El pasado domingo 3 de diciembre se celebró en el mundo el primer domingo de adviento. Esta palabra tiene su origen en el término latino “adventus” que se usaba en el Imperio romano para preparar la llegada de alguien muy importante como el César o alguna otra autoridad que arribaba por primera vez a un lugar.
No solo se preparaban los festejos con marchas y banquetes, sino que en general se revisaba el estado que guardaba toda la administración de ese lugar, ya que los visitantes realizaban una inspección. Lo importante era que todo estuviera en orden: las calles, el foro, los acueductos, las termas, la justicia, etc. La visita del César o del enviado implicaba una revisión exhaustiva para formular un informe que no trajera consecuencias negativas al encargado o administrador.
Los primeros cristianos tomaron este significado para evitar que la llegada de Jesús nos tomara por sorpresa con nuestra vida en desorden. Por ello se prepara el nacimiento de Jesús, durante prácticamente tres semanas que comprenden los 4 domingos previos al 25 de diciembre.
Para preparar la Navidad se estableció en el calendario litúrgico un tiempo denominado de adviento, que sirve para la reflexión, meditación y revisión humilde de nuestra vida con el fin cambiar y mejorar con una conversión hacia el amor o la solidaridad. El Adviento es por lo tanto en nuestros días, una temporada en la que se prepara la Navidad. El color morado significa arrepentimiento y cambio.
En nuestra sociedad contemporánea se usan coronas cuyas velas se encienden poco a poco y que significan que cada domingo hay más luz y más esperanza en la llegada del “Niño Dios”, cuyo arribo a nuestras vidas nos ayuda a construir una mejor familia y sociedad impregnada por su mandamiento de paz y amor.
También es un tiempo para poner árboles de navidad y “nacimientos” con figurillas que representan este acontecimiento histórico y religioso. Se “pide posada”, se representan pastorelas, se adornan las calles y las plazas públicas, así como muchas casas y edificios públicos y privados.
Estas tradiciones religiosas se han extendido en todos los continentes y han transformado positivamente la cultura de la humanidad contemporánea. Recientemente en el Time Square en Nueva York, apagaron las pantallas digitales y cuando se encendieron nuevamente, se llenaron de imágenes de Jesucristo y de su nacimiento, así como con una invitación mundial para todos a iluminar con su luz nuestras vidas y el mundo.
No solo en Estados Unidos, también en Francia, Italia, Alemania y muchos otros países y ciudades mexicanas se preparan y celebran la Navidad compartiendo la luz y el mensaje fundamental de amor y paz a los hombres de buena voluntad. Que triste que en Xalapa nuestras autoridades estatales y municipales estén tan ajenas a este mensaje esperanzador y solo se diga un lacónico “felices fiestas”, sin la profundidad humanista de la Navidad.
X: @basiliodelavega