Córdoba, Ver.- Por tercer año consecutivo la actividad sismológica en el país y en el estado de Veracruz se encuentra a la baja, señala Flavio Leyva Ruiz, docente en la Maestría de Gestión Integral de Riesgos de Desastres en la Escuela de Administración Pública de la Ciudad de México.
Detalla que, de acuerdo a la Estadísticas de Sismos en la República Mexicana, desde 1990 hasta 2023 se han registrado al rededor de 248 mil 272 sismos.
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De estos sismos- dijo- 5 mil 799 han sido en Veracruz con magnitudes que van de los 3.6 grados y hasta los 4.8 grados.
¿Hay más actividad sísmica en Veracruz?
“Sin embargo, tanto a nivel nacional como local (Veracruz) en el presente año la incidencia va a la baja por mucho", dijo.
Añade, "tenemos que el promedio diario de sismos, a nivel nacional, es de 66.2 movimientos telúricos por lo que de continuar esta incidencia se estima alcanzar, a fin de año, 24 mil 155 sismos”, comenta.
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Y detalla que de cumplirse dicha estimación, al final del año se tendrían 5 mil 717 sismos menos que en el 2022 y 4 mil 875 menos que en el 2021, siendo los tres años con mejor actividad sísmica de los últimos cuatro años, pues el 2018 repuntó como el de mayor actividad al registrar 30 mil 407 sismos.
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¿Qué municipios veracruzanos tienen más actividad sísmica?
En el caso de Veracruz, Leyva Ruiz, destaca que Jesús Carranza es el municipio con mayor actividad sísmica pues ha sido epicentro de mil 498 sismos.
Seguido de Uxpanapa con mil 392 movimientos telúricos, mientras que Nogales y Nanchital son los de menor actividad con un sismo respectivamente.
El especialista insiste que aunque la actividad sísmica ha tenido un comportamiento a la baja, es importante que los municipios contemplen los riesgos sismológicos en sus Atlas de Riesgo Municipal, pues es la mejor forma de prevenir afectaciones, incluso más que un simulacro.
“Tenemos que ponerle atención al peligro sísmico en el estado, no es nada que despreciar, hay que ponerle mucha atención, mucha prevención, no es suficiente hacer simulacros, el simulacro es la última de las medidas que se debe hacer en una gestión integral de desastres”, puntualiza.