/ martes 20 de abril de 2021

[Video] Laguna antes daba comida, hoy da tristeza

Entre cinco o seis bombas de agua se conectaban a la laguna para distribuir a ranchos aledaños

Las palabras que emitió Alexis, un niño de 13 años, a su padre, el pescador Antonio Vázquez Cervantes calaron al hombre que por años trabajó en lo que hasta hace dos meses era la laguna El Farallón, casi seca en tu totalidad.

En febrero del 2021, Antonio llevó a su hijo al mar, como cualquier día, pero la marea estaba alta y prefirió capturar algunas mojarras en el cuerpo lagunar que abarca más de 180 hectáreas, a unos metros de la Carretera Federal 180 o mejor conocida como La Costera del Golfo.

“Papá, porqué me traes a mirar esto, esto me da tristeza, mejor vámonos”, pronunció Alexis al observar las grietas en el suelo que por años tuvo profundidad de entre ocho y cinco metros de agua dulce.

La melancolía de Alexis se comparte con María Luisa Oliva Morales, una mujer que también a sus 13 años de edad recorrió las profundidades del cuerpo lagunar con su abuela y vecinos de Tinajitas, congregación perteneciente al municipio de Actopan.

Desde las ocho de la mañana alistaba un burro con cubetas repletas de ropa, la comida en morrales y emprendía una caminata de dos horas hasta llegar a la laguna que se observa desde la carretera que conecta a Cempoala con playas como Villa Rica y La Mancha.

A sus 74 años, María Luisa cubre sus canas con un paño seco que solía remojar en el agua. Las cubetas de ropa ya no son transportadas, no hay líquido limpio para deslizarlas entre piedras, madera y jabón. Una amiga de la infancia le acompaña y recuerdan cómo en su niñez compartían el sitio como lavadero y área de recreación.

EXPLOTACIÓN DE POZOS Y MINERÍA

El descenso considerable del agua inició en 2015, Juan Alberto Muñiz Oliva es pescador y recuerda que la cantidad de lluvia no ha sido la misma, anexado con el cambio climático, la crianza de ganado y siembra de caña.

Entre cinco o seis bombas de agua se conectaban a la laguna para distribuir a ranchos aledaños. A principios de abril 2021, seguían conectadas pero por el descenso considerable exhortaron a los dueños a retirar sus tubos y buscar otro plan para continuar con sus labores.

“Si el sol no termina de secarla en estos días, con la extracción de agua lo harán. Esperamos que sigan así, ya levantaron las mangueras, vino un encargado de PMA (Procuraduría del Medio Ambiente en Veracruz) y recomendó que las quitaran, me imagino que los encargados las quitaron, quedaban cuatro, luego tres y ya no hay ninguna”, indica Manolo Acosta Domínguez, presidente de la Cooperativa Pesquera de El Farallón.

Acosta dijo que no solo los ranchos extraían el agua, la cercanía de proyectos mineros en La Paila (Caballo Blanco) y El Cobre, a menos de dos kilómetros del sitio también serían otro factor en la seca de la laguna.

Ambos proyectos pretenden explotar oro, plata y cobre a cielo abierto. En años previos a la denuncia de Manolo Acosta, habitante de Actopan, ambientalistas y pobladores de Alto Lucero mostraron inconformidad por la minería ocupando la frase “no a la mina, si a la vida”.

Además, protestaron y exhibieron posibles consecuencias de continuar estos proyectos mineros como la afectación a cuerpos de agua, muerte de animales y demás miembros del ecosistema.

Por el momento, el poblador indica que el cuerpo lagunar ha perdido casi ochenta por ciento de su capacidad, pasó de tener una profundidad de ocho metros a cincuenta centímetros y mantener agua sucia, inviable para contacto humano pues yacen especies muertas como pelícanos.

“Se calcula que el estimado de esta laguna era de aproximadamente entre 170 y 180 hectáreas como superficie total y ahorita se calcula que quedarán 60 hectáreas”.

SIN EMPLEO Y SIN AGUA

La pandemia de Covid-19 se anexó a su escasez de agua. Algunos pescadores y pobladores dejaron Actopan para emprender la búsqueda de mejores condiciones en otro municipio veracruzano.

Tanto Antonio Vázquez Cervantes como Juan Alberto Muñiz Oliva no migraron, decidieron guardar sus lanchas y redes de pescar para dedicarse a la albañilería o comercializar marisco con otros pescadores de Alvarado.

El conocimiento de reproducción de peces como la mojarra y el pez guapote que antes eran capturados en la laguna El Farallón, fue ocupado para reproducirlos en sus casas, solo para consumo propio ya que el alimento oscila entre los 800 pesos por bulto, mismo que dura de una a tres semanas.

“No ha sido solo una laguna de pesca, es un lugar turístico, el paso de aves migratorias, hay temporada que con permiso se caza la palomita, un ave con cola blanca, las mariposas pasaban a descansar antes de seguir su vuelo”, recuerda Antonio.

De 90 embarcaciones y dos cooperativas que se repartían en lo largo y ancho del lugar solo quedan tres lanchas atoradas en el fango. No las mueven por ser las últimas que rescataron a seis tortugas vivas refugiadas en un estanque donde se reúnen los restantes pescadores.

Otras especies como cocodrilos desaparecieron, desconocen hacia donde se fueron pero no dejaron rastro alguno. Los pelícanos y patos negros dejaron de descender al sitio para refrescarse o descansar su vuelo migratorio.

Antonio Vázquez recuerda que una mañana de captura dejaba cinco peces que formaban un kilo y era comercializado en 50 pesos. La carencia de estos se detecta en el comercio, donde una sola mojarra es ofertada por 80 pesos.

PLAN B

En los últimos 365 días, tanto pobladores como agentes municipales han buscado la respuesta o ayuda de autoridades estatales y federales. La nula réplica los movilizó para comenzar a planear una posible solución y evitar la seca total de la laguna.

Víctor Manuel Zavaleta López, agente municipal de Tinajitas cuenta que entre particulares comenzaron a tratar el agua en un espacio cercano al mar y ahora plantean transportarla hasta allí.

“Estamos viendo si CAEV (Comisión del Agua del Estado de Veracruz) viene y nos da permiso, si nos dice que no puede entrar esa agua aquí nada más no. Es una idea de entre los pescadores, vamos a ver si se puede, estamos en la espera de las dependencias”.

Otra opción es encontrar especialistas que les ayuden a consumar la opción de convertir agua salada en dulce y aportar en la recuperación del área.

Pozos está difícil también, no hay agua suficiente en los pozos profundos, permiso no los hay, no hay concesiones, a lo mejor, es una opción entre nosotros como habitantes, meter al agua de mar”.

Las palabras que emitió Alexis, un niño de 13 años, a su padre, el pescador Antonio Vázquez Cervantes calaron al hombre que por años trabajó en lo que hasta hace dos meses era la laguna El Farallón, casi seca en tu totalidad.

En febrero del 2021, Antonio llevó a su hijo al mar, como cualquier día, pero la marea estaba alta y prefirió capturar algunas mojarras en el cuerpo lagunar que abarca más de 180 hectáreas, a unos metros de la Carretera Federal 180 o mejor conocida como La Costera del Golfo.

“Papá, porqué me traes a mirar esto, esto me da tristeza, mejor vámonos”, pronunció Alexis al observar las grietas en el suelo que por años tuvo profundidad de entre ocho y cinco metros de agua dulce.

La melancolía de Alexis se comparte con María Luisa Oliva Morales, una mujer que también a sus 13 años de edad recorrió las profundidades del cuerpo lagunar con su abuela y vecinos de Tinajitas, congregación perteneciente al municipio de Actopan.

Desde las ocho de la mañana alistaba un burro con cubetas repletas de ropa, la comida en morrales y emprendía una caminata de dos horas hasta llegar a la laguna que se observa desde la carretera que conecta a Cempoala con playas como Villa Rica y La Mancha.

A sus 74 años, María Luisa cubre sus canas con un paño seco que solía remojar en el agua. Las cubetas de ropa ya no son transportadas, no hay líquido limpio para deslizarlas entre piedras, madera y jabón. Una amiga de la infancia le acompaña y recuerdan cómo en su niñez compartían el sitio como lavadero y área de recreación.

EXPLOTACIÓN DE POZOS Y MINERÍA

El descenso considerable del agua inició en 2015, Juan Alberto Muñiz Oliva es pescador y recuerda que la cantidad de lluvia no ha sido la misma, anexado con el cambio climático, la crianza de ganado y siembra de caña.

Entre cinco o seis bombas de agua se conectaban a la laguna para distribuir a ranchos aledaños. A principios de abril 2021, seguían conectadas pero por el descenso considerable exhortaron a los dueños a retirar sus tubos y buscar otro plan para continuar con sus labores.

“Si el sol no termina de secarla en estos días, con la extracción de agua lo harán. Esperamos que sigan así, ya levantaron las mangueras, vino un encargado de PMA (Procuraduría del Medio Ambiente en Veracruz) y recomendó que las quitaran, me imagino que los encargados las quitaron, quedaban cuatro, luego tres y ya no hay ninguna”, indica Manolo Acosta Domínguez, presidente de la Cooperativa Pesquera de El Farallón.

Acosta dijo que no solo los ranchos extraían el agua, la cercanía de proyectos mineros en La Paila (Caballo Blanco) y El Cobre, a menos de dos kilómetros del sitio también serían otro factor en la seca de la laguna.

Ambos proyectos pretenden explotar oro, plata y cobre a cielo abierto. En años previos a la denuncia de Manolo Acosta, habitante de Actopan, ambientalistas y pobladores de Alto Lucero mostraron inconformidad por la minería ocupando la frase “no a la mina, si a la vida”.

Además, protestaron y exhibieron posibles consecuencias de continuar estos proyectos mineros como la afectación a cuerpos de agua, muerte de animales y demás miembros del ecosistema.

Por el momento, el poblador indica que el cuerpo lagunar ha perdido casi ochenta por ciento de su capacidad, pasó de tener una profundidad de ocho metros a cincuenta centímetros y mantener agua sucia, inviable para contacto humano pues yacen especies muertas como pelícanos.

“Se calcula que el estimado de esta laguna era de aproximadamente entre 170 y 180 hectáreas como superficie total y ahorita se calcula que quedarán 60 hectáreas”.

SIN EMPLEO Y SIN AGUA

La pandemia de Covid-19 se anexó a su escasez de agua. Algunos pescadores y pobladores dejaron Actopan para emprender la búsqueda de mejores condiciones en otro municipio veracruzano.

Tanto Antonio Vázquez Cervantes como Juan Alberto Muñiz Oliva no migraron, decidieron guardar sus lanchas y redes de pescar para dedicarse a la albañilería o comercializar marisco con otros pescadores de Alvarado.

El conocimiento de reproducción de peces como la mojarra y el pez guapote que antes eran capturados en la laguna El Farallón, fue ocupado para reproducirlos en sus casas, solo para consumo propio ya que el alimento oscila entre los 800 pesos por bulto, mismo que dura de una a tres semanas.

“No ha sido solo una laguna de pesca, es un lugar turístico, el paso de aves migratorias, hay temporada que con permiso se caza la palomita, un ave con cola blanca, las mariposas pasaban a descansar antes de seguir su vuelo”, recuerda Antonio.

De 90 embarcaciones y dos cooperativas que se repartían en lo largo y ancho del lugar solo quedan tres lanchas atoradas en el fango. No las mueven por ser las últimas que rescataron a seis tortugas vivas refugiadas en un estanque donde se reúnen los restantes pescadores.

Otras especies como cocodrilos desaparecieron, desconocen hacia donde se fueron pero no dejaron rastro alguno. Los pelícanos y patos negros dejaron de descender al sitio para refrescarse o descansar su vuelo migratorio.

Antonio Vázquez recuerda que una mañana de captura dejaba cinco peces que formaban un kilo y era comercializado en 50 pesos. La carencia de estos se detecta en el comercio, donde una sola mojarra es ofertada por 80 pesos.

PLAN B

En los últimos 365 días, tanto pobladores como agentes municipales han buscado la respuesta o ayuda de autoridades estatales y federales. La nula réplica los movilizó para comenzar a planear una posible solución y evitar la seca total de la laguna.

Víctor Manuel Zavaleta López, agente municipal de Tinajitas cuenta que entre particulares comenzaron a tratar el agua en un espacio cercano al mar y ahora plantean transportarla hasta allí.

“Estamos viendo si CAEV (Comisión del Agua del Estado de Veracruz) viene y nos da permiso, si nos dice que no puede entrar esa agua aquí nada más no. Es una idea de entre los pescadores, vamos a ver si se puede, estamos en la espera de las dependencias”.

Otra opción es encontrar especialistas que les ayuden a consumar la opción de convertir agua salada en dulce y aportar en la recuperación del área.

Pozos está difícil también, no hay agua suficiente en los pozos profundos, permiso no los hay, no hay concesiones, a lo mejor, es una opción entre nosotros como habitantes, meter al agua de mar”.

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