Nogales, Ver.- Algunos habitantes de la comunidad Palo Verde, en este municipio, comenzaron a hacer el proceso de conservación del suelo, necesario para reducir el riesgo de sufrir alguna barrancada durante la temporada de lluvias, ya que una gran parte del bosque de esa zona fue devastada por el gran incendio que se registró durante la Semana Santa.
El sacerdote Marcos Palacios Cárdenas, párroco de San Isidro Labrador en el Encinar, quien ha estado cerca de las familias que resultaron afectadas por los siniestros llegó a ese lugar para conocer en qué consiste ese proceso.
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Primero los incendios, ahora toca cuidarse en temporada de lluvias
Explicó en sus redes sociales, que el riesgo mayor se presenta en la temporada de lluvias, pues cuando el agua cae en la ladera, al ya no haber árboles, ésta corre hasta el valle y provocaría inundaciones severas, como la que ocurrió en junio del 2003 al desbordarse el río Chiquito.
Por eso, los productores se dan a la tarea de hacer zanjas, para que el agua que baja, ahí se retenga y vaya al subsuelo. Señaló que quienes realizan este trabajo le manifestaron que no querían recibir despensa, sino trabajo.
Gracias a que se han acercado a él personas de buen corazón que quieren apoyar a quienes necesitan trabajo, a quienes hacen las zanjas se les da un salario y, tengan la posibilidad de comprar lo que necesitan para su familia.
Subrayó que si bien la ayuda se desborda cuando se presenta la contingencia, el apoyo debe mantenerse para que la ayuda sea integral. “Algunos llegamos a pensar que el día del incendio hay que traer agua, subir alimentos, despensa… y, pasan algunos días del incendio y todo mundo se olvida”.
Enfatizó que cuando ocurre una emergencia hay tres pasos que se deben seguir: primero, atender la emergencia; segundo, con un análisis de la realidad ver lo que necesitan las personas y, tercero, dar continuidad.
“Muchos nos quedamos en emergencia, algunos seguramente ya lo olvidaron y les quedó el recuerdo del 24, 25 y 26 de marzo y ya, se terminó. No, tenemos que continuar”, pues hay que recuperar la extensión de bosque y cultivos que se perdió, no solo en beneficio de quienes habitan en esa zona, sino de todos en la región de las Altas Montañas.
Para recordar:
El jueves 5 de junio de 2003, Día Mundial del Medio Ambiente, una tromba azotó la zona de las Altas Montañas a 3 mil metros sobre el nivel del mar en el Pico de Orizaba, que llegó hasta el Valle arrastrando a su paso lodo, piedras, árboles, provocando el desbordamiento del río Chiquito, -de respuesta rápida-, así como una explosión en los ductos de Pemex en la comunidad de Cecilio Terán, daños en decenas de viviendas y lo más lamentable, pérdidas humanas.