/ jueves 18 de marzo de 2021

Curva Covid baja en Veracruz

De acuerdo con las cifras oficiales, la curva de contagios de coronavirus en Veracruz ha comenzado a decrecer de forma significativa.

En la primera semana de febrero pasado, la entidad veracruzana registró mil 282 casos confirmados de la temible enfermedad. En la segunda semana de dicho mes se reportaron mil 30; y un mes después, en la segunda semana de marzo, del día 8 al 14, la cifra oficial se ubicó en 616.

En poco más de un mes, el número de enfermos se ha reducido, en promedio, a la mitad en la entidad veracruzana.

Del 8 al 14 de enero, la Secretaría de Salud de Veracruz reconoció 2 mil 83 casos de la enfermedad en la entidad. En dos meses, de enero a marzo, la cifra bajó en 70 por ciento. Durante la segunda semana de enero, todo parece indicar que los veracruzanos pagaron caro el haber relajado las medidas de prevención durante las fiestas decembrinas; 7 días después de la celebración del fin de año el ritmo de la pandemia fue acelerado: en la semana del 8 al 14 del primer mes del presente año, 217 veracruzanos perdieron la vida como consecuencia del Coronavirus; 1 de cada 10 enfermos perdió la vida en Veracruz.

En unos días, el 28 de marzo, comenzará la Semana Santa, periodo vacacional en el que cientos de miles de personas acuden a las playas veracruzanas y a lugares de esparcimiento para disfrutar estos días de descanso; esperemos que las medidas preventivas no se relajen porque, de lo contrario, durante la segunda semana de abril llegará un nuevo pico en la curva de los contagios.

Hoy, el ritmo de los casos de Covid-19 parece que está a la baja en Veracruz; pero si las medidas preventivas no continúan; si las playas registran la llegada masiva de visitantes, la historia de la segunda semana de enero –etapa posterior a las fiestas decembrinas– podría repetirse.

Este miércoles, empresarios y trabajadores del ramo del entretenimiento protestaron en Xalapa para exigir al gobierno que se permita la operación de esos giros; meseros, payasos, músicos, empresas dedicadas a los banquetes y en general a la animación de fiestas, se manifestaron en la capital de Veracruz.

Exigen que se permita la realización de fiestas y reuniones, con un aforo inferior al que normalmente se registra y con todas las medidas de prevención –sana distancia, aplicación de gel, desinfectantes y toma de temperatura–. Argumentan que quienes integran dicho sector no soportan más la suspensión de actividades y apuntan que se encuentran asfixiados en términos económicos. Probablemente no les falte razón; sin embargo, permitir la concentración de personas podría significar un altísimo riesgo para la salud pública. Hace un año, cuando las noticias relacionadas con la pandemia provocaban psicosis colectiva, en algunos municipios veracruzanos –como Tamiahua, por citar un ejemplo– las autoridades locales determinaron cerrar el acceso a las playas; hoy, a pesar de que los contagios parecen haber disminuido, permitir las aglomeraciones en playas y balnearios, al igual que la celebración de fiestas podría pagarse muy caro en términos de enfermos y, en el peor de los casos, defunciones.

De acuerdo con las cifras oficiales, la curva de contagios de coronavirus en Veracruz ha comenzado a decrecer de forma significativa.

En la primera semana de febrero pasado, la entidad veracruzana registró mil 282 casos confirmados de la temible enfermedad. En la segunda semana de dicho mes se reportaron mil 30; y un mes después, en la segunda semana de marzo, del día 8 al 14, la cifra oficial se ubicó en 616.

En poco más de un mes, el número de enfermos se ha reducido, en promedio, a la mitad en la entidad veracruzana.

Del 8 al 14 de enero, la Secretaría de Salud de Veracruz reconoció 2 mil 83 casos de la enfermedad en la entidad. En dos meses, de enero a marzo, la cifra bajó en 70 por ciento. Durante la segunda semana de enero, todo parece indicar que los veracruzanos pagaron caro el haber relajado las medidas de prevención durante las fiestas decembrinas; 7 días después de la celebración del fin de año el ritmo de la pandemia fue acelerado: en la semana del 8 al 14 del primer mes del presente año, 217 veracruzanos perdieron la vida como consecuencia del Coronavirus; 1 de cada 10 enfermos perdió la vida en Veracruz.

En unos días, el 28 de marzo, comenzará la Semana Santa, periodo vacacional en el que cientos de miles de personas acuden a las playas veracruzanas y a lugares de esparcimiento para disfrutar estos días de descanso; esperemos que las medidas preventivas no se relajen porque, de lo contrario, durante la segunda semana de abril llegará un nuevo pico en la curva de los contagios.

Hoy, el ritmo de los casos de Covid-19 parece que está a la baja en Veracruz; pero si las medidas preventivas no continúan; si las playas registran la llegada masiva de visitantes, la historia de la segunda semana de enero –etapa posterior a las fiestas decembrinas– podría repetirse.

Este miércoles, empresarios y trabajadores del ramo del entretenimiento protestaron en Xalapa para exigir al gobierno que se permita la operación de esos giros; meseros, payasos, músicos, empresas dedicadas a los banquetes y en general a la animación de fiestas, se manifestaron en la capital de Veracruz.

Exigen que se permita la realización de fiestas y reuniones, con un aforo inferior al que normalmente se registra y con todas las medidas de prevención –sana distancia, aplicación de gel, desinfectantes y toma de temperatura–. Argumentan que quienes integran dicho sector no soportan más la suspensión de actividades y apuntan que se encuentran asfixiados en términos económicos. Probablemente no les falte razón; sin embargo, permitir la concentración de personas podría significar un altísimo riesgo para la salud pública. Hace un año, cuando las noticias relacionadas con la pandemia provocaban psicosis colectiva, en algunos municipios veracruzanos –como Tamiahua, por citar un ejemplo– las autoridades locales determinaron cerrar el acceso a las playas; hoy, a pesar de que los contagios parecen haber disminuido, permitir las aglomeraciones en playas y balnearios, al igual que la celebración de fiestas podría pagarse muy caro en términos de enfermos y, en el peor de los casos, defunciones.