/ martes 18 de agosto de 2020

Jalón de orejas a Hipólito

Iniciaba 2008 cuando el entonces alcalde de Poza Rica, Pablo Anaya Rivera, comenzaba un proyecto para reposicionar la imagen del Ayuntamiento.

Las acciones emprendidas por la autoridad municipal incluían que todos los funcionarios salieran los domingos, muy temprano y en brigada, a barrer y limpiar las calles de esa cabecera.

A las 8 de la mañana de los días inhábiles, que generalmente se destinan para el esparcimiento familiar, el alcalde encabezaba esos trabajos con escoba en mano.

No faltó algún funcionario inconforme con la medida, que acudía a la cita a regañadientes; pero prácticamente todos participaban.

Pablo Anaya fue alcalde hasta 2010 y posteriormente asumió la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, en el gabinete de Javier Duarte.

El tema viene a cuento por el hecho protagonizado en días pasados por el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, quien con machete en mano encabezó los trabajos de limpieza en las áreas verdes que se ubican en el monumento a San Rafael Guízar y Valencia, en la salida de Xalapa al puerto de Veracruz.

Acompañado por un grupo de funcionarios estatales, el Ejecutivo veracruzano dedicó la mañana del pasado sábado a la limpieza de áreas verdes en Xalapa.

Las reacciones en redes, sin embargo, incluyeron algunas críticas a dicha medida; no faltó quien calificara la acción como una expresión de populismo que no abonaba en nada ni resolvía alguno de los problemas que enfrenta la entidad, la emergencia sanitaria, el desempleo o la inseguridad, por citar algunos ejemplos. La decisión del gobernador no implica una conducta censurable; se le podría criticar que destine un poco del tiempo que debiera utilizar para resolver los problemas propios de su investidura, pero limpiar y cortar el pasto en las áreas verdes no es un acto de corrupción, ni viola ley alguna.

Expresiones como la protagonizada por el mandatario veracruzano no son nuevas; se han visto en Veracruz desde hace más de una década; el exgobernador Fidel Herrera, por ejemplo, era muy propenso a ellas y al no encerrar una actitud ilícita, pues todo quedaba en el terreno de lo anecdótico.

Hay un punto, sin embargo, que llama la atención: la faena del sábado pasado no es la primera de ese tipo que realiza el gobernador; antes de asumir el Poder Ejecutivo, acompañado por el hoy secretario de Gobierno, García Jiménez llevó a cabo un trabajo similar a la altura de la glorieta donde se ubica el monumento de la Araucaria, un punto sumamente transitado de Xalapa, que une a las avenidas Lázaro Cárdenas, 20 de Noviembre y Araucarias.

Ambos hechos se efectuaron en la capital del estado, en un municipio cuyo ayuntamiento, surgido de Morena, ha sido sumamente cuestionado por temas relacionados con la ineficiencia en el desempeño de una autoridad muy desgastada en términos de imagen.

El alcalde Hipólito Rodríguez haría bien en captar esos dos llamados de atención que surgen en Palacio de Gobierno y que ponen en evidencia la ineficiencia del trabajo municipal.

Iniciaba 2008 cuando el entonces alcalde de Poza Rica, Pablo Anaya Rivera, comenzaba un proyecto para reposicionar la imagen del Ayuntamiento.

Las acciones emprendidas por la autoridad municipal incluían que todos los funcionarios salieran los domingos, muy temprano y en brigada, a barrer y limpiar las calles de esa cabecera.

A las 8 de la mañana de los días inhábiles, que generalmente se destinan para el esparcimiento familiar, el alcalde encabezaba esos trabajos con escoba en mano.

No faltó algún funcionario inconforme con la medida, que acudía a la cita a regañadientes; pero prácticamente todos participaban.

Pablo Anaya fue alcalde hasta 2010 y posteriormente asumió la Secretaría de Salud del Gobierno del Estado, en el gabinete de Javier Duarte.

El tema viene a cuento por el hecho protagonizado en días pasados por el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García Jiménez, quien con machete en mano encabezó los trabajos de limpieza en las áreas verdes que se ubican en el monumento a San Rafael Guízar y Valencia, en la salida de Xalapa al puerto de Veracruz.

Acompañado por un grupo de funcionarios estatales, el Ejecutivo veracruzano dedicó la mañana del pasado sábado a la limpieza de áreas verdes en Xalapa.

Las reacciones en redes, sin embargo, incluyeron algunas críticas a dicha medida; no faltó quien calificara la acción como una expresión de populismo que no abonaba en nada ni resolvía alguno de los problemas que enfrenta la entidad, la emergencia sanitaria, el desempleo o la inseguridad, por citar algunos ejemplos. La decisión del gobernador no implica una conducta censurable; se le podría criticar que destine un poco del tiempo que debiera utilizar para resolver los problemas propios de su investidura, pero limpiar y cortar el pasto en las áreas verdes no es un acto de corrupción, ni viola ley alguna.

Expresiones como la protagonizada por el mandatario veracruzano no son nuevas; se han visto en Veracruz desde hace más de una década; el exgobernador Fidel Herrera, por ejemplo, era muy propenso a ellas y al no encerrar una actitud ilícita, pues todo quedaba en el terreno de lo anecdótico.

Hay un punto, sin embargo, que llama la atención: la faena del sábado pasado no es la primera de ese tipo que realiza el gobernador; antes de asumir el Poder Ejecutivo, acompañado por el hoy secretario de Gobierno, García Jiménez llevó a cabo un trabajo similar a la altura de la glorieta donde se ubica el monumento de la Araucaria, un punto sumamente transitado de Xalapa, que une a las avenidas Lázaro Cárdenas, 20 de Noviembre y Araucarias.

Ambos hechos se efectuaron en la capital del estado, en un municipio cuyo ayuntamiento, surgido de Morena, ha sido sumamente cuestionado por temas relacionados con la ineficiencia en el desempeño de una autoridad muy desgastada en términos de imagen.

El alcalde Hipólito Rodríguez haría bien en captar esos dos llamados de atención que surgen en Palacio de Gobierno y que ponen en evidencia la ineficiencia del trabajo municipal.