/ martes 14 de julio de 2020

Sin miedo al descrédito

Conforme avanzan los rounds de la pelea contra la pandemia del coronavirus, se vislumbra un resultado muy desfavorable para alguien que desde el primer minuto de la misma se sentía dueño del cuadrilátero y sin enemigo al frente, experto, según él, en modelos estadísticos y epidemiológicos, el número uno en la materia en México, por encima de su jefe, el secretario de Salud, a quien habrá que reconocerle su experiencia y colmillo político.

Hugo López-Gatell se la creyó de verdad, pensó que en nuestro país no pasaba nada si se miente una y otra vez, si se utilizan tecnicismos que a su juicio los mexicanos no entendemos y que son propios del argot médico-científico, inclusive quiso ponerse a dar clases en el combate a la pandemia con argumentos contrarios a los que la propia Organización Mundial de la Salud recomendaba.

Se atrevió a decir: “No hay evidencia científica que pruebe que el cubrebocas evite el contagio”, pero cientos de comercios en la República mexicana lo exigían a sus clientes obligatoriamente para permitirles la entrada, exhibiendo de esa manera al vocero de la pandemia y dejando en claro que eso de que “ya hemos aplanado la curva de contagios” o que “en tres semanas iniciaremos la recuperación”, fueron puras jaladas, expresiones irresponsables que han traído a los mexicanos a la deriva.

Los hechos son incontrovertibles, rompimos la barrera psicológica de los 30 mil muertos, de hecho sumaban 35 mil 6 al día de ayer y hemos superado en este rubro a países con poblaciones mucho muy superiores a la nuestra, como la India o China, y estamos hablando solamente de cifras oficiales que da el referido vocero.

La Organización Mundial de la Salud, así como otras instancias internacionales, han señalado de manera contundente que la estrategia de México ha fracasado al dar por aplanada la curva del coronavirus, cuando ni siquiera se sabe con certeza cuándo se llegará al pico de la pandemia.

No tenemos un buen capitán en este barco, quizá ni capitán sea, algo que es verdaderamente grave, pues el manejo político de la emergencia debió regirse por la ciencia y la tecnología, con seriedad y responsabilidad, lo que no es el caso.

Las entidades federativas han tenido que tomar sus propias medidas, imponer sus propios controles sanitarios, cada quien haciendo como que hace en el juego de los semáforos y demás ocurrencias, total un descontrol absoluto y la gente padeciendo en sus casas y sufriendo en los hospitales.

¿Y el señor López-Gatell? Bien, creo que después de mostrarnos que sabe leer poesías ahora quiere aprender a tocar saxofón, pues hay tiempo suficiente para ello, alguien lo calificó como un rock star y es muy posible que ande en eso, un cambio de look le vendría bien mientras sigue administrando la mentira.

La reputación no importa, lo que digan Narro Robles, Julio Frenk o la OMS tampoco importa, lo que hay que cuidar es que sigan los reflectores sobre él, supongo, para qué hacer pruebas, no importa, la gente ya se acostumbró, y ahora ya reconoció el encargado de la pandemia que “los datos que nos repite todas las noches son solo proyecciones y no cifras reales sobre el tamaño real de la pandemia”, no pues muchas gracias.

Lo que no ha reconocido es si los muertos deben considerarse un crimen de Estado y de quién es la responsabilidad, pues una de sus últimas precisiones fue “reconozco que la cantidad de personas fallecidas por Covid podría ser de tres veces más”.

Como decía mi tía Lupe: no hay moral; yo agregaría, ni miedo al descrédito.

Diputado federal del PAN

Conforme avanzan los rounds de la pelea contra la pandemia del coronavirus, se vislumbra un resultado muy desfavorable para alguien que desde el primer minuto de la misma se sentía dueño del cuadrilátero y sin enemigo al frente, experto, según él, en modelos estadísticos y epidemiológicos, el número uno en la materia en México, por encima de su jefe, el secretario de Salud, a quien habrá que reconocerle su experiencia y colmillo político.

Hugo López-Gatell se la creyó de verdad, pensó que en nuestro país no pasaba nada si se miente una y otra vez, si se utilizan tecnicismos que a su juicio los mexicanos no entendemos y que son propios del argot médico-científico, inclusive quiso ponerse a dar clases en el combate a la pandemia con argumentos contrarios a los que la propia Organización Mundial de la Salud recomendaba.

Se atrevió a decir: “No hay evidencia científica que pruebe que el cubrebocas evite el contagio”, pero cientos de comercios en la República mexicana lo exigían a sus clientes obligatoriamente para permitirles la entrada, exhibiendo de esa manera al vocero de la pandemia y dejando en claro que eso de que “ya hemos aplanado la curva de contagios” o que “en tres semanas iniciaremos la recuperación”, fueron puras jaladas, expresiones irresponsables que han traído a los mexicanos a la deriva.

Los hechos son incontrovertibles, rompimos la barrera psicológica de los 30 mil muertos, de hecho sumaban 35 mil 6 al día de ayer y hemos superado en este rubro a países con poblaciones mucho muy superiores a la nuestra, como la India o China, y estamos hablando solamente de cifras oficiales que da el referido vocero.

La Organización Mundial de la Salud, así como otras instancias internacionales, han señalado de manera contundente que la estrategia de México ha fracasado al dar por aplanada la curva del coronavirus, cuando ni siquiera se sabe con certeza cuándo se llegará al pico de la pandemia.

No tenemos un buen capitán en este barco, quizá ni capitán sea, algo que es verdaderamente grave, pues el manejo político de la emergencia debió regirse por la ciencia y la tecnología, con seriedad y responsabilidad, lo que no es el caso.

Las entidades federativas han tenido que tomar sus propias medidas, imponer sus propios controles sanitarios, cada quien haciendo como que hace en el juego de los semáforos y demás ocurrencias, total un descontrol absoluto y la gente padeciendo en sus casas y sufriendo en los hospitales.

¿Y el señor López-Gatell? Bien, creo que después de mostrarnos que sabe leer poesías ahora quiere aprender a tocar saxofón, pues hay tiempo suficiente para ello, alguien lo calificó como un rock star y es muy posible que ande en eso, un cambio de look le vendría bien mientras sigue administrando la mentira.

La reputación no importa, lo que digan Narro Robles, Julio Frenk o la OMS tampoco importa, lo que hay que cuidar es que sigan los reflectores sobre él, supongo, para qué hacer pruebas, no importa, la gente ya se acostumbró, y ahora ya reconoció el encargado de la pandemia que “los datos que nos repite todas las noches son solo proyecciones y no cifras reales sobre el tamaño real de la pandemia”, no pues muchas gracias.

Lo que no ha reconocido es si los muertos deben considerarse un crimen de Estado y de quién es la responsabilidad, pues una de sus últimas precisiones fue “reconozco que la cantidad de personas fallecidas por Covid podría ser de tres veces más”.

Como decía mi tía Lupe: no hay moral; yo agregaría, ni miedo al descrédito.

Diputado federal del PAN