/ jueves 15 de octubre de 2020

El significado de ser humano

Reconocer nuestra calidad humana permitirá, al menos, entender al de enfrente, de lo contrario lucharíamos contra todos y a favor de nada.

Mucha gente religiosa, que no espiritual, se escandaliza al hablar de humanismo, pero si no hubiese tal condición, ni usted ni yo existiríamos como entes pensantes y actuantes. La división entre Iglesia-Estado ha marcado desde tiempos inmemoriales a todo el género humano, si bien todos sostenemos creencias, también es cierto que habrá directas conveniencias y volvemos al punto de partida, es decir, a nuestra condición humana y en el trasfondo al animal que se dice racional, pero que en ocasiones actúa bajo necesidades aberrantes.

En el nombre de Dios condenamos a los ateos, a los sacrílegos e igual dividimos a los que no representan nuestro ideal espiritual por alcanzar cierto entendimiento.

Robarle palabras a Jesucristo es muy fácil. Un ejemplo claro se dio cuando lo increparon en cuanto al pago de impuestos y su licitud, a lo cual él de simple modo expuso: ¿de quién es la cara que aparece en la moneda?, del César o emperador, entonces dad al César lo que es del César y a Dios aquello que es de Dios.

Nunca faltarán los cruzados que mezclarán religión y política, que es algo muy diferente que contrastar rasgos espirituales más aspectos político-racionales. Con profundo apego a nuestra humanidad, encontraremos defectos en toda secta, religión, credo o simple fantasía alegórica por empalmar aquello que el cristianismo, en teoría, nunca ha enseñado. Me refiero en concreto a lo expresado con elevada filiación por el mismo Cristo, en su efímero paso por la Tierra.

Juristas apegados a una iglesia dicen estar en un movimiento político en contra de un partido político y sus representantes, y aquí valdría no usar la denominación de origen cristiano, como una forma de manipulación en asuntos no competentes a un código eclesiástico. O son activistas siendo políticos, pero como políticos, juristas y creyentes fanáticos darán una muy pésima apariencia en la dualidad humana, que ofende y propulsa al simple chantaje.

Significarse humano es liberar a nuestra bestia interna para pulirla, no en una perfección ilusoria, sino en un balance congruente entre una cosa y otra, al diferenciar que no somos dioses, sino seres mortales que vamos en un viaje inexplicable ante nuestros propios ojos. Así, los seres humanos tenemos el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a nuestras propias vidas, ubicados en la racionalidad y la ciencia. Desde aquí nació el “Renacimiento”, que marcaría la transición entre la Edad Media y la modernidad, es decir, se dejaron de quemar a los brujos en la hoguera. ¿Los brujos actuales? La gente que ejerce los descubrimientos científicos y útiles, la filosofía en todas sus ramas, incluyendo la fe, que es un grado superior de utilidad también humana.

Falibles, inconformes, tercos, obstinados, crédulos, apasionados, rebeldes, ascetas y demás, somos de por sí demasiados. Hubo una secta ridícula de origen yanqui que quiso sentar sus bases en Rusia. El resultado fue haber encarcelado y disuelto a los pioneros de tal creencia. Quiero significar que creo en un arquitecto universal y creador del todo, pero también es digno cuestionar hasta dónde nos mueve la fe y hasta qué punto nos acelera el interés del poder mismo, que posee una alta calidad humanística.

Reconocer nuestra calidad humana permitirá, al menos, entender al de enfrente, de lo contrario lucharíamos contra todos y a favor de nada.

Mucha gente religiosa, que no espiritual, se escandaliza al hablar de humanismo, pero si no hubiese tal condición, ni usted ni yo existiríamos como entes pensantes y actuantes. La división entre Iglesia-Estado ha marcado desde tiempos inmemoriales a todo el género humano, si bien todos sostenemos creencias, también es cierto que habrá directas conveniencias y volvemos al punto de partida, es decir, a nuestra condición humana y en el trasfondo al animal que se dice racional, pero que en ocasiones actúa bajo necesidades aberrantes.

En el nombre de Dios condenamos a los ateos, a los sacrílegos e igual dividimos a los que no representan nuestro ideal espiritual por alcanzar cierto entendimiento.

Robarle palabras a Jesucristo es muy fácil. Un ejemplo claro se dio cuando lo increparon en cuanto al pago de impuestos y su licitud, a lo cual él de simple modo expuso: ¿de quién es la cara que aparece en la moneda?, del César o emperador, entonces dad al César lo que es del César y a Dios aquello que es de Dios.

Nunca faltarán los cruzados que mezclarán religión y política, que es algo muy diferente que contrastar rasgos espirituales más aspectos político-racionales. Con profundo apego a nuestra humanidad, encontraremos defectos en toda secta, religión, credo o simple fantasía alegórica por empalmar aquello que el cristianismo, en teoría, nunca ha enseñado. Me refiero en concreto a lo expresado con elevada filiación por el mismo Cristo, en su efímero paso por la Tierra.

Juristas apegados a una iglesia dicen estar en un movimiento político en contra de un partido político y sus representantes, y aquí valdría no usar la denominación de origen cristiano, como una forma de manipulación en asuntos no competentes a un código eclesiástico. O son activistas siendo políticos, pero como políticos, juristas y creyentes fanáticos darán una muy pésima apariencia en la dualidad humana, que ofende y propulsa al simple chantaje.

Significarse humano es liberar a nuestra bestia interna para pulirla, no en una perfección ilusoria, sino en un balance congruente entre una cosa y otra, al diferenciar que no somos dioses, sino seres mortales que vamos en un viaje inexplicable ante nuestros propios ojos. Así, los seres humanos tenemos el derecho y la responsabilidad de dar sentido y forma a nuestras propias vidas, ubicados en la racionalidad y la ciencia. Desde aquí nació el “Renacimiento”, que marcaría la transición entre la Edad Media y la modernidad, es decir, se dejaron de quemar a los brujos en la hoguera. ¿Los brujos actuales? La gente que ejerce los descubrimientos científicos y útiles, la filosofía en todas sus ramas, incluyendo la fe, que es un grado superior de utilidad también humana.

Falibles, inconformes, tercos, obstinados, crédulos, apasionados, rebeldes, ascetas y demás, somos de por sí demasiados. Hubo una secta ridícula de origen yanqui que quiso sentar sus bases en Rusia. El resultado fue haber encarcelado y disuelto a los pioneros de tal creencia. Quiero significar que creo en un arquitecto universal y creador del todo, pero también es digno cuestionar hasta dónde nos mueve la fe y hasta qué punto nos acelera el interés del poder mismo, que posee una alta calidad humanística.