/ jueves 17 de agosto de 2023

Violencia sin solución

Han pasado más de 72 horas desde el macabro hallazgo de más de 13 cadáveres guardados en neveras en una casa de seguridad en Poza Rica, que podrían ser más, según las versiones sin confirmar difundidas en un audio y del propio comunicado de la Fiscalía General del estado, y hasta ayer, no había información disponible de las identidades de las víctimas, quiénes fueron los autores de esa masacre y para qué se conservaban congelados esos cuerpos. En paralelo, tampoco se sabe sobre las identidades de quienes trascendió que se encontraban secuestrados y liberados al momento del operativo en ese lugar, y de los detenidos. Sólo se cuenta con la narrativa del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, de que esos hechos son consecuencia de la guerra que libran grupos delictivos contrarios en esa zona, aunque no los identificó por su nombre. Lo que resulte, lo descubierto en esa importante ciudad del norte es otra muestra del horror que se vive en el estado de Veracruz y vuelve a mostrar el fracaso de la estrategia de seguridad que inútilmente apela a esos criminales que dejen de delinquir. No es ninguna solución que, después de que ocurren acontecimientos de este tipo, se mande a un ejército de fuerzas militares, navales y federales a vigilar, a “blindar” una zona donde todos los días se cometen ejecuciones o enfrentamientos entre ellos o contra las fuerzas del orden, ni tampoco la renuncia de un Comisario de la Policía Municipal que tenía escasas seis semanas de haber asumido ese cargo, y quien, más bien, se liberó del riesgo que implica ejercer esa función en una ciudad de miedo, donde no puede existir tranquilidad, por más que desde el gobierno se quiera convencer de que la población está a salvo. La realidad es otra, aunque se quiera convencer de una realidad paralela, que sólo puede existir en un cómodo escritorio o bajo el resguardo de decenas de guardia de seguridad y vehículos blindados que suelen utilizar los funcionarios de alto rango, justificado desde luego, por el mayor riesgo de sus funciones. ¿Cuántos hechos más de este tipo deben suceder para decidir un cambio en la estrategia de dejar hacer y dejar pasar en materia de seguridad? Es probable que sigan sucediendo, pues lamentablemente el actual gobierno no parece tener ninguna intención de dar un golpe de timón para enfrentar y resolver el grave problema de violencia e inseguridad que vive la población.

Escriba a opedro2006@gmail.com

Han pasado más de 72 horas desde el macabro hallazgo de más de 13 cadáveres guardados en neveras en una casa de seguridad en Poza Rica, que podrían ser más, según las versiones sin confirmar difundidas en un audio y del propio comunicado de la Fiscalía General del estado, y hasta ayer, no había información disponible de las identidades de las víctimas, quiénes fueron los autores de esa masacre y para qué se conservaban congelados esos cuerpos. En paralelo, tampoco se sabe sobre las identidades de quienes trascendió que se encontraban secuestrados y liberados al momento del operativo en ese lugar, y de los detenidos. Sólo se cuenta con la narrativa del gobernador Cuitláhuac García Jiménez, de que esos hechos son consecuencia de la guerra que libran grupos delictivos contrarios en esa zona, aunque no los identificó por su nombre. Lo que resulte, lo descubierto en esa importante ciudad del norte es otra muestra del horror que se vive en el estado de Veracruz y vuelve a mostrar el fracaso de la estrategia de seguridad que inútilmente apela a esos criminales que dejen de delinquir. No es ninguna solución que, después de que ocurren acontecimientos de este tipo, se mande a un ejército de fuerzas militares, navales y federales a vigilar, a “blindar” una zona donde todos los días se cometen ejecuciones o enfrentamientos entre ellos o contra las fuerzas del orden, ni tampoco la renuncia de un Comisario de la Policía Municipal que tenía escasas seis semanas de haber asumido ese cargo, y quien, más bien, se liberó del riesgo que implica ejercer esa función en una ciudad de miedo, donde no puede existir tranquilidad, por más que desde el gobierno se quiera convencer de que la población está a salvo. La realidad es otra, aunque se quiera convencer de una realidad paralela, que sólo puede existir en un cómodo escritorio o bajo el resguardo de decenas de guardia de seguridad y vehículos blindados que suelen utilizar los funcionarios de alto rango, justificado desde luego, por el mayor riesgo de sus funciones. ¿Cuántos hechos más de este tipo deben suceder para decidir un cambio en la estrategia de dejar hacer y dejar pasar en materia de seguridad? Es probable que sigan sucediendo, pues lamentablemente el actual gobierno no parece tener ninguna intención de dar un golpe de timón para enfrentar y resolver el grave problema de violencia e inseguridad que vive la población.

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