Colombia, a las urnas; se vislumbra giro a la izquierda

Entre denuncias de fraude, atentados y espionaje, un país que reclama cambios vota hoy por presidente

EFE y AFP

  · domingo 29 de mayo de 2022

Colombia vivió su campaña más violenta, por lo que miles de soldados vigilarán los comicios / Cortesía | AFP

BOGOTÁ. Gobernados siempre por conservadores o liberales de derecha y hastiados de un país en crisis, los colombianos podrían hoy inclinarse por primera vez a la izquierda y subirse al tren de esa tendencia que vuelve a cruzar por América Latina.

Más de 39 millones de electoras están convocados para elegir al próximo presidente de un país que reclama cambios y que llega a las urnas dividido entre las opciones de izquierda y derecha tras una campaña marcada por denuncias de fraude, atentados y espionaje.

El senador y exguerrillero Gustavo Petro, de 62 años y favorito en todas las encuestas, cree que puede conseguirlo el 29 de mayo, aunque los sondeos señalan que deberá disputar una segunda vuelta el 19 de junio, en el que también lidera la intención de voto.

Su némesis, el derechista Federico Gutiérrez de 47 años, se perfila como el rival más probable en un país polarizado como pocas veces, pero que grita cambio ante los estragos económicos de la pandemia, el repunte de la violencia, la corrupción, la desigualdad y las heridas que dejó la represión de masivas protestas.

Seis candidatos están en la baraja, pero dos son los favoritos. El outsider Rodolfo Hernández, un empresario de 77 años, se acerca a Gutiérrez según las encuestas.

Petro, que por tercera vez busca la presidencia, perdió hace cuatro años con el derechista Iván Duque, que por ley no puede aspirar a la reelección.

Colombia podría así sumarse a la izquierda que gravita en la mayoría de países de Sudamérica, a excepción de Ecuador, Paraguay, Uruguay y Brasil, que en octubre se juega el posible regreso de Luiz Inácio Lula da Silva.

Paradójicamente, en Colombia todas las fuerzas piden un cambio, tras el impopular gobierno de Duque (67%) que desató un estallido social inédito.

“Hay mucha frustración, mucha rabia y creo que Petro capitalizó eso”, dice a la AFP Michael Shifter, profesor de la universidad de Georgetown.

La derecha en el poder llega debilitada.

Su líder natural, el expresidente Álvaro Uribe (2002-2010), protagonista electoral, está de capa caída por enredos judiciales.

El censo electoral está compuesto por 39 millones 002 mil 239 ciudadanos, pero como la abstención suele ser cercana al 50 por ciento se espera que voten unos 20 millones de colombianos en los 12 mil 263 puestos instalados en todo el país por la Registraduría, entidad que organiza los comicios y que a raíz de las fallas que tuvo en las legislativas del 13 de marzo ha sido blanco de numerosas críticas.

De ganar Petro, elevaría a la izquierda por primera vez al poder en el país, posibilidad que asusta a muchos por su pasado de guerrillero del desaparecido Movimiento 19 de Abril (M-19), pero principalmente por su ambigüedad ante determinadas cuestiones políticas y económicas.

Con ese panorama termina hoy una de las campañas más hostiles de los últimos años y en la que el fantasma del fraude fue atizado por los distintos candidatos.

Las fallas en el conteo de votos de las legislativas, que fueron corregidas en el escrutinio definitivo, en el cual el izquierdista Pacto Histórico sumó cerca de 400 mil votos más que los que se la habían adjudicado inicialmente, dejó en el aire la sospecha de irregularidades electorales.

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Los principales candidatos le han dado hasta último momento a la tecla de la falta de garantías electorales por parte de la Registraduría, e incluso Petro, que el mes pasado denunció un presunto plan para atentar contra su vida, también habló hace una semana de un supuesto plan del Gobierno de suspender los comicios que lo dan como favorito.

El nuevo duelo entre fuerzas opuestas es la expresión de un país dividido tras la firma del acuerdo de paz firmado en 2016.

Para garantizar la seguridad, el gobierno puso puso en las calles más de 300 mil integrantes de las Fuerzas Armadas y de la Policía, cuya máxima prioridad será “la protección de los candidatos presidenciales, y de los más de 12 mil 200 puestos de votación.