/ viernes 24 de noviembre de 2023

Fortalecidos para el 2024

Sin duda, vivimos tiempos inéditos en la democracia de nuestro país, hace escasos días el movimiento social más importante de la época actual acreditó con altura de miras, un proceso que se vislumbraba incierto como todo en la política.

La evolución de la causa sorteó con disciplina y diligencia, tal vez, la que puede ser la prueba más compleja de Morena desde su nacimiento en el 2011, incluyendo la de su coordinadora nacional, que se realizó con la misma dinámica, pero que su resolución fue evidentemente ideológica y definida con claridad, partiendo desde la sabiduría y liderazgo del presidente de la República, y también de la del pueblo de México, en intermedio, tal vez un inconforme que a esta fecha entendió, o bien se adaptó, a una circunstancia que calcula le otorgue dividendos en los próximos años. El del pasado 10 de noviembre era distinto, por la cantidad de aspirantes, por los padrones electorales en juego, los grupos, las ideologías, el género y, sobre todo, por lo inédito del proceso.

Cada instituto político, en algún momento de su historia, ha transitado por este punto de inflexión. En 1929 Plutarco Elías Calles, en una situación totalmente distinta, fundaba el Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI, cuyas decisiones dada su naturaleza y longeva fortaleza, le permitieron elegir de acuerdo a las circunstancias, a sus aspirantes para cada uno de los órdenes de gobierno, sin embargo, con el paso del tiempo, en el instante histórico que le correspondió al general Cárdenas decidir su sucesión, eligiendo a Ávila Camacho por el natural Francisco J. Mujica, provocó el inicio de un proceso de mistificación de la esencia revolucionaria, y en poco más de 80 años el Revolucionario Institucional entró en descomposición total, a grado tal de estar a punto de desaparecer como fuerza política.

Con Acción Nacional ocurrió lo mismo exactamente, pero en menor tiempo, los ideales de Gómez Morín, expresados en 1939, y que alcanzaron el poder de la Presidencia de la República en el año 2000, se vieron autodestruidos en apenas 12 años en el gobierno. En esta tesitura, el presidente de la República, conocedor de nuestra historia, no iba a cometer los mismos errores del tata Cárdenas, mucho menos de partidos de oposición que los consumió su falta de esencia, de amor por el pueblo y también la corrupción. La declaratoria de principios de una organización política, suele ser muy parecida en su inicio, aunque en la práctica tenga desarrollos diferentes y a distintas velocidades, 80 años para el PRI y 12 para el PAN, fue lo que les costó descomponerse.

Morena, con dos liderazgos sabios, no cometería el mismo error, porque la circunstancia ameritaba que las decisiones recayeran en la diferencia de sus fundaciones y esencia. Si estudiamos los principios fundadores de cada partido, encontraremos similitudes, pero el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, contiene un sentimiento, una palabra y un pilar diferente a sus opositores, el amor por el pueblo, que ha evolucionado en amor del pueblo a su gobernante, y los dos liderazgos más contundentes del momento sacaron a flote esta parte álgida de la historia. De cualquier forma el segundo piso de la transformación representa seguir anteponiendo el proyecto por encima de las personas, esto fue entendido perfectamente en la pasada competencia, lo que permite entrar muy fortalecidos para el 2024, fortaleza que será al mismo tiempo de alta responsabilidad para seguir otorgándole al país, más y mejores resultados, exactamente en la misma línea continua de amor por este grandioso país.

*Diputado federal. Morena

Sin duda, vivimos tiempos inéditos en la democracia de nuestro país, hace escasos días el movimiento social más importante de la época actual acreditó con altura de miras, un proceso que se vislumbraba incierto como todo en la política.

La evolución de la causa sorteó con disciplina y diligencia, tal vez, la que puede ser la prueba más compleja de Morena desde su nacimiento en el 2011, incluyendo la de su coordinadora nacional, que se realizó con la misma dinámica, pero que su resolución fue evidentemente ideológica y definida con claridad, partiendo desde la sabiduría y liderazgo del presidente de la República, y también de la del pueblo de México, en intermedio, tal vez un inconforme que a esta fecha entendió, o bien se adaptó, a una circunstancia que calcula le otorgue dividendos en los próximos años. El del pasado 10 de noviembre era distinto, por la cantidad de aspirantes, por los padrones electorales en juego, los grupos, las ideologías, el género y, sobre todo, por lo inédito del proceso.

Cada instituto político, en algún momento de su historia, ha transitado por este punto de inflexión. En 1929 Plutarco Elías Calles, en una situación totalmente distinta, fundaba el Partido Nacional Revolucionario, antecedente del PRI, cuyas decisiones dada su naturaleza y longeva fortaleza, le permitieron elegir de acuerdo a las circunstancias, a sus aspirantes para cada uno de los órdenes de gobierno, sin embargo, con el paso del tiempo, en el instante histórico que le correspondió al general Cárdenas decidir su sucesión, eligiendo a Ávila Camacho por el natural Francisco J. Mujica, provocó el inicio de un proceso de mistificación de la esencia revolucionaria, y en poco más de 80 años el Revolucionario Institucional entró en descomposición total, a grado tal de estar a punto de desaparecer como fuerza política.

Con Acción Nacional ocurrió lo mismo exactamente, pero en menor tiempo, los ideales de Gómez Morín, expresados en 1939, y que alcanzaron el poder de la Presidencia de la República en el año 2000, se vieron autodestruidos en apenas 12 años en el gobierno. En esta tesitura, el presidente de la República, conocedor de nuestra historia, no iba a cometer los mismos errores del tata Cárdenas, mucho menos de partidos de oposición que los consumió su falta de esencia, de amor por el pueblo y también la corrupción. La declaratoria de principios de una organización política, suele ser muy parecida en su inicio, aunque en la práctica tenga desarrollos diferentes y a distintas velocidades, 80 años para el PRI y 12 para el PAN, fue lo que les costó descomponerse.

Morena, con dos liderazgos sabios, no cometería el mismo error, porque la circunstancia ameritaba que las decisiones recayeran en la diferencia de sus fundaciones y esencia. Si estudiamos los principios fundadores de cada partido, encontraremos similitudes, pero el movimiento encabezado por Andrés Manuel López Obrador, contiene un sentimiento, una palabra y un pilar diferente a sus opositores, el amor por el pueblo, que ha evolucionado en amor del pueblo a su gobernante, y los dos liderazgos más contundentes del momento sacaron a flote esta parte álgida de la historia. De cualquier forma el segundo piso de la transformación representa seguir anteponiendo el proyecto por encima de las personas, esto fue entendido perfectamente en la pasada competencia, lo que permite entrar muy fortalecidos para el 2024, fortaleza que será al mismo tiempo de alta responsabilidad para seguir otorgándole al país, más y mejores resultados, exactamente en la misma línea continua de amor por este grandioso país.

*Diputado federal. Morena