/ martes 12 de octubre de 2021

PRI: flojito y cooperando

Hace un año, en octubre de 2020, el PRI sorprendió porque después del avasallamiento de Morena en las elecciones presidenciales de 2018, el partido tricolor arrasó en los comicios de diputados locales...

Lo hizo en los 16 distritos de Coahuila y se llevó 32 de las 84 alcaldías de Hidalgo, ambos estados gobernados por el Revolucionario Institucional.

Estos resultados hicieron creer a los priistas que con su flamante dirigente nacional Alejandro Moreno el partido emprendía la ruta hacia la recuperación del poder.

Sin embargo, ocho meses después, en junio pasado, recibieron tremendo frentazo, pues ni aliados con PAN-PRD pudieron contener a Morena, que junto con el PT y PVEM se llevó la mayoría de las diputaciones federales, gubernaturas y congresos locales.

El presidente López Obrador conoce bien el ADN del PRI, partido del que fue dirigente en Tabasco y al cual renunció en 1988 cuando le negaron la candidatura a gobernador. Sabe que es el aliado que más le conviene, no sólo ahora que requiere al menos de otros 50 votos para alcanzar la mayoría calificada que constitucionalmente se exige para aprobar su reforma eléctrica en la Cámara de Diputados sino también porque en la sucesión presidencial de 2024 necesitará un candidato postulado por el priismo para atomizar el voto opositor.

Por eso no cesa en su empeño de fracturar principalmente la alianza del PRI con el PAN, el principal adversario electoral e ideológico del obradorismo. El PRD, partido del que fue dirigente y dos veces candidato presidencial, no le preocupa ya que está muy disminuido. Inclusive Acción Nacional, en las elecciones de junio, solamente retuvo las gubernaturas de Chihuahua y Querétaro.

El domingo antepasado, al pronunciar su primer discurso como presidente reelecto, Marko Cortés advirtió a los consejeros panistas que en 2022, de los seis estados que elegirán gobernadores, únicamente son favorecidos por las encuestas actuales en la pequeña entidad de Aguascalientes.

Ante este deplorable panorama para el panismo, Cortés llamó a sus correligionarios y a los ocho aspirantes presidenciales que enlistó, a poner los pies en la tierra, a evitar simulaciones y a hacer a un lado las ambiciones personales para impedir la entrega de Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, donde actualmente gobierna su partido.

El dirigente nacional del PAN sigue esperanzado en que el PRI respete los acuerdos de la alianza “Va por México” y rechace la reforma eléctrica de AMLO, quien muy astutamente, a través de sus operadores legislativos, cedió al partido tricolor en la Cámara de Diputados las presidencias de la Junta de Coordinación Política y de la Comisión de Gobernación, las cuales asumieron coincidentemente el exgobernador de Coahuila, Rubén Moreira, y el líder priista Alejandro Moreno.

“Amlito”, como le llaman al exmandatario campechano sus malquerientes, sabe que la morenista Layda Sansores, su sucesora en la gubernatura, alista expedientes sobre su enriquecimiento inexplicable.

¿Acaso fue casual que el escritor y consejero nacional de Morena, Paco Ignacio Taibo II, expresara este domingo: “Vamos a ganar la reforma, nos los vamos a chingar”?

Hace un año, en octubre de 2020, el PRI sorprendió porque después del avasallamiento de Morena en las elecciones presidenciales de 2018, el partido tricolor arrasó en los comicios de diputados locales...

Lo hizo en los 16 distritos de Coahuila y se llevó 32 de las 84 alcaldías de Hidalgo, ambos estados gobernados por el Revolucionario Institucional.

Estos resultados hicieron creer a los priistas que con su flamante dirigente nacional Alejandro Moreno el partido emprendía la ruta hacia la recuperación del poder.

Sin embargo, ocho meses después, en junio pasado, recibieron tremendo frentazo, pues ni aliados con PAN-PRD pudieron contener a Morena, que junto con el PT y PVEM se llevó la mayoría de las diputaciones federales, gubernaturas y congresos locales.

El presidente López Obrador conoce bien el ADN del PRI, partido del que fue dirigente en Tabasco y al cual renunció en 1988 cuando le negaron la candidatura a gobernador. Sabe que es el aliado que más le conviene, no sólo ahora que requiere al menos de otros 50 votos para alcanzar la mayoría calificada que constitucionalmente se exige para aprobar su reforma eléctrica en la Cámara de Diputados sino también porque en la sucesión presidencial de 2024 necesitará un candidato postulado por el priismo para atomizar el voto opositor.

Por eso no cesa en su empeño de fracturar principalmente la alianza del PRI con el PAN, el principal adversario electoral e ideológico del obradorismo. El PRD, partido del que fue dirigente y dos veces candidato presidencial, no le preocupa ya que está muy disminuido. Inclusive Acción Nacional, en las elecciones de junio, solamente retuvo las gubernaturas de Chihuahua y Querétaro.

El domingo antepasado, al pronunciar su primer discurso como presidente reelecto, Marko Cortés advirtió a los consejeros panistas que en 2022, de los seis estados que elegirán gobernadores, únicamente son favorecidos por las encuestas actuales en la pequeña entidad de Aguascalientes.

Ante este deplorable panorama para el panismo, Cortés llamó a sus correligionarios y a los ocho aspirantes presidenciales que enlistó, a poner los pies en la tierra, a evitar simulaciones y a hacer a un lado las ambiciones personales para impedir la entrega de Durango, Quintana Roo y Tamaulipas, donde actualmente gobierna su partido.

El dirigente nacional del PAN sigue esperanzado en que el PRI respete los acuerdos de la alianza “Va por México” y rechace la reforma eléctrica de AMLO, quien muy astutamente, a través de sus operadores legislativos, cedió al partido tricolor en la Cámara de Diputados las presidencias de la Junta de Coordinación Política y de la Comisión de Gobernación, las cuales asumieron coincidentemente el exgobernador de Coahuila, Rubén Moreira, y el líder priista Alejandro Moreno.

“Amlito”, como le llaman al exmandatario campechano sus malquerientes, sabe que la morenista Layda Sansores, su sucesora en la gubernatura, alista expedientes sobre su enriquecimiento inexplicable.

¿Acaso fue casual que el escritor y consejero nacional de Morena, Paco Ignacio Taibo II, expresara este domingo: “Vamos a ganar la reforma, nos los vamos a chingar”?

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