Naolinco, Ver.– Durante los más de 24 años que ha estado a cargo del panteón de este Pueblo Mágico, Guillermo Hernández Oliva se ha llevado uno que otro susto que, en ocasiones, lo han hecho salir a toda prisa para ponerse a salvo.
Platicar con él es toda una experiencia. Con emoción, señala que el cementerio de Naolinco es un lugar extraordinario, en donde han surgido historias y leyendas que cautivan incluso al más incrédulo.
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En este lugar, según él, ha sostenido pláticas interesantes con personas que llevan varios años muertas.
"Un día, a las 8 de la noche, ya nos íbamos, pero tenía que ir a la bodega y les dije a mis compañeros que me esperaran porque, en todo de broma, les dije que tenía miedo", señala.
Posteriormente, él se quedó solo y al momento de entrar en la bodega escuchó un fuerte golpe, como en una lámina; "salí a buscar y en ese momento hubo otro golpe, por lo que regresé a la bodega y una vez más se escuchó un fuerte golpe. Me dio mucho escalofrío y ya no sabía si salir o si poner llave", recuerda.
Espantado, Guillermo salió al pasillo principal y una vez que cerró el portón, se echó a correr para alejarse lo más posible del panteón.
En otra ocasión, agrega, recibió una llamada alrededor de la una de la madrugada para avisarle que una llave de agua se había quedado abierta; "no quería ir, por las cosas que pasan en el panteón".
Desde su punto de vista, en la parte más profunda del cementerio es en donde ocurren eventos paranormales, pues "ahí hay enterrados muchos jóvenes que se suicidaron".
Durante agosto pasado, Guillermo cumplió 24 años como cuidador del cementerio y desde entonces, reitera, ha experimentado sucesos difíciles de creer.
Sus relatos e historias cautivan con facilidad, pues cada uno lo narra como si apenas le hubiera pasado. "Hay mucha actividad y aunque algunos no creen, lo cierto es que he vivido varias experiencias en este cementerio", insiste el panteonero.
