/ viernes 25 de agosto de 2023

Extremismo de la derecha mexicana

Las expresiones de radicalización o llevar a puntos extremos posiciones políticas, cualquiera que sea su idea, no han dejado nada bueno a la sociedad y la historia nos lo demuestra continuamente.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, declaró en alguna ocasión: «Si un policía mata a diez, quince o veinte presuntos delincuentes, metiéndoles diez o treinta balas a cada uno, lo que habría que hacer es darle una medalla, no enjuiciarlo», lamentable expresión, pero propia de quien la emite, un representante genuino de la descomposición de la derecha latinoamericana. En nuestro país, desde 2018 a raíz del triunfo democrático del Movimiento de Regeneración Nacional, los partidos de oposición, particularmente de derecha, quedaron huecos en discurso, ideas y efectividad, pues 30 millones de mexicanos elegimos y con nuestro voto expresamos el cansancio provocado por un régimen político injusto, corrupto y clasista, que no representaba una solución para la circunstancia de nuestra sociedad.

Pese a este claro mensaje de la mayoría de los electores, la derecha continuó presentándose como salvadora de una situación de crisis de nuestra nación, la cual ellos mismo habían creado y producido. Este elemento, sin duda, es característica de un proceso acelerado de evolución de la derecha mexicana, para convertirse en una derecha extrema, presentándose falsamente como una solución alternativa, contraria al liberalismo y la democracia.

México es una democracia en maduración, históricamente no habíamos podido consolidar o avanzar en una democracia verdadera. Hoy esta cimentación para obtenerla, afecta severamente los intereses de un bloque conservador que está aceleradamente evolucionado, y en ese proceso general, hoy día hay una característica mucho más preocupante y peligrosa para México, como lo es la amenaza a la paz social y el proceso de reconstrucción del propio tejido social.

Veracruz es un lugar de encuentro difícil de estas expresiones, sumido en las últimas décadas en una violencia extraordinaria, que nos había convencido de que secuestros, homicidios, levantones y violaciones eran prácticamente normales. Sin embargo, a la par de la entrada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en Veracruz comenzó también un esfuerzo profundo por dignificar y eficientizar las instituciones de procuración e impartición de justicia, así como una serie de esfuerzos, culturales, históricos y de inversión, que tienen ahora al estado como un caso de éxito, en el que se refleja la disminución sustancial de los ilícitos de alto impacto. Esto generó incomodidad en la extrema derecha mexicana, incómoda de por sí con la democracia liberal. Hace algunas semanas, el último reducto de lo más hediondo y carroñero de la derecha nacional comenzó un proceso de liberación de presuntos delincuentes, bajo un argumento de forma, emanado del Poder Judicial federal, jueces de distrito ordenaron a autoridades locales variar la prisión preventiva oficiosa, elemento válido en situaciones extraordinarias como las que vivía nuestro estado y que estadísticamente ha comprobado su eficacia en el proceso de reconstrucción del tejido social y de la propia mejora de las instituciones de nuestro estado. Liberar presuntos delincuentes relacionados con ilícitos de alto impacto, es un elemento nuevo de una derecha extrema en evolución, en perjuicio de toda una sociedad, pues el impacto de liberar a estas personas, sin sopesar en lo más mínimo la condición de las víctimas, representa un elemento propio de una derecha alejada de los intereses más elementales del pueblo, como lo pueden ser la justicia y la paz social.

A la derecha extrema mexicana le queda claro que está derrotada en el 2024, lo cual es una situación normal en cualquier democracia, sin embargo, su abandono por el amor al pueblo, es una amenaza real para nuestra ciudadanía. La falta de ética y compromiso del Poder Judicial es una prueba manifiesta del compromiso con las cúpulas y su desapego con la legalidad, pues optan por el derecho que es discutible, mas no así por la justicia. Sigue estando en desventaja social la parte conservadora de nuestro país, no mueve ideológicamente a las masas, no puede, no muestra sustancia ni esencia, tiene una limitante histórica inmediata, sabida de eso, lo que trata de hacer entonces es que arda en llamas el país entero, politizando lo que no se tiene que politizar, como la justicia, la educación y los valores. Esto es una lucha de ideas y proyectos, cuya única defensa está en las urnas, es ahí donde enviaremos de nuevo el mensaje, que esperemos llegue a quienes sí aman al pueblo.

*Diputado federal. Morena


Las expresiones de radicalización o llevar a puntos extremos posiciones políticas, cualquiera que sea su idea, no han dejado nada bueno a la sociedad y la historia nos lo demuestra continuamente.

El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, declaró en alguna ocasión: «Si un policía mata a diez, quince o veinte presuntos delincuentes, metiéndoles diez o treinta balas a cada uno, lo que habría que hacer es darle una medalla, no enjuiciarlo», lamentable expresión, pero propia de quien la emite, un representante genuino de la descomposición de la derecha latinoamericana. En nuestro país, desde 2018 a raíz del triunfo democrático del Movimiento de Regeneración Nacional, los partidos de oposición, particularmente de derecha, quedaron huecos en discurso, ideas y efectividad, pues 30 millones de mexicanos elegimos y con nuestro voto expresamos el cansancio provocado por un régimen político injusto, corrupto y clasista, que no representaba una solución para la circunstancia de nuestra sociedad.

Pese a este claro mensaje de la mayoría de los electores, la derecha continuó presentándose como salvadora de una situación de crisis de nuestra nación, la cual ellos mismo habían creado y producido. Este elemento, sin duda, es característica de un proceso acelerado de evolución de la derecha mexicana, para convertirse en una derecha extrema, presentándose falsamente como una solución alternativa, contraria al liberalismo y la democracia.

México es una democracia en maduración, históricamente no habíamos podido consolidar o avanzar en una democracia verdadera. Hoy esta cimentación para obtenerla, afecta severamente los intereses de un bloque conservador que está aceleradamente evolucionado, y en ese proceso general, hoy día hay una característica mucho más preocupante y peligrosa para México, como lo es la amenaza a la paz social y el proceso de reconstrucción del propio tejido social.

Veracruz es un lugar de encuentro difícil de estas expresiones, sumido en las últimas décadas en una violencia extraordinaria, que nos había convencido de que secuestros, homicidios, levantones y violaciones eran prácticamente normales. Sin embargo, a la par de la entrada del gobierno de Andrés Manuel López Obrador, en Veracruz comenzó también un esfuerzo profundo por dignificar y eficientizar las instituciones de procuración e impartición de justicia, así como una serie de esfuerzos, culturales, históricos y de inversión, que tienen ahora al estado como un caso de éxito, en el que se refleja la disminución sustancial de los ilícitos de alto impacto. Esto generó incomodidad en la extrema derecha mexicana, incómoda de por sí con la democracia liberal. Hace algunas semanas, el último reducto de lo más hediondo y carroñero de la derecha nacional comenzó un proceso de liberación de presuntos delincuentes, bajo un argumento de forma, emanado del Poder Judicial federal, jueces de distrito ordenaron a autoridades locales variar la prisión preventiva oficiosa, elemento válido en situaciones extraordinarias como las que vivía nuestro estado y que estadísticamente ha comprobado su eficacia en el proceso de reconstrucción del tejido social y de la propia mejora de las instituciones de nuestro estado. Liberar presuntos delincuentes relacionados con ilícitos de alto impacto, es un elemento nuevo de una derecha extrema en evolución, en perjuicio de toda una sociedad, pues el impacto de liberar a estas personas, sin sopesar en lo más mínimo la condición de las víctimas, representa un elemento propio de una derecha alejada de los intereses más elementales del pueblo, como lo pueden ser la justicia y la paz social.

A la derecha extrema mexicana le queda claro que está derrotada en el 2024, lo cual es una situación normal en cualquier democracia, sin embargo, su abandono por el amor al pueblo, es una amenaza real para nuestra ciudadanía. La falta de ética y compromiso del Poder Judicial es una prueba manifiesta del compromiso con las cúpulas y su desapego con la legalidad, pues optan por el derecho que es discutible, mas no así por la justicia. Sigue estando en desventaja social la parte conservadora de nuestro país, no mueve ideológicamente a las masas, no puede, no muestra sustancia ni esencia, tiene una limitante histórica inmediata, sabida de eso, lo que trata de hacer entonces es que arda en llamas el país entero, politizando lo que no se tiene que politizar, como la justicia, la educación y los valores. Esto es una lucha de ideas y proyectos, cuya única defensa está en las urnas, es ahí donde enviaremos de nuevo el mensaje, que esperemos llegue a quienes sí aman al pueblo.

*Diputado federal. Morena