó con "accidentes" o bien, con la prostitución y la venta de droga; además de que físicamente eran muy parecidas”.

De Lesly Tatiana Góez no se supo más desde el 18 de diciembre pasado. La antioqueña de 25 años llevaba seis meses en Cancún, México, donde trabajaba en una estética. Aleida Guisado, su madre, dijo a los medios de comunicación que su hija tenía un novio colombiano que vivía en México desde hace un par de años y ella decidió venir para hacer una vida juntos.

Guisado hizo la denuncia de la desaparición de su hija en la Cancillería colombiana. Tres días más tarde, se enteró que su yerno había sido torturado y asesinado en la ciudad de Cancún y que su consuegro y un amigo de la familia estaban también en calidad de desaparecidos.

La Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, abrió la carpeta de investigación 432-2017 contra quien resulte responsable por el hallazgo del colombiano que apareció decapitado, desnudo y con los genitales en la boca. La prensa mexicana detalló que una de las líneas de investigación es la participación del joven con una banda dedicada al préstamo de dinero gota a gota.

El cuatro de septiembre del año pasado,Georgina Martínez Amaya publicó en Facebook una solicitud de ayuda mientras policías de la Ciudad de México clausuraban Pollos Mario, un restaurante colombiano de su propiedad ubicado en la calle de Medellín, en la colonia Roma.

“Llegaron a verificar mi negocio como si fuéramos unos delincuentes”, cuenta Georgina mientras recuerda que esa tarde, más de cien elementos de seguridad con armas largas y cortas, ingresaron sin previo aviso al restaurante colombiano y como si se tratara de atrapar al más peligroso criminal, pidieron visas a los comensales, les impidieron salir del lugar y se llevaron esposados a dos adolescentes.

De acuerdo con las autoridades mexicanas, el restaurante no tenía permiso de uso de suelo para vender comida y alcohol. Georgina reconoció el error pero se sigue cuestionando por qué los policías encañonaron a sus empleadas en la cocina, por qué amenazaron a una mesera con llevársela si utilizaba el teléfono celular o por qué le negaron guardar el material perecedero del restaurante aludiendo que era cocaína sin comprobar que se trataba de la masa con la que diario prepara buñuelos, pandebono y pan aliñado.

Esa misma tarde, además de Pollos Mario, cerraron dos restaurantes colombianos más en la misma cuadra; Ciénaga y Dulce Jesús Mío, ante la mirada curiosa de cientos de transeúntes que se preguntaban entre codazos si en alguno de los locales estaba escondido algún narcotraficante peligroso.

 

ESTEREOTIPOS MORTALES

No es la primera vez que las autoridades mexicanas criminalizan o se basan en estereotipos para referirse a las investigaciones que involucran a colombianos radicados en México.

En los últimos cuatro años, han muerto de forma misteriosa tres colombianas en la Ciudad de México. En todos los casos, las autoridades mexicanas han creado un perfil falso de las mujeres haciéndole creer a la opinión pública que son víctimas de su propia belleza, prostitutas, mal relacionadas o copartícipes de bandas criminales dedicadas al narcotráfico.

Diana Alejandra Pulido Duque, murió en 2012. Cantante colombiana, esbelta y rubia. Encontró la muerte en una de las zonas más exclusivas de la ciudad tras "caer" desde su departamento en un séptimo piso. Hasta el momento, la pregunta sigue abierta. ¿cayó o la aventaron?

Pero lo que sí se ventiló en la prensa mexicana, es que Alejandra estaba mal relacionada, que días previos a su muerte se había practicado un aborto y que quizás hacía parte de una red de ladrones colombianos. La familia denuncia como autor de las hipótesis perversas a Marco Reyes, exfiscal de Homicidios de la Procuraduría de Justicia de la Ciudad de México, que lejos de dar certeza jurídica e investigativa, parece hacer lo mismo que con los miles de casos de mujeres desaparecidas en la ciudad: aseverar que se fueron con el novio para jamás volver.

Mile Virginia Martín, asesinada en 2014. Fuegolpeada y violada varias veces, recibió un disparo en la cabeza. Su cuerpo fue encontrado amortajado, desnudo y con la ropa interior en la boca. La fiscalía capitalina construyó un perfil falso de una colombiana torturada al interior de un apartamento en la colonia Narvarte de la Ciudad de México. La investigación sigue inconclusa, se desconoce el móvil de los hechos pero las autoridades repitieron una y otra vez que era colombiana y modelo, insinuaron que era prostituta y aseguraron que había ido a recoger un paquete ilícito al aeropuerto de la Ciudad de México aunque las cámaras del aeródromo revelaron que jamás estuvo allí.

Stéphanie Magón Ramírez, muerta en 2016. Oriunda de Cali, su cuerpo fue hallado en una calle de la colonia Nápoles de la Ciudad de México con el cráneo fracturado al igual que su mandíbula en agosto de ese año. Edgar Elías Azar, expresidente del Tribunal Superior de Justicia de la Ciudad de México, dijo que este caso podría tratarse de un feminicidio por la forma brutal como fue hallada a más de 300 metros de su edificio. Sin embargo, tres días más tarde, Azar se retractó y dio una nueva versión en donde la colombiana habría muerto tras aventarse desde la azotea después de una noche de copas.

Stéphanie tenía 23 años, estudió Comunicación Social y Periodismo en la Universidad Autónoma de Occidente de la ciudad de Cali. Buena estudiante y pendiente de su hijo de cuatro años. Al término de su carrera, se abrió la posibilidad de una buena oferta de empleo en la Ciudad de México donde la comunicóloga podría incursionar al mundo del modelaje. Meses más tarde, halló la muerte en una forma poco clara para familiares y autoridades mexicanas quienes ya dieron el caso por terminado.

Para ItalyCiani, abogada penalista mexicana, este caso está lleno de interrogantes y contradicciones.

“El manejo del caso ha sido desaseado y con un afán muy particular de construir una historia que además revictimiza a Stephanie, pues no dejan de hacer énfasis en que había acudido a un bar, estaba ebria, se quitaba la ropa y al momento del levantamiento del cuerpo se encontraba desnuda. El examen toxicológico no arrojó evidencia de droga alguna en su cuerpo, sin embargo, han ordenado un nuevo análisis en busca de drogas sintéticas. ¿Es relevante en realidad? Claro, porque de no ser así, el suicidio no tendría sentido”, publicó la abogada en una columna de opinión.

Según la revista Proceso, la Procuraduría General de Justicia de la Ciudad de México dice que los casos de Stephanie, Mile Virginia y Alejandra tienen varias líneas de similitud: "estuvieron involucradas en fiestas o reuniones sociales previas a su asesinato, tenían signos de tortura y golpes mortales, laboraban como edecanes, modelos o cantantes contratadas por agencias y promotores en México, no pasaban de los 32 años de edad, su fallecimiento se relacionó con "accidentes" o bien, con la prostitución y la venta de droga; además de que físicamente eran muy parecidas”.

De Lesly Tatiana Góez no se supo más desde el 18 de diciembre pasado. La antioqueña de 25 años llevaba seis meses en Cancún, México, donde trabajaba en una estética. Aleida Guisado, su madre, dijo a los medios de comunicación que su hija tenía un novio colombiano que vivía en México desde hace un par de años y ella decidió venir para hacer una vida juntos.

Guisado hizo la denuncia de la desaparición de su hija en la Cancillería colombiana. Tres días más tarde, se enteró que su yerno había sido torturado y asesinado en la ciudad de Cancún y que su consuegro y un amigo de la familia estaban también en calidad de desaparecidos.

La Fiscalía General del Estado de Quintana Roo, abrió la carpeta de investigación 432-2017 contra quien resulte responsable por el hallazgo del colombiano que apareció decapitado, desnudo y con los genitales en la boca. La prensa mexicana detalló que una de las líneas de investigación es la participación del joven con una banda dedicada al préstamo de dinero gota a gota.

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